miércoles, 17 de noviembre de 2021

ARTÍCULOS EN "AIRES CHINATOS"

En los últimos números del periódico-revista de Malpartida de Plasencia han sido publicados los textos que siguen: 


La casa de tía Feliciana

En los últimos tiempos, han desaparecido o se han transformado ciertos edificios de titularidad municipal, y en su lugar han surgido otros inmuebles para usos, en ocasiones, muy diferentes a los de la construcción de origen. Donde estuvieron las viviendas de los maestros, por ejemplo, en torno a la plaza de Gabriel y Galán, encontramos un importante complejo social integrado por el Hogar del Pensionista, el Piso Tutelado y la Casa de la Cultura, con la Biblioteca Municipal como elemento destacado de aquellas dependencias. Tan importantes obras se llevaron a cabo en las dos últimas décadas del siglo pasado, a las que se añadieron otras actuaciones complementarias de ampliación y mejoras a principios de la centuria en curso. Más reciente es la transformación y adaptación del antiguo Matadero Municipal, que, tras los trabajos pertinentes, ha sido convertido en un espacio destinado a actividades artísticas y audiovisuales (música, teatro, grabaciones, etc.). Así, en la zona norte de la villa, en el paraje de las Higuerillas, colindante a huertos y olivares, encontramos ahora el Espacio Matadero Arte (EMA) VICENTE MANZANO GARCÍA, inaugurado a mediados de abril, cuando hacía poco más de un año de la muerte del artista chinato al que está dedicado el edificio. Por citar un caso más, cuando se escriben estas líneas, está siendo demolido el antiguo Cuartel de la Guadia Civil con el fin de edificar en el solar resultante un Centro de Día, parte inicial de un proyecto de mayor envergadura con fines sociales. Será objeto de otro trabajo contar la historia de aquellas viviendas “dignas y adecuadas para las fuerzas de la Guardia Civil de la localidad, con los anexos necesarios para un cuartel”, cuyos trámites inició el Ayuntamiento al comienzo del año 1941; y también diremos algo de las casas de los maestros cuando abordemos la construcción de las escuelas graduadas.

La supresión de un edificio, sin embargo, no siempre conlleva la construcción de otro en ese lugar, y en bastantes ocasiones el solar resultante es destinado a ampliar la vía pública mediante el ensanche de calles o la creación de parques y zonas ajardinadas. Tal es el caso de una vivienda señera, desconocida para las gentes del lugar nacidas desde mediados de los años sesenta hasta hoy, pero muy familiar para las generaciones de posguerra y algunas anteriores. La conocíamos como “la casa de tía Feliciana” (y su hija, Cecilia), y estaba ubicada, sola y llamativa, en el amplio espacio de la plazuela de San Gregorio. Es decir, una vivienda exenta en pleno corazón del Lejío (Ejido) Chico, cuya fachada principal hacia el norte estaba precedida de una escalinata, que, al tiempo que daba acceso a la planta principal, salvaba el desnivel de la planta baja.

Un lugar tan céntrico era el recutiero (acudidero) ideal de los muchachos para los juegos, carreras, griteríos y encuentros en las escaleras, lo cual mantenía siempre vigilante a tía Feliciana, que salía enarbolando la escoba de palo o la horquilla de hacer las camas para dispersar a la molesta chiquillería. Y es que en muchas ocasiones los muchachos perturbaban el descanso de algunos huéspedes de la casa, pues en ella paraban viajantes, chalanes, orives y otras gentes de tránsito; no en vano, la casa de tía Feliciana fungía de pensión donde, entre otros, pernoctaban Godoy, el Cominero, impresionante hombrón, tocado de sombrero caribeño, ataviado con blusa de chalán y al hombro, unas alforjas de lino blanco repletas de saquitos con las aromáticas especias; la paragüera de Serradilla; el viajante de las máquinas de coser Singer, cuya representante  en el pueblo era tía  Basilia, en la calle de la Fuente , y algunos otras figuras difuminadas ya en la memoria.  También ciertos personajes singulares y vagabundos, de los que solían pasar las noches bajo el manto de las estrellas, recalaban en los aledaños del edificio siempre rodeados de muchachos: Sebastián el de las Medallas, tío Claver, el trotamundos Jorozco.  Asimismo, en la fachada este despertaba la curiosidad infantil la rudimentaria fábrica de gaseosas, ubicada en la planta baja y regentada por tío Fermín, uno de los municipales serenos, en pareja nocturna con mi tío Gregorio, a quien ayudaba tío Cesáreo ; y en la parte opuesta estaba la entrada a las cuadras para los caballos de chalanes y feriantes.

La casa de tía Feliciana, plantada en el pasil de las gentes del Cerro (o la Cuesta) hacia el centro del pueblo, aglutinaba en las viviendas circundantes de la plazuela un contingente humano que desde hace décadas forma parte del imaginario personal de muchos chinatos. Así, y a riesgo de omisiones involuntarias, puedo citar a tía María, la Coja; tío Lucas, el Pescaor, y tía María; tía Nati y tío Miguel (tienda de ultramarinos); tía Lucia (sic) y tío Juan (bar Sol); el parador de tía María, la de los Tejados,  y tío Justo; tía Isabel y tío Justo, el Carretero; tío Benjamín, el Cabrero,  y tía Rosa (mis abuelos paternos); el bar Avenida (Claudio Mateos); tío Fermín y Martina (bar Altamira); tía Modesta y tío Emilio (el de los Arbitrios); tío Blas Oliva, el carpintero, y tía María, y unas cuantas familias más en los aledaños hacia el Ejido Grande. A todos ellos se sumaban las aportaciones de las calles confluyentes en la plazuela o que arrancaban de ella: Mesones, Carrera de San Gregorio (tía Victoria, la pescadera), Parra (el Molino Rojo de Currito y otros bares), Mayor y Joaquín Alcalde (taller de carros de los hermanos Vivas).

El tiempo, río que nos lleva, ha originado cambios sustanciales en el antiguo llano o plazuela de San Gregorio, y el punto de partida fue la construcción de la actual ermita (inaugurada en 1953), cuya llamativa fachada, a la que antecede en su nuevo emplazamiento el enorme y artístico crucero, da la bienvenida a quienes acceden a la villa por esta parte. Sin embargo, para el ensanche de vía pública y su conversión en la espaciosa plaza de San Gregorio sería determinante la demolición de la casa de tía Feliciana. Declarado el estado de ruina de la vivienda en 1960 y cumplidos los preceptivos trámites legales, el Ayuntamiento recuperaría para uso común un solar que, edificado a principios de siglo, se integraba varias décadas después en el terreno del que había sido segregado: el llano de la actual Plaza de San Gregorio.

* * *

Paisaje desolado

 El caminante de cercanías por callejas y parajes aledaños al rincón de nacimiento encuentra a diario hermosas imágenes que le mantienen unido sentimentalmente a las correrías de la adolescencia, a las actividades agropecuarias de ascendientes familiares y convecinos, a un entorno conocido y cambiante a lo largo del tiempo, que conserva, no obstante, ciertas peculiaridades de siempre. Animales, plantas, regatos y “pasaeras”, paredes de piedra, albañales, cerros y collados, caminos y callejas, configuran un amplio tapiz que fue tejido e iluminado desde tiempos inmemoriales y de cuyo cañamazo formamos parte animada. Es cierto que todo está sometido al cambio, al panta rei de la temporalidad, pero, en esencia, los elementos naturales del paisaje permanecen.

