miércoles, 24 de septiembre de 2025

El cuartel de la Guardia Civil

 

EL cuartel de la Guardia Civil de Malpartida de Plasencia

                                                                

La primavera de 2021 irrumpió con el ruidoso ajetreo de las máquinas demoledoras en el cuartel de la Guardia Civil de Malpartida de Plasencia, que, reducido a escombros, ha liberado el extenso solar donde se ubicará un nuevo edificio institucional: el Centro de Día, primera fase de un ambicioso proyecto que incluye otros servicios sociales de gran relevancia como el Piso Tutelado y la Residencia Asistida[1]. El edificio, levantado en los años cuarenta del siglo XX y en desuso desde marzo de 2007, cuando fue desalojado por deficiencias de habitabilidad, irá desapareciendo poco a poco del imaginario colectivo; y las dependencias proyectadas, cuyos cimientos avanzaron con el verano, relegarán las huellas del “nuevo cuartel” (el de 1945) al oscuro y solitario silencio de los archivos.[2]

                                     

                                                Exterior del cuartel días antes de su demolición (a. 2021)

 

El que ahora nos ocupa se incluía en el paquete de “obras y mejoras realizadas en el municipio desde el 18 de julio de 1936”, según detallaba el alcalde Francisco Rodríguez Barrado en1955, con motivo de la visita del Gobernador Civil en uno de los usuales recorridos por los pueblos de la provincia para inaugurar edificios municipales. En tales ocasiones, guiados por los maestros, los escolares salíamos junto al resto del vecindario (preferentemente, las mujeres con los niños, pues los hombres estaban en los campos o en los andamios) enarbolando sendas banderitas de papel a recibir a la excelentísima autoridad, al modo e imágenes como inmortalizó estos eventos del régimen Luis García Berlanga en Bienvenido, Míster Marshall. En el memorial del primer edil figura que el ejecutor de la construcción del cuartel fue el Ayuntamiento, mediante obras iniciadas en marzo de 1943 y finalizadas en septiembre de 1945. Lo cierto es que el inmueble se levantó no en tres años, sino a lo largo de 1945, por un coste total de 518.542,44 pesetas, incluido el importe de las cuadras, que se añadieron en 1949. Esta nueva sede de la Benemérita venía a sustituir al cuartel viejo ubicado en la calle Capitán Cortés (antes Mendizábal, luego Díaz Maroto y, hoy, Escuelas), esquina con la actual Felipe Tomé, en inmuebles de Amalia Jiménez Fernández y de su hija Jacinta Díaz Jiménez, donde después abrirían un horno de pan o “la Tahona de doña Amalia”.  Fue, sin duda, un largo proceso administrativo, de 1939 a 1950, durante los mandatos de los alcaldes Emilio Fernández García, Gabino Canelo, Jacinto Canelo Sánchez, Benito Mirón Sánchez, Manuel García Díaz, Felipe Tomé Fernández y Francisco Rodríguez Barrado.[3]

 

En la década 1929-1939, se habían producido ciertas actuaciones referidas a la mala situación de las dependencias ocupadas por los guardias civiles. Que sepamos, los alcaldes Luis Barrado Martín, Julián Cardador Serrano y Daniel Mateos García, en los respectivos bienios de mandato, habían tenido que dar cuenta a sus Corporaciones de escritos del jefe de línea, quien pedía reparaciones y reformas sin demora en las viviendas, o bien la construcción de un nuevo cuartel. En una ocasión, hasta se apuntaba la posibilidad de que, de no ejecutarse los arreglos, la Superioridad (sic) podría suprimir el puesto en el pueblo. El tiempo corría. La Corporación de 1934 no podía acometer las obras pedidas por estar atravesando el Municipio una difícil situación económica. No obstante, ofrecería al Estado un solar para la construcción de un cuartel. Muy similar fue la determinación del Concejo presidido por Daniel Mateos cuando, en abril de 1936, lamentaba no poder satisfacer la petición del oficial de la Guardia Civil, dado que el Ayuntamiento no se encontraba en condiciones económicas de afrontar un gasto de entre cuatro mil y cinco mil pesetas, tratándose, además, de un edificio que no era de propiedad municipal. En este caso, se acordaba también ofrecer el terreno para un cuartel de nueva planta, ratificando así el acuerdo de enero de 1934. Concluida la Guerra Civil, el problema volvería a los plenos y entraba en vías de solución.