Constatamos que antes de tan impactantes alegatos testimoniales como, por ejemplo, Los santos inocentes, novela (1981) y película (1983), había sido ya erradicado el chozo de nuestros campos como vivienda de personas. Tales moradas hogareñas de familias de labradores, criados de señoritos, cabreros y pastores, cuidadores de zonas rayanas y limítrofes entre latifundios, términos municipales, etc., habían ido desapareciendo en aras de la aún cicatera justicia social para las personas más humildes, desheredadas de la fortuna y sometidas a los poderosos. Los amos, los señoritos, los latifundistas o terratenientes se pavonearon de magnanimidad cuando construyeron en sus dehesas casas o casetas destinadas a jornaleros, criados y otros servidores, si bien los guardas solían tener una vivienda más apañada cercana a la casa grande de los señores.

Las tierras del minifundio, propiedad de los vecinos más bien pudientes, tenidos o considerados como “ricos” (con Perugelmos, ganado vacuno, etc.) y, generalmente, no muy alejadas de la población, eran los cercados de paredes de piedra, dedicados a pastos y a la recogida del heno en primavera. Casi todas estas tierras cercadas contaban con casa de muros de piedra y barro, cubiertas de teja vana y puerta de madera, normalmente sin ventanas. En ellas se almacenaba el heno y la paja para el alimento del ganado vacuno.

Tanto los chozos, a pesar de sus connotaciones negativas, como las casas, los tinados de las cercas o los hornillos de las Viñas se hallaban integrados en el paisaje como elementos de una arquitectura popular muy rústica casi toda ella si se quiere, pero acorde y respetuosa con el medio y agradable a los sentidos. Constituían, pues, un componente más del entorno muy familiar a ganaderos, agricultores, pastores, cabreros, vaqueros, caminantes. Eran, asimismo, construcciones adecuadas y equilibradas; en terminología actual, sostenibles. Pero los tiempos cambian, y así también los usos y las costumbres, las cosas y su funcionalidad.

No cabe añoranza alguna ni ensoñación bucólica para habitáculos como los chozos y todas sus variantes, felizmente erradicados, si en ellos hubieran de albergarse personas como sucedía antaño. Sí procede, en cambio,  lamentar el abandono institucional en que se hallan, por ejemplo, los hornillos de las Viñas, vestigios de una arquitectura popular autóctona muy interesante. En los cercados, se mantienen en pie algunas casas de la paja y del heno, pero otras se hallan en ruina, semiderruidas o despanzurradas; también las hay que han sido sometidas a adaptaciones, en general ilegales, para usarlas como estancias de recreo. Y en ello detenemos la mirada.

Tenemos, por un lado, que, en espacios protegidos, digamos las Viñas, surgieron durante los años bonancibles mansiones al modo americano de las series televisivas Miami, Dinastía, Falcon Crest (sobre todo) y similares modelos de ostentación. Paralelamente, la casi extinción de las actividades de labradores, agricultores y jornaleros del campo llevó a numerosos propietarios de pequeños viñedos a deshacerse de ellos a precios de saldo, circunstancia aprovechada por gentes forasteras y también por otras del pueblo para edificar allí sin ningún control. Tanto la tropelía de lo pretencioso como la más abundante y de tono menor de los menos pudientes no encontraron freno legal en la administración local, que debería haber aplicado con todo rigor las leyes (estatales y regionales) y las ordenanzas (municipales) vigentes al respecto. Lo sencillo, lo natural, lo autóctono ha sido eclipsado no solo entre las parras y los olivos de los viñedos chinatos, sino también en huertos y cercados próximos a la población, por el complemento de una arquitectura “popular” chabolística y chabacana de materiales de desecho, utilizados tal cual, es decir, sin reciclaje o adaptación al entorno. Precursores de todas las variantes a que nos referimos fueron, recordémoslo, los intimidantes alambres de espinos, que sí ponen puertas al campo, sustitutos casi universales de los laboriosos y artesanos cierres de piedra.

Desde hace ya mucho tiempo, pues, el recorrido por nuestras callejas, en un radio aproximado de dos kilómetros, incluido el territorio de las Viñas, ofrece una vista desalentadora plagada de catres, somieres, bidones, plásticos en diversos formatos, neumáticos variados, alambradas, puertas viejas, quioscos, vehículos de motor (furgonetas, caravanas), chasis, palés, casetas de obra, mallas de colores, cubos, hierros y aluminios diversos y todo el etcétera imaginable de desechos de tal guisa. Estos manchones constructivos han alterado de tal modo el medio natural, que ya no vemos huertos, olivos, parras y otros frutales, sino chabolos horribles, abigarrados chafarrinones que afean y empobrecen un noble paisaje, ahora desnaturalizado y agredido por doquier. Por ello y concluyendo, a quienes valoramos, defendemos y fomentamos la pervivencia de las tradiciones locales y el respeto a nuestro entorno natural, no nos queda sino insistir en la denuncia, la protesta y la exigencia ante los poderes públicos de medidas correctoras para la reiterada e impune deturpación del medio natural debida a la “nueva arquitectura popular” objeto de estas líneas.

 

EN LA XIX SEMANA CULTURAL DEL C.I.T. DE PLASENCIA

El pasado día 12 de este mes, en el Parador de Turismo de Plasencia, volví a reencontrarme con un espacio secular de historia y de cultura, el impresionante salón que fue la biblioteca del convento de San Vicente Ferrer. Hace siglos, en ella estudió latines y Teología mi paisano Fray Alonso Fernández, que llegaría a ser prior de la comunidad. Hace veinte años, en el 2001, y también invitado por el Centro de Iniciativas Turísticas de la ciudad del Jerte,  hablé de él y de sus obras, en especial de la Historia y anales de la ciudad y el obispado de Plasencia, donde dedica una parte importante a su aldea natal, Malpartida de Plasencia.


                                            

Hace unos días, mi disertación trató de Miguel Delibes y sus personajes de ficción. Un público muy atento me acompañó en un recorrido entrañable en el que, tras unas breves pinceladas biográficas acerca del escritor, actualizamos algunas de sus magistrales figuras recordando las páginas inmortales de novelas y cuentos por donde transitan.  

sábado, 31 de julio de 2021

DIONISIO CLEMENTE FERNÁNDEZ, HIJO PREDILECTO DE LA VILLA DE MALPARTIDA DE PLASENCIA




Ayer, 30 de julio, en el salón de actos de la Casa de la Cultura `Maestra Josefa Canales´ de Malpartida de Plasencia, tuvo lugar el acto institucional de proclamar públicamente el nombramiento de HIJO PREDILECTO del pueblo, a título póstumo, otorgado a DIONISIO CLEMENTE FERNÁNDEZ (1948-2020). La concesión de tal honor a nuestro ilustre paisano, fallecido el 10 de junio de 2020, había sido acordada por unanimidad de los miembros de Corporación municipal en el pleno de 17 de diciembre. Así lo resumía la Crónica 2020(p. 48):

El cuarto punto del orden del día se solventó por unanimidad: acuerdo de nombrar y conceder el Título honorífico de Hijo Predilecto de la villa, a título póstumo, a don Dionisio Clemente Fernández, profesor e investigador recientemente fallecido (10-6-2020) en la ciudad de Sevilla, donde residía y había ejercido la profesión docente hasta su jubilación. Previo a la votación, el señor secretario resumió el informe, favorable, elaborado por este cronista, en calidad de presidente de la asociación Colectivo Cultural Chinato; cometido que le había sido encomendado por don Miguel Manzano Pereira, primer teniente de alcalde de la Corporación e instructor del expediente. 




El alcalde, don Raúl Barrado Módenes, abrió el turno de intervenciones del encuentro; siguieron unas palabras del cronista, y, por último,  doña Ana María Litrán, viuda de Dionisio Clemente, evocó emocionada la figura de su esposo y los casi cincuenta años de vida en común. Se cerró el acto con la entrega a la familia de la medalla y el título  de Hijo Predilecto







        He aquí el texto leído por el cronista:

Ilustrísimas Autoridades, señor alcalde y demás miembros de la Corporación municipal, señor juez de Paz, paisanos, amigos y familia de Dionisio Clemente Fernández, Hijo Predilecto de la Villa de Malpartida de Plasencia, buenas tardes:

Cuando el 10 de junio de 2020 me llegó la noticia del fallecimiento de Dionisio Clemente Fernández ( segundo desgarrón de una primavera que ya nos había dejado otro vacío doloroso con la muerte del amigo común Vicente Manzano García en el mes de abril), al igual que había hecho con el amigo artista, actué con el amigo investigador: publicar unas notas de urgencia, a modo de obituario, expresando, junto a la conmoción del momento, la convicción de que su muerte significaba una gran pérdida, tanto para su familia como para el pueblo de Malpartida de Plasencia, porque la grandeza de una comunidad debe mucho al trabajo callado, constante, minucioso y lleno de amor hacia ella de personas como Dionisio Clemente Fernández, que acababa de dejarnos.

Luego, el 29 de octubre, en mi condición de presidente del Colectivo Cultural Chinato y  de cronista, , el instructor del expediente, don Miguel Manzano Pereira, me encargaba emitir informe sobre la persona, los trabajos y publicaciones que avalaran el merecimiento del chinato don Dionisio Clemente Fernández, profesor, investigador y publicista fallecido para recibir, a título póstumo, el nombramiento honorífico de Hijo Predilecto de Malpartida de Plasencia. Acepté sin dudarlo, y al compromiso conmigo mismo de llevar a cabo con objetividad la tarea encomendada, se unía la plena convicción de lo acertado, merecido y justo de tal reconocimiento por parte de la Corporación Municipal en nombre y representación del pueblo chinato. Me sentía honrado cumpliendo una parte muy importante del procedimiento, la cual, he de reconocerlo, no me resultaría muy dificultosa, conocedor como era desde hace mucho tiempo del devenir personal, profesional e investigador de Dionisio Clemente y de su valía en todas esas facetas. De ahí que el trabajo que se me requirió concluyera con estas palabras:

INFORME FAVORABLE A LA CONCESIÓN DE TÍTULO HONORÍFICO DE HIJO PREDILECTO DE LA VILLA DE MALPARTIDA DE PLASENCIA A DON DIONISIO CLEMENTE FERNÁNDEZ, avalando así la propuesta de la Alcaldía del pueblo natal de nuestro paisano, quien merece brillar con luz propia para siempre y con el reconocimiento de las instituciones y las gentes chinatas en los anales de dicha localidad. [Lo cual, debo anotarlo, fue corroborado por la asociación que presido]

Hoy, en este acto institucional, donde el pueblo honra a uno de sus hijos para desarrollar públicamente el acuerdo de pleno leído por el señor alcalde hace un momento, participo de corazón y daré testimonio como cronista en los anales de 2021. Me incumbe también glosar brevemente, una vez más y aun a riesgo de repetirme, la muy ilustre persona de Dionisio Clemente Fernández, Hijo Predilecto del pueblo de nacimiento y al que tanto tiempo y amor dedicó a lo largo de su vida. De manera especial, recurriré a otras voces chinatas que perfilaron su poderosa imagen de hombre bueno, marido y padre ejemplar, profesional docente que deja huella y trabajador intelectual incansable y apasionado en el campo de la investigación bibliográfica en archivos y bibliotecas. Será, pues, un acercamiento coral, compartido, entreverado de voces armónicas de amistad y admiración.  Así, a más de Ana María, me prestan palabras Charo Serrano, Carlos Canelo, Celestino García, Filomeno Serrano, Faustino Rozalén, Juan Miguel Oliva, Santos Paradés y Antonio Garzón.

Su familia nos dice: Nunca es un hombre la mera suma de sus obras, y él fue indudablemente mucho más que eso. Fue maestro de escuela singular, uno de aquellos a los que sus antiguos alumnos reconocen y paran por la calle, porque guardan el recuerdo de quien les educó […] enseñándoles a cultivar su capacidad de razonamiento. (Es decir, añadimos nosotros, un maestro que no solo tuvo alumnos, sino que creó discípulos, los cuales lo consideraban un buen guía para entrar con paso seguro en la vida).  Marido, padre, y abuelo, devoto de su familia, de sus amigos, de sus paisanos, y a los que nunca escatimó tiempo ni esfuerzos cuando lo requerían. Vivió una vida sin necesidad de lujos ni excesos, acaso con los únicos vicios confesos de gustarle la cerveza y consentir a sus nietos. Dormía bien por la noche, como duermen los que lo dan todo durante el día.

Esta caracterización debida a la esposa, hijos, nietos, se refuerza y corrobora con palabras de los amigos y paisanos citados:

Estaba educado en el amor, la solidaridad y el respeto, la dedicación, el esfuerzo y el sacrificio por los demás, que aprendió al calor del brasero, a la lancha de la lumbre, observando los nidos, jugando con el aro y el trompo y cogiendo grillos […] Ha sido y seguirá siendo en la memoria de todos sus paisanos un hombre de buenas cualidades, un chinato del que nos sentimos muy orgullosos, una persona de “pro”, como auguraban y deseaban siempre sus padres y abuelos con aquella expresión “tienes que ser alguien de provecho, hijo”.

O las que inciden en la sencillez, en la discreción, en la humildad, en el recato y en esa cualidad de “afable conversador que, sobre todo, sabía escuchar y hablaba con palabras precisas para emitir opiniones prudentes”.

Testimonios todos coincidentes en la valoración de la personalidad de Dionisio Clemente y que, para el informe citado, sintetizábamos en pocas palabras: Signado por la discreción, la sencillez y la humildad de los sabios, era también un hombre bueno, un cabeza de familia (esposo y padre) ejemplar y un trabajador incansable. Además, un enamorado de la patria chica, del terruño, del lugar de la nacencia. Un chinato de pro, “un chinato que quiso a su pueblo con devoción y del que siempre fue orgulloso representante”.

No hay fisuras, pues, en la valoración personal de Dionisio Clemente Fernández, ni en las opiniones aquí recogidas ni en los incontables testimonios orales que recibimos constantemente de las gentes del pueblo cuando aparece en las conversaciones el nombre de tan ilustre paisano. Idéntica y unánime coincidencia se produce a la hora de afrontar los méritos de Dionisio en lo concerniente a su amor al terruño y a la tarea continuada de indagar acerca de la historia de Malpartida de Plasencia.  Tenemos escrito que es la persona que más saber e información ha recabado y difundido o publicado acerca del pueblo natal y de sus gentes, Malpartida y los chinatos. Ello a través “brillantes y prolijos trabajos de investigación histórica sobre el municipio, su toponimia, sus gentes y su habla, su parroquia, etc. Escritos en los queha revelado los elementos claves de la historia y de la intrahistoria del pueblo” buceando entre “legajos de polvorientos archivos, con dedicación interminable, constante y sacrificada, con el mejor espíritu de servicio y generosidad” (según alguna de las voces que me acompañan). En este sentido, Charo Serrano califica el trabajo de nuestro hombre, rodeado de libros y estudioso siempre, como “trabajo de monjes […]describiendo caligrafías antiguas, en legajos escondidos [cuyas] manos posaron sobre la vieja piel de las portadas”. No erramos si afirmamos que Dionisio Clemente supera, con creces, la aportación de algún ilustre antecesor en la tarea de investigación histórica referida al pueblo natal común. El más lejano en el tiempo y destacado historiador, Fray Alonso Fernández (personaje, creo, muy querido de Dionisio, muy estudiado por él y fuente de valiosas aportaciones para sus trabajos), dedicó una parte de su obra más notable, Historia y anales de la ciudad y obispado de Plasencia, a la patria chica. Dionisio Clemente Fernández, en cambio, ha empleado todo su tiempo de investigación (obras, opúsculos, artículos publicados,  gran cantidad de escritos inéditos) a buscar, desentrañar, analizar, divulgar… las historia y la intrahistoria del pueblo chinato en sus múltiples aspectos y contenidos: los orígenes, el desarrollo secular, sus peculiaridades lingüísticas y socioculturales,  los medios de subsistencia, los monumentos, las personas ilustres, la aventura del Descubrimiento con la colonización y evangelización, las minorías, el aspecto religioso (cofradías, ritos, festividades…), los árboles genealógicos familiares a través del estudio de los patronímicos (usuales  o extraños) del lugar, etc. Nada de lo nuestro ha escapado a la curiosidad de Dionisio Clemente.