                                       


En el segundo semestre de 1939, el oficial responsable de la casa cuartel había expuesto en dos ocasiones por escrito a la Junta Gestora (Corporación), presidida entonces por Emilio Fernández García, las deficiencias del inmueble y, en consecuencia, solicitaba que se llevaran a cabo las reparaciones necesarias para mejorar la habitabilidad de las dependencias. Se acordó la realización urgente de dichas obras, pero, además, los gestores (concejales) decidieron recabar del Estado un nuevo edificio, así como la correspondiente subvención; el Ayuntamiento facilitaría gratis el solar. La construcción prevista tenía como necesidad más perentoria proporcionar viviendas “dignas y adecuadas para las fuerzas de la Guardia Civil de la localidad con los anexos necesarios de un cuartel”. A mediados de agosto, el alcalde, reunido con los propietarios de fincas del término municipal a fin de abordar la construcción proyectada, consiguió la conformidad de los convocados para sufragar la parte destinada a cuartel (no sujeta a subvención oficial) con aportaciones proporcionales al líquido imponible de cada uno en la contribución territorial rústica.

El maestro de obras de la localidad Vicente Rodríguez Ibáñez orientó al Concejo en lo referido al proyecto y al presupuesto de las obras, pero los responsables técnicos fueron los arquitectos madrileños Pablo Cantó Iniesta y Ramón Aníbal Álvarez, quienes también llevaban entonces la edificación de las casas de los maestros. Para ambas promociones de viviendas (de guardias y de maestros) iban a utilizarse las subvenciones del Instituto Nacional de la Vivienda. El proyecto, por un importe de 233.194 pesetas, estaba visado por el Colegio de Arquitectos de Madrid a finales de julio de 1941. Celebrada la subasta, fue declarada desierta no solo por haberse presentado un solo licitador y alejarse este mucho de lo establecido en las bases de la convocatoria, sino también por exigir el contratista condiciones ventajosas inaceptables. A finales de 1943, con Benito Mirón Sánchez de alcalde, Aníbal y Cantó elaboraron un nuevo presupuesto que ascendía a 310.972,36 pesetas (el de contrata, a 294.862,76 pesetas), para el cual se solicitó la aprobación del INV y se recabó la conformidad de la Dirección General de la Guardia Civil. Frente al proyecto inicial de 1941, en este figuraban 10 casas y no 7, de acuerdo con la dotación de números del cuerpo armado asignada a la localidad; de ahí que el espacio ocupado por las viviendas añadidas habría de ir en detrimento del destinado a las cuadras de caballos.

En marzo de 1944, la Corporación, a la vista de que solo se hallaba protegida (subvencionada) la parte de los pabellones para residentes, no así la destinada a cuartel, decidió que procedía acudir a la prestación personal y de transportes ante el vecindario para cubrir el costo de esta última, pues en el presupuesto municipal del año no había cantidad alguna para afrontar el gasto “militar”, que corría a cargo del municipio. En esta ocasión, el Ayuntamiento declaró la redención a metálico, y fueron establecidas las correspondientes cuotas para los transportes y contribuyentes con arreglo a tres días de prestación por cada vecino o propietario afectado. Los trámites ante el INV durante la primavera y el verano sobre aspectos económicos (subvención, anticipo, plazos, condiciones, etc.) culminaron en septiembre. El Ayuntamiento anticiparía 153.574 pesetas (40%) y recibiría un préstamo de 191.968 pesetas (60%). En enero, cuando concluía el bienio de Benito Mirón, se formalizó la escritura de beneficios legales en el Instituto Nacional de la Vivienda.