Su actividad de investigador consagrado como un monje moderno que se retiraba  a su convento-despacho para el estudio; la alta capacidad intelectual para labrarse un porvenir desde orígenes humildes y además para dedicar tiempo a la pasión investigadora con un objetivo muy concreto: Malpartida y sus gentes, es decir,  la idiosincrasia chinata; el talante humano sobresaliente, la humildad engrandecedora, la afabilidad cercana, la capacidad intelectual y de trabajo inconmensurables, el amor por Malpartida, donde él reposa igual que sus padres, y la entrega desinteresada a los demás… Todo ello nos lo configura como un ejemplo de vida (callado, discreto, humilde, generoso, trabajador). Es un orgullo para todos los chinatos tener entre nosotros a un hombre de semejante categoría humana e intelectual, que ha dejado en nuestro pueblo una huella imperecedera.

En consecuencia, con lo expuesto y reiterado, tampoco hay voces discrepantes a lo que hoy celebramos: que Dionisio Clemente Fernández es Hijo Predilecto de nuestro pueblo, y, por ello, sentimos el orgullo de considerarlo no solo paisano y amigo, sino un hermano del que todos presumimos por el brillo de su luz.

Para concluir, y haciendo mío el simbolismo de la luz, quiero aplicarle a Dionisio algunos rasgos de los que Antonio Machado atribuía a su querido maestro don Francisco Giner de los Ríos cuando este venerado pedagogo y pensador murió:

Y hacia otra luz más pura

partió el hermano de la luz del alba,

del sol de los talleres,

el viejo alegre de la vida santa.

 

Era sencillo, austero hasta la santidad, amigo de las proporciones justas y de las medidas cabales. Era un místico, pero no contemplativo y extático, sino laborioso y activo. […] Su alma vendrá a nosotros en el sol matinal que alumbra los talleres, las moradas del pensamiento y del trabajo.

Me sería difícil encontrar palabras tan acertadas para Dionisio como estas del poeta sevillano. Una especie de santo laico, laborioso y activo. Así era nuestro humilde e ilustre paisano. Bien harán los historiadores chinatos de ahora y los del futuro, es decir, las nuevas generaciones que se acerquen al legado de Dionisio Clemente, en estudiarlo, sistematizarlo, continuarlo… Tienen la suerte de encontrar un camino abierto, de largo y firme recorrido, que debe ser continuado y publicado contando con el patrocinio de las instituciones locales, provinciales y regionales. Es un deber que tenemos contraído con Dionisio Clemente Fernández, quien con todo merecimiento se incorpora a la lista de Hijos Predilectos de Malpartida de Plasencia, su pueblo y el nuestro

No me queda sino, desde el dolor de la pérdida compartido con ellos, felicitar a los seres más queridos de Dionisio  aquí presentes por este honor que recibe, aunque sea a título póstumo, y que ha de llenarles de orgullo y satisfacción.

Muchas gracias. 





lunes, 7 de junio de 2021

CRÓNICA DEL AÑO 2020, MALPARTIDA DE PLASENCIA

    Ya se encuentra en la imprenta la maqueta de la Crónica del año 2020 para  ser editada. Previamente, el cronista había entregado en el Registro del Ayuntamiento el documento, en copia de impresora, con el fin de que lo recibiera y supervisaran el señor alcalde y su Junta de Gobierno,  de que se recoja en los archivos municipales y de que se decidiera la materialización en soporte de libro. Así ha sido dispuesto por la institución, y pronto se hallarán los ejemplares a disposición de los lectores. Cuando así ocurra, se copiará el enlace en las redes y en los blogs para el acceso al documento   de quienes así lo deseen. Los anales de 2020 están marcados, como es obvio, por la  situación de la pandemia del coronavirus que se ha extendido por todo el planeta. 

 ***

    Este es el ENLACE que abre la Crónica 2020 de Malpartida de Plasencia:

DESCARGAR CRÓNICA 2020

    La crónica va precedida de la siguiente dedicatoria:

  La Crónica 2020 de la villa de Malpartida de Plasencia está dedicada a la memoria de todas las personas fallecidas a lo largo del año, las cuales, a causa de la pandemia, no pudieron recibir la despedida adecuada de familiares, amigos y convecinos.       

    He aquí la cubierta, que personaliza el homenaje y la memoria colectiva en la figura de VICENTE MANZANO GARCÍA:

    Y lleva este texto introductorio, recogido también en una entrada anterior:

    "Una vez más, el cronista se enfrenta a la honrosa tarea de plasmar en unos folios el devenir local de Malpartida de Plasencia, su pueblo, y los avatares de sus paisanos a lo largo del año 2020. En esta ocasión, el usual planteamiento de otros años se ha visto alterado sustancialmente, y el relato de los acontecimientos propios de los anales habrá de interrumpirse, como se comprobará unas páginas más adelante, dado que desde un determinado momento los hechos reseñables cronológicamente (celebraciones, actos sociales, competiciones deportivas, días señalados, fiestas, ferias, actividades culturales, etc.) dejaron de producirse, fueron suspendiéndose o retrasándose sine die según dictaba la situación del momento. 

    A la villa del escriba, al igual que al resto del suelo español y lo mismo que a los demás países de Europa y de los otros continentes, había llegado una invasión inesperada, perturbadora y amenazante. Letal, en innumerables ocasiones. Un virus tan desconocido como agresivo, que había iniciado su poder devastador en China a finales de 2019 y cuya expansión por todo el orbe no se hizo esperar. El coronavirus o la COVID19, que así ha sido bautizado, a más del expresivo nombre común para el vulgo de “el bicho”, comenzó a ser una pesadilla entre los españoles, al menos de manera oficial, en la primera quincena de marzo. A partir de esas fechas, todo cambió, de tal manera que la vida cotidiana ya no fue ni siguió igual a como la habíamos vivido en los años anteriores al 2020. Por ello, ha sido modificada también la forma de llevar a cabo y presentar la narración referida a este año anómalo y difícil.

    Teniendo en cuenta la realidad descrita en las líneas precedentes, considera el cronista que no procede un relato al modo de los que ha presentado en 2017, 2018 y 2019, cuyos contenidos han sido publicados en ediciones patrocinadas por el Ayuntamiento de Malpartida y ya ocupan estantes de biblioteca pública o de particulares. En ellos, con profusión de fotografías, se plasmaba un contar cronológico mensual del acontecer cotidiano en la villa de los chinatos. Todo lo cual daba como resultado un opúsculo o libro de más de cien páginas. Ahora el alcance es más limitado, más escueto, más austero si se quiere. En consecuencia, la crónica habrá de circunscribirse a una especie de informe que dará fe de lo más relevante acaecido en la localidad durante el año 2020 en un puñado de páginas que, aunque sometidas a un obligado orden cronológico, no se parcelarán en bloques mensuales como venía haciéndose otros años. Gran parte de los asuntos de anales anteriores no pueden figurar en texto resultante porque los hechos previstos no ocurrieron, es decir, las actividades no se llevaron a cabo". 


jueves, 29 de abril de 2021

EMA VICENTE MANZANO GARCÍA


https://youtu.be/zYhcQ3rxmug

    El enlace nos lleva al vídeo de la inauguración.


    TEXTO DE LA INTERVENCIÓN DEL CRONISTA (Para quienes no puedan acceder al vídeo):

INAUGURACIÓN EMA/VMG      

    Señor presidente de la Diputación de Cáceres, señor alcalde y demás componentes de la Corporación, querido don Santos, querida familia de Vicente, amigos y paisanos:   

    El cronista de la villa suscribe y recogerá en los anales de 2021 lo expuesto por nuestras autoridades sobre la importancia y el significado de una obra como la que se inaugura hoy, y que es el resultado de la transformación en un nuevo espacio de lo que fue el matadero municipal, edificación que había sido llevada a cabo a mediados del siglo pasado. El inmueble, ya bastantes años en desuso, ahora ha sido recuperado no para la alimentación del cuerpo, sino para actividades dirigidas al espíritu, como son las culturales, en este caso las relacionadas con la imagen, con la música y con el teatro. Como hijo y vecino de este pueblo, integrante de una asociación cultural y testigo de los hechos reseñables del lugar, acojo con satisfacción esta nueva sede cultural, y más si se tiene en cuenta que lleva el nombre de VICENTE MANZANO GARCÍA, a quien se dedica el ESPACIO MATADERO ARTE y al que homenajeamos hoy inaugurándolo, cuando hace pocos días se cumplió el primer aniversario de su fallecimiento. Aunque ya no está, Vicente sí llegó a conocer la obra terminada y la denominación asignada a la misma por la Corporación Municipal, por iniciativa del alcalde, Raúl Barrado, el cual recogía también el sentir y la petición de los chinatos, bien de forma individual bien a través de algunas asociaciones cívicas de la localidad.

    Comparto con las gentes chinatas y de otros lugares la satisfacción por el hecho de que se perpetúe, mediante este bello edificio institucional en el paraje de las Higuerillas, la memoria de Vicente Manzano García, paisano, amigo entrañable desde la adolescencia, quinto mío, excelente persona y artista singular. Siento, pues, como honor propio que se le honre a él, tan reacio como era a este tipo de reconocimientos y homenajes. Tanto, que en vida se negó en rotundo a recibir el título honorífico de HIJO PREDILECTO DE MALPARTIDA, que había sido solicitado para él por la asociación que represento aquí hoy y en la que estuvo presente desde aquellos primeros años ochenta: el Colectivo Cultural Chinato. Un merecido honor del pueblo chinato para el que estaba propuesto y que se habría tramitado junto al acuerdo de dar su nombre al Espacio Matadero Arte. Todo ello por impulso del alcalde, quien en todo momento ha expresado la voluntad de llevar a cabo las acciones aludidas en reconocimiento de los méritos personales, cívicos y artísticos de Vicente Manzano por parte de sus paisanos, de su pueblo, al que siempre permaneció unido física y espiritualmente.



    Acerca de Vicente Manzano García se necesitarían páginas y páginas para acercarnos a su inabarcable personalidad. Algunas le tengo dedicadas en el vivir y, tristemente, en el morir, nacidas de la amistad y del cariño, de mi admiración hacia él y hacia su obra pictórica. Nunca olvidaremos su caminar por la vida tan discreto, humilde, sencillo, austero…, en una existencia casi monástica, lejos de pompas, honores, fanfarrias… Apartado de brillos y truenos, pero sin desligarse de la realidad ni del espacio en que ha vivido siempre atento al devenir histórico, social y cultural de su tiempo. Bien puede representarse su vida con unos versos de León Felipe, uno de los poetas de su devoción:



Así es mi vida, /piedra, /como tú. Como tú, /piedra pequeña;/como tú, /piedra ligera;/como tú, /canto que ruedas/por las calzadas/y por las veredas; /como tú, /guijarro humilde de las carreteras;/como tú, /que en días de tormenta/te hundes/en el cieno de la tierra/y luego/centelleas/bajo los cascos/y bajo las ruedas;/como tú, que no has servido/para ser ni piedra /de una lonja, /ni piedra de una audiencia, /ni piedra de un palacio, /ni piedra de una iglesia… Como tú, / piedra pequeña…

    Por eso, no quiero repetir ideas, valoraciones, sentimientos ya expresados, por respeto a él y a su memoria. Los sentimientos se guardan en el corazón. Es momento de dar fe y recalcar los merecimientos motivadores de los actos de esta mañana: perpetuar su nombre en las realidades tangibles del terruño, de la patria chica, que albergan una muestra de su arte, de sus inquietudes culturales, de su generosidad hacia el pueblo de nacimiento y en el que ha transcurrido la mayor parte de la existencia una vez superada la etapa de formación académica. Si en la Casa de la Cultura Maestra Josefa Canales nos dejó -donada al pueblo chinato a través del Ayuntamiento- una amplia serie de cuadros de escritores, artistas, pensadores… (figuras relevantes de la historia), entre los que también están presentes mujeres y hombres de Extremadura, ahora, aquí, en el vestíbulo-sala de exposiciones del Espacio Matadero Arte permanecerá el conjunto de cuadros, “Bailarinas”, donado también en vida para este centro (y digamos, en honor a la verdad, que esa entrega, gratuita y altruista como la anterior, la decidió antes de que se supiera cuál iba a ser el nombre de este espacio). Esta generosidad y desprendimiento de Vicente le llevaba, además, a colaborar con las instituciones, grupos, asociaciones, en actividades culturales y ciudadanas, mediante ilustraciones (dibujos, pinturas) para carteles, folletos y otros documentos divulgativos, y siempre estuvo dispuesto a ayudar con su buen hacer en ese sentido.

  Con el EMA VMG, el pueblo de Malpartida de Plasencia contribuye a apuntalar la pervivencia, y si se me permite, la inmortalidad del artista chinato que le da nombre, Vicente, cuya amplia obra artística y la calidad de la misma se la garantizan por sí mismas. Quienes le hemos tratado desde la cercanía de los afectos, la familia, los amigos, los paisanos, sabemos que él vivirá mientras nosotros vivamos. Pero también nos iremos. Y él permanecerá en los cuadros que pintó; en la luz de las ceras; en los cromatismos intensos de los ocres,  marrones, negros, amarillos; en los contrastes que surgían de su diálogo silencioso con el mundo; en los iconos preferidos como la iglesia y el pueblo, los prados y las callejas; en los innumerables personajes históricos que plasmó en interpretaciones originalísimas y a veces impactantes, merced a su visión crítica, intensa y profunda de la realidad, en que se encuentran los contrarios (la espiritualidad y el más crudo realismo, la paz y el desasosiego, la dulzura y la inquietud, la rabia y el amor), como lo describe con acierto y más ampliamente María Jesús Manzanares Serrano. Esta grande y reconocida artista de nuestro pueblo, que hoy nos acompaña, amiga de Vicente y buena conocedora de su arte, me presta un par de expresiones definitorias: Vicente Manzano “pintaba por placer, sin importar el destino de su obra. Era un animal pictórico”. Y su destino, ya lo apuntaba antes, la inmortalidad. Él vive en su obra, y si como decía el poeta Antonio Machado a la muerte de don Francisco Giner de los Ríos “lleva quien deja, y deja el que ha vivido”, V. Manzano García lleva mucho porque nos ha dejado un abundante bagaje en este mundo, sobre todo en su pueblo.