                                          

                                                                     Entrada al cuartel (a. 1955)

 

          Las obras fueron adjudicadas a Fernando Pariente Varona, contratista de Salamanca, y estuvieron realizándose a lo largo de 1945 con Manuel García Díaz de alcalde. A falta de algunos detalles, debieron de darse por terminadas a comienzos del año siguiente. Por esas fechas, la Presidencia del Concejo había invitado al gobernador civil a la fiesta de San Blas con el fin de que, al tiempo de rendir homenaje a tan alta personalidad, su excelencia inaugurara el Coto Escolar y la Casa Cuartel de la Guardia Civil. Sin embargo, los actos serían suspendidos y pospuestos a falta de algunos protocolos previos que habían sido omitidos. Las banderitas de papel, pues, se guardaron para otra ocasión.

Como hemos visto, faltaban las cuadras, y los caballos de la Benemérita seguían ocupando inmuebles de alquiler, cuyos propietarios (Fermín Tejeda Alonso y Emilio Mateos Mateos) los reclamaban por esas fechas, al igual que hacía la familia Jiménez-Díaz con sus casas, necesarias para la industria de panadería; argüían además que, estando ya en uso el cuartel nuevo, tales propiedades aún no habían sido liberadas del arriendo por parte del Ayuntamiento. En septiembre de 1948, el arquitecto madrileño Eduardo Baselga presentó el proyecto para la construcción de cuadras anejas al cuartel de la Guardia Civil, con capacidad para cinco caballos, por un importe de 40.000 pesetas. Y en marzo de 1949 fue aprobado (coste de 39.313 pesetas) como obra de urgencia, por lo que quedaba exceptuada la subasta. En junio del mismo año, ya de alcalde Francisco Rodríguez Barrado, se produjo la adjudicación definitiva del concurso a destajo para los maestros albañiles locales Pedro Serrano Martín y Juan José Rodríguez Yuste.

          La ejecución material de la Casa Cuartel de la Guardia Civil culminaba, pues, en 1949. Al año siguiente, se cerraban también unos engorrosos desencuentros entre el Ayuntamiento (promotor) y el contratista salmantino Fernando Pariente, constructor de las viviendas de los guardias y de la parte de cuartel, es decir, la obra terminada a finales de 1945. Tales flecos, referidos a asuntos económicos, se habían prolongado durante cinco años. De ellos nos ocuparemos en otro artículo junto a la historia del “viejo cuartel”, es decir, del emplazamiento del puesto de la Guardia Civil de este pueblo hasta principios de 1946.



[1] En agosto de 2022, el alcalde de Malpartida de Plasencia, Raúl Barrado Módenes, y el presidente de la Diputación Provincial de Cáceres, Carlos Carlos Rodríguez, firmaron el convenio para llevar a cabo las obras con una asignación de 1.000.000 de euros. Se trata de una segunda fase, continuadora de la de demolición y cimentación que se llevó a cabo en 2021, y que está pendiente de licitación, asignación y ejecución de las obras. Asimismo, será necesario recabar más recursos y subvenciones para tan importante empresa social-asistencial, según manifestaba en los medios el primer edil chinato.

[2] Para los integrantes de las generaciones más jóvenes, no cabe duda, el cuartel de ahora es el moderno y funcional inmueble sito en la urbanización El Carrascal, sede de la Benemérita desde finales de 2011, tras haber ocupado los guardias durante cuatro años y medio algunas dependencias del extinto Colegio Libre Adoptado o “instituto”.

[3] La información base de este escrito se halla en el Archivo Municipal de Malpartida de Plasencia (AMMPL), sobre todo en la parte digitalizada del mismo: los libros de actas de plenos anteriores a 2001.

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