    Muchas gracias.

 

domingo, 18 de abril de 2021

GERARDO MUÑOZ

 

GERARDO MUÑOZ MUÑOZ (1894-1939)

Del anonimato de la fosa común a la rehabilitación de su buen nombre

                                                                     

“Es deber de los supervivientes rendir testimonio para que los muertos no sean olvidados ni los oscuros sacrificios sean desconocidos. Ojalá estas páginas puedan inspirar un pensamiento piadoso hacia aquellos que fueron silenciados para siempre, exhaustos por el camino o asesinados”. (Françoise Frenkel)

 

                                          

                                                 G. Muñoz (h. 1935), cedida por Celia Muñoz

 

    La fachada número 10 de la calle Real de Malpartida de Plasencia luce una austera y pequeña placa de metacrilato donde se lee: “Aquí nació D. GERARDO MUÑOZ MUÑOZ, Maestro Nacional, gran pedagogo que dio su vida por la libertad de pensamiento. 1894-1939. Excmo. Ayuntamiento de Malpartida de Plasencia. Mayo de 2006”.  Con su descubrimiento en acto público de autoridades y gentes chinatas, que acompañaban a los familiares de Gerardo Muñoz venidos de Madrid, culminaban los afanes de Graciela Ugarte Muñoz por conseguir de la Corporación del pueblo natal de su abuelo una cierta reparación que, al mismo tiempo, era una manifestación beligerante contra el olvido. Se trataba, pues, del reconocimiento público y sencillo homenaje a la vida, sin ocultar las circunstancias de la muerte, de una persona ejemplar tanto en lo privado como en lo público, y no solo en la actividad profesional docente sino también en la acción política en la localidad madrileña de Móstoles. Celia Muñoz y Graciela Ugarte han luchado durante muchos años para rehabilitar el buen nombre del padre y del abuelo, respectivamente.

    Al alba del 24 de junio de 1939, Gerardo Muñoz fue ejecutado junto a las tapias del cementerio de la Almudena de Madrid por un piquete de fusilamiento, que acabó con la vida de otros 28 presos como él de la cárcel de Porlier, los cuales engrosaron la cifra de más de “dos mil personas enterradas en una fosa común y a las que nadie ha podido localizar e identificar”. De aquella Prisión Provincial de Hombres número 1 salían los condenados a morir fusilados. En esa fecha, su mujer, María Unzúe Ortiz, se hallaba también encarcelada y había sido condenada a 30 años de prisión por haber defendido ante el tribunal la trayectoria profesional y política de su esposo. Gerardo, que ya conocía la situación penal de su esposa, escribió por última vez a a los seres más queridos:  una carta a su hermana Isabel en la que iba el poema “El pañuelo” para su hija pequeña, Marilí, incluido en dicha misiva de fecha 22 de junio de 1939, y la composición “Siempre en ti (A mi esposa María Unzúe)”. Son escritos de quien se sabe ya, con serenidad, cerca de la otra orilla y cuya lectura suscita una emoción difícil de expresar con palabras. Faltaban poco más de 24 horas para su ejecución en la onomástica de san Juan, día en que la familia confiaba verlo dentro de la cárcel a la hora de visitas, según les había concertado un conocido de sentimientos humanitarios. Gritos y llantos de dolor llenarían aquella mañana aciaga los aledaños de la cárcel, una vez recibidas las escasas pertenencias de Gerardo por quienes anhelaban abrazarse con él.

Había nacido Gerardo en una familia humilde de Malpartida de Plasencia y era el cuarto de los hijos de Bruno Muñoz Garzón, jornalero del campo, y de Tomasa Muñoz Canelo, ambos chinatos como los demás ascendientes familiares. Otros cuatro hijos, Julio, Vicente, Eulalia y Domingo completaban la familia numerosa. La muerte temprana de Bruno (¿1905?) determinó que Tomasa, falta de recursos económicos, ingresara a sus dos hijos mayores, Gerardo y Julio, en el Colegio de San Calixto de Plasencia, internado para niños huérfanos pobres. Cursado el bachiller en el orfanato, estudió Magisterio en la modalidad libre en la Escuela Superior de Maestros de Salamanca (1911-1913), y en septiembre de 1913 superó la Reválida y obtuvo el Título de Maestro de Primera Enseñanza. Recién titulado y con 19 años, hubo de cumplir los deberes para con la patria y el rey en Madrid, durante los preceptivos tres años de milicia de entonces. Allí conoció a María Unzúe, y entre ellos nació un amor para toda la vida, un amor de los que “trascienden al tiempo y al espacio”, es decir, un amor más allá de la muerte, como explicitan testimonios escritos de quien, tan pronto, sería luego su viuda.

María y Gerardo se casaron en noviembre de 1921 y se instalaron en Móstoles, donde él había sido destinado como maestro. Bien puede afirmarse que el matrimonio vivió una etapa de “felices años veinte” particulares, década en que les nacieron sus cinco hijos (Mª Pilar, Celia, Gerardo, Rafael y Mª Eulalia); establecieron relaciones sociales en el lugar: contaron con la amistad de los representantes de las fuerzas vivas (alcalde, cura, médico), con quienes Gerardo echaba la partida de mus, aunque después estos mostoleños serían los Judas del maestro. Se mantuvo vinculado al pueblo natal mediante colaboraciones para el periódico El Gladiador. Suscrito al diario El Sol y a la Revista de Occidente, se adscribía así a la orientación intelectual orteguiana del momento. En la profesión, estaba catalogado como un buen maestro, de talante humanitario, propenso a ayudar siempre a los más necesitados de sus alumnos. En estos primeros años de la década, sus cuatro hermanos y su madre, Tomasa Muñoz, habían emigrado a la Argentina, donde Eulalia casaría con el pintor José Canelo, paisano afincado hacía varios años en Buenos Aires.

    En Móstoles, aparte la docencia y la vida familiar, Gerardo Muñoz se implicaría enseguida en la actividad política y sindical desde la afiliación a la FETE (Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza) y la militancia en Izquierda Republicana de Manuel Azaña. Llegada la República, participaba en las actividades de la Casa del Pueblo, en la difusión institucional de la cultura y creación de bibliotecas escolares; ello le llevó a relacionarse con Alejandro Casona, a la sazón inspector del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, quien le proporcionó libros, incluidas todas sus obras, para la escuela de Móstoles. El inicio de la guerra provoca la interrupción de las clases, y la familia se traslada a Madrid a casa de Lucía Ortiz, madre de María, dejando todas sus pertenencias en Móstoles, y que nunca ya recuperarían.

    Gerardo Muñoz formó parte de las Milicias de la Cultura del Frente del Centro, prestó servicios de inspector de Contabilidad del MIP y BA, enseñaba a los milicianos en una especie de clases de trinchera. Era la guerra. Los hijos de Gerardo y María, excepto la mayor, Pilar, que permaneció junto a los padres en casa de la abuela, fueron enviados a la colonia escolar “Luis Monreal” en Cuenca. Cuando se colegía la derrota de la República, Gerardo no creyó conveniente salir de España como le había propuesto su primo Agustín Mateos Muñoz, catedrático de Filosofía, quien cruzaría la frontera francesa en febrero de 1939 para después embarcar en el Sinaia hacia el exilio en México. Prefirió ir al frente alistado en el Batallón de Ingenieros, donde estuvo hasta marzo de 1939. Entonces, cuando quiso contactar con Agustín, ya no lo encontró y fue imposible la huida. En Alicante fue detenido y encerrado en los campos de concentración de Los Almendros y de Albatera, dos de aquellos inhumanos recintos de reclusión y tortura para miles de republicanos, los cuales habían ido llegando al puerto alicantino con la intención de embarcar y escapar de la represión de los vencedores. Hay correspondencia con su mujer de esas fechas.  Ella fue detenida en Madrid en abril y encerrada en la prisión de mujeres de Ventas el 2 de mayo 1939, acusada de pertenecer al Comité Rojo.

    A instancias del hermano del cura de Móstoles, Gerardo fue trasladado desde Albatera a Madrid en un ataúd y, por las calles de Móstoles, sometido a todo tipo de insultos y humillaciones. Acusado del delito de auxilio a la rebelión, ingresó en la cárcel de Yeserías el 18 de mayo de 1939, y enseguida fue trasladado a la prisión Porlier, donde recibe la visita de la familia en dos o tres ocasiones. El 24 de mayo fue sometido a juicio sumarísimo y condenado a pena de muerte, a pesar de reconocérsele ajeno a cualquier delito de sangre, pero considerando que “una persona como él puede abrir los ojos a otros y no conviene al régimen”. Al mismo tiempo, la esposa, continuaba en la cárcel de Ventas, y en consejo de guerra a primeros de junio fue condenada a 30 años de reclusión mayor. Sería trasladada a Santander, a un convento prisión, tres días después de la ejecución de su marido. A María Unzúe se le conmutó la pena de 30 años por la de 8 en 1940.

    La mañana del 24 de junio de 1939, como veíamos al principio, permanecería imborrable en la memoria de los hijos y demás familiares de Gerardo Muñoz. Pero la voracidad vengativa y represora del nuevo régimen no quedaba saciada con los muertos de junto a las tapias de los cementerios, ya que al baldón de la condena y de la muerte inicuas había de añadirse el de la depuración a la que, así Gerardo, fueron sometidos miles de maestros. La tramitación del expediente depurador contra el maestro Gerardo Muñoz Muñoz, a cargo de la Comisión Depuradora del Magisterio de Madrid número 4, contó con los deplorables y devastadores informes de varios ciudadanos mostoleños, quienes unos años antes figuraban en el círculo de amistades del matrimonio Muñoz-Unzúe. Así, el alcalde, el párroco y el médico, unidos al de la Guardia Civil y al jefe local de la Falange, manifestaron con ensañamiento falsedades gravemente inculpatorias contra el maestro. Todos aquellos caínes figuran en sendas declaraciones con nombres y apellidos rubricados por ellos mismos.

    La resolución del expediente depurador, esperable incluso sin el aporte de declaraciones tan tendenciosas y condenatorias, fue la consabida para tantos maestros como la sufrieron, vivos o muertos: separación definitiva del servicio, baja en el escalafón y pérdida de todos los derechos que pudieran haberse adquirido durante el ejercicio del magisterio. De esta forma, el castigo alcanzaba a la familia del depurado, pues ningún derecho ni asistencia le correspondería en el futuro. El 19 de mayo de 1941, casi dos años después de la ejecución de Gerardo Muñoz, era publicada en el BOE su depuración “por irreligiosidad y ateísmo”, resultado de un expediente iniciado un año después de su muerte y en una tramitación llena de imprecisiones, desconocimientos y mentiras. 

    Para comprender en toda su magnitud el sentido de lo expuesto acerca del maestro y paisano Gerardo Muñoz, sería necesario empaparse del informe citado de Graziela Ugarte, su nieta, y de las aportaciones orales de Celia Muñoz, su hija. De ambas soy deudor. Ellas han proporcionado documentación y vivencias abundantes para publicaciones y actos públicos de memoria y homenaje a los maestros mártires, promovidos por instituciones estatales, organizaciones privadas e investigadores enfrentados a la desmemoria y al olvido. A ese fin, a pesar de su limitado alcance, se suma este artículo.

LECTURA EN TIEMPO DE TEMPESTAD

 Pandemia y literatura *

                                                                                                                                              

La pandemia del nefasto bisiesto 2020 ha provocado reacciones de todo tipo en la ciudadanía, unas espontáneas y otras inducidas. Consejos y hasta consignas por doquier; mecanismos individuales de defensa, también. Entre las múltiples respuestas a la agresión y al miedo consecuente, caben escribir y leer, por ejemplo. En mi caso, confieso que he leído alternando esos momentos con otras actividades, al igual que están haciendo otras muchas personas.  Continúo leyendo en un tiempo amenazante e incierto, como la vida misma, ahora aumentado el desconcierto a causa del virus. Pero vayamos a los libros.

El denso bagaje de reflexión filosófica existencial de La montaña mágica, en una relectura tan intensa como la primera ya lejana, se vio complementado por la carga social, redentora y romántica de Los miserables, con todo el cúmulo de datos históricos acerca de batallas napoleónicas, conventos españoles, cloacas parisienses, etc., que ralentizan una acción atractiva y llena de peripecias. Rescatada de las estanterías, he leído esta obra de Hugo con idéntico afán con que hace ya mucho tiempo encontré a Quasimodo en el incomparable escenario de Nôtre Dame, donde el deforme campanero sufría de amor por la gitana Esmeralda. Obligados son este año los textos galdosianos y, leídas y releídas hace tiempo algunas de sus imprescindibles novelas, tocaba ahora volver a entrar en los Episodios, dada la perenne admiración que don Benito muestra en ellos por Cervantes. Reconocida como la más lograda y atractiva, he completado, pues, la primera serie compartiendo penas y alegrías con Gabriel Araceli en El 19 de marzo y el 2 de mayo, La corte de Carlos IV, Napoleón en Chamartín, Juan Martín el Empecinado y La batalla de los Arapiles. A última hora, El doctor Centeno me ha vuelto a llevar callejeando a los barrios madrileños, tan galdosianos, acompañado de personajes inolvidables (Felipe Centeno, Alejandro Miquis, Ido del Sagrario, Pedro Polo), entre los cuales la conmovedora relación de Centeno y  Miquis, criado y amo, me remitía en muchos aspectos a los personajes centrales de Misericordia.

Era un deber el contacto con la orilla hispanoamericana. Bryce de Echenique, en La vida exagerada de Martín Romaña, aparte de llevarme otra vez al París que conocí en 1967, me recordó, irónico y escéptico, los grupos de izquierda, sobre todo los comunistas, y el mayo del 68. Es decir, el desencanto y la crítica hacia la deriva de aquellos jóvenes progres cuando regresaron a su país, Perú: olvidaron la lucha, cambiaron la indumentaria y ocuparon altos cargos en la administración. Círculos y células aquellos de los años sesenta de los que son herederos algunos más actuales, los cuales han confluido en su cuadratura, como los peruanos, en ministerios conyugales, imponentes mansiones, flota de carros oficiales y un largo etcétera de incongruencias éticas y estéticas en la orilla de acá.  De allá también, una vuelta a las siempre admiradas ramificaciones del realismo mágico a través de la sorprendente experiencia de El murmullo de las abejas, de la mexicana Sofía Segovia. El inolvidable personaje de Simonopio y sus abejas nos configuran, una vez más, el inefable mundo de la creación literaria, que, sin desligarse de la realidad, nos adentra en la maravillosa aventura de leer desde la imaginación, el sentimiento y la pasión por el ser humano. También en la orilla de allá, he vuelto a encontrarme con Los pasos perdidos, de Alejo Carpentier, una de las grandes creaciones que abrieron la puerta a la exitosa narrativa hispanoamericana del siglo pasado. París es un icono en mi vida, una atracción irresistible, un reiterado anhelo. Al hilo de las lecturas, vienen a cuento las palabras de Walter Benjamin citadas por George Steiner y Cécile Ladjali en Elogio de la transmisión: “Ninguna ciudad está tan íntimamente ligada a los libros como París […]. París es la gran sala de lectura de una biblioteca cruzada por el Sena”. El papel relevante de la Ciudad de la Luz me lo refuerza Edmund White, París, con quien he recorrido itinerarios desconocidos que se suman al París deslumbrante para mí por primera vez en los años sesenta. También Modiano, a quien cito más abajo, me ata a París. Quedaba aún perderse en los libros desde sus orígenes y acompañarlos en un periplo secular de civilizaciones, pueblos y bibliotecas, desde los tiempos remotos hasta los actuales: un viaje fascinante con Irene Vallejo en El infinito en un junco, reciente Premio Nacional de Ensayo.

Desgracia (Coetzee), El amor puro y Un recuerdo indecente (Agustina Izquierdo), El honor perdido de Katharina Blum (H. Boll),  Señorita (J. Eslava Galán), La peste (Camus), Paradero desconocido (K. Taylor), Alondra (D. Kosztolányi), El barón rampante (I. Calvino), Una comedia ligera (E. Mendoza), No te muevas (M. Manzzantini), La mina (López Salinas), El Danubio (C. Magris), City (A. Baricco), Fin de temporada (Martínez de Pisón), Corazón de Ulises (J. Pérez Reverte), Las ratas (M. Delibes), La peor parte. Memorias de amor (F. Savater), El cero y el infinito (A. Koestler), Yo, comandante de Auswitz (R.Höss), Homenaje a Cataluña (George Orwell), El proceso (F. Kafka), Los viajes extremeños de Miguel de Unamuno (A. Navarra Ordoño), Viaje a las escuelas de España. Extremadura (Luis Bello), El café de la juventud perdida (P. Modiano), Mi vida (M. Chagall), Bonjour tristesse (Françoise Sagan), El libro de Monelle (Marcel Schwob), Nadja (André Breton), Borges A/Z. La Biblioteca de Babel (J.L. Borges), Una nihilista (Sofia Kovalevskaia), El grito congelado (Vicente Rodríguez Lázaro).  En definitiva y a más de ciertas visitas a la poesía, lecturas y relecturas sin mucho orden ni concierto, esto es, sin un plan predeterminado; descubrimientos y reencuentros, sugerencias para seguir explorando horizontes literarios.

Quiero terminar estas impresiones de lector con un breve apunte para resaltar dos aportaciones especialmente enriquecedoras. Por un lado, mi retorno el ensayo Las armas y las letras. Literatura y Guerra Civil 1936-1939, de Andrés Trapiello, cuya primera lectura cuando fue publicado, aparte descubrirme obras y autores de calidad, me confirmó algunas convicciones acerca de los dogmatismos ideológicos. Muy en síntesis: ni la verdad, ni la calidad, ni la bondad son patrimonio de la izquierda ni de la derecha; ni de los perdedores ni de los vencedores de una nefasta contienda fratricida. Deben erradicarse, pues, los sectarismos, las presuposiciones, la división maniquea de los españoles, sean escritores o ciudadanos del común, en “buenos y malos”, en “ellos y nosotros”. La otra línea, apetecible y encomiable, me llega de la literatura de viajes. En concreto, de artículos y ensayos referidos a Extremadura, algunos de cuyos títulos he citado. De nuevo, Miguel de Unamuno (Yuste, la Vera de Plasencia, Trujillo, las Hurdes…), y el hilo lleva al ovillo: Luis Bello, Ciro Bayo y otros. Un atractivo recorrido final, por ahora, ampliable en tanto que amenazas y confinamientos perduren.

                                                              (Publicado en Aires Chinatos, número de enero-marzo, 2021)              

PROLONGADO SILENCIO... SEGUIMOS ACTIVOS


                                           

Lamenta el cronista la apatía en que le ha sumido un tiempo convulso y extraño, una situación que ha alterado la vida "normal" en todos los países del planeta. El relato de lo acontecido en la villa de Malpartida de Plasencia a lo largo del bisiesto y nefasto 2020 está ya escrita, aunque no publicada. Las circunstancias imponen una forma diferente de afrontar el relato, que se explica brevemente en esta parte introductoria que transcribo:

"Una vez más, el cronista se enfrenta a la honrosa tarea de plasmar en unos folios el devenir local de Malpartida de Plasencia, su pueblo, y los avatares de sus paisanos a lo largo del año 2020. En esta ocasión, el usual planteamiento de otros años se ha visto alterado sustancialmente, y el relato de los acontecimientos propios de los anales habrá de interrumpirse, como se comprobará unas páginas más adelante, dado que desde un determinado momento los hechos reseñables cronológicamente (celebraciones, actos sociales, competiciones deportivas, días señalados, fiestas, ferias, actividades culturales, etc.) dejaron de producirse, fueron suspendiéndose o retrasándose sine die según dictaba la situación del momento.

A la villa del escriba, al igual que al resto del suelo español y lo mismo que a los demás países de Europa y de los otros continentes, había llegado una invasión inesperada, perturbadora y amenazante. Letal, en innumerables ocasiones. Un virus tan desconocido como agresivo, que había iniciado su poder devastador en China a finales de 2019 y cuya expansión por todo el orbe no se hizo esperar. El coronavirus o la COVID19, que así ha sido bautizado, a más del expresivo nombre común para el vulgo de “el bicho”, comenzó a ser una pesadilla entre los españoles, al menos de manera oficial, en la primera quincena de marzo. A partir de esas fechas, todo cambió, de tal manera que la vida cotidiana ya no fue ni siguió igual a como la habíamos vivido en los años anteriores al 2020. Por ello, ha sido modificada también la forma de llevar a cabo y presentar la narración referida a este año anómalo y difícil.

Teniendo en cuenta la realidad descrita en las líneas precedentes, considera el cronista que no procede un relato al modo de los que ha presentado en 2017, 2018 y 2019, cuyos contenidos han sido publicados en ediciones patrocinadas por el Ayuntamiento de Malpartida y ya ocupan estantes de biblioteca pública o de particulares. En ellos, con profusión de fotografías, se plasmaba un contar cronológico mensual del acontecer cotidiano en la villa de los chinatos. Todo lo cual daba como resultado un opúsculo o libro de más de cien páginas. Ahora el alcance es más limitado, más escueto, más austero si se quiere. En consecuencia, la crónica habrá de circunscribirse a una especie de informe que dará fe de lo más relevante acaecido en la localidad durante el año 2020 en un puñado de páginas que, aunque sometidas a un obligado orden cronológico, no se parcelarán en bloques mensuales como venía haciéndose otros años. Gran parte de los asuntos de anales anteriores no pueden figurar en texto resultante porque los hechos previstos no ocurrieron, es decir, las actividades no se llevaron a cabo".

No obstante el contenido de la cita precedente, en entradas anteriores han sido narrados algunos hechos del pasado año. Muy escasos, cierto es. Las siguientes aportaciones quieren tener más continuidad, y cabe también incluir entre ellas algunas referidas a ciertos aconteceres de 2020.