jueves, 29 de abril de 2021

EMA VICENTE MANZANO GARCÍA


https://youtu.be/zYhcQ3rxmug

    El enlace nos lleva al vídeo de la inauguración.


    TEXTO DE LA INTERVENCIÓN DEL CRONISTA (Para quienes no puedan acceder al vídeo):

INAUGURACIÓN EMA/VMG      

    Señor presidente de la Diputación de Cáceres, señor alcalde y demás componentes de la Corporación, querido don Santos, querida familia de Vicente, amigos y paisanos:   

    El cronista de la villa suscribe y recogerá en los anales de 2021 lo expuesto por nuestras autoridades sobre la importancia y el significado de una obra como la que se inaugura hoy, y que es el resultado de la transformación en un nuevo espacio de lo que fue el matadero municipal, edificación que había sido llevada a cabo a mediados del siglo pasado. El inmueble, ya bastantes años en desuso, ahora ha sido recuperado no para la alimentación del cuerpo, sino para actividades dirigidas al espíritu, como son las culturales, en este caso las relacionadas con la imagen, con la música y con el teatro. Como hijo y vecino de este pueblo, integrante de una asociación cultural y testigo de los hechos reseñables del lugar, acojo con satisfacción esta nueva sede cultural, y más si se tiene en cuenta que lleva el nombre de VICENTE MANZANO GARCÍA, a quien se dedica el ESPACIO MATADERO ARTE y al que homenajeamos hoy inaugurándolo, cuando hace pocos días se cumplió el primer aniversario de su fallecimiento. Aunque ya no está, Vicente sí llegó a conocer la obra terminada y la denominación asignada a la misma por la Corporación Municipal, por iniciativa del alcalde, Raúl Barrado, el cual recogía también el sentir y la petición de los chinatos, bien de forma individual bien a través de algunas asociaciones cívicas de la localidad.

    Comparto con las gentes chinatas y de otros lugares la satisfacción por el hecho de que se perpetúe, mediante este bello edificio institucional en el paraje de las Higuerillas, la memoria de Vicente Manzano García, paisano, amigo entrañable desde la adolescencia, quinto mío, excelente persona y artista singular. Siento, pues, como honor propio que se le honre a él, tan reacio como era a este tipo de reconocimientos y homenajes. Tanto, que en vida se negó en rotundo a recibir el título honorífico de HIJO PREDILECTO DE MALPARTIDA, que había sido solicitado para él por la asociación que represento aquí hoy y en la que estuvo presente desde aquellos primeros años ochenta: el Colectivo Cultural Chinato. Un merecido honor del pueblo chinato para el que estaba propuesto y que se habría tramitado junto al acuerdo de dar su nombre al Espacio Matadero Arte. Todo ello por impulso del alcalde, quien en todo momento ha expresado la voluntad de llevar a cabo las acciones aludidas en reconocimiento de los méritos personales, cívicos y artísticos de Vicente Manzano por parte de sus paisanos, de su pueblo, al que siempre permaneció unido física y espiritualmente.



    Acerca de Vicente Manzano García se necesitarían páginas y páginas para acercarnos a su inabarcable personalidad. Algunas le tengo dedicadas en el vivir y, tristemente, en el morir, nacidas de la amistad y del cariño, de mi admiración hacia él y hacia su obra pictórica. Nunca olvidaremos su caminar por la vida tan discreto, humilde, sencillo, austero…, en una existencia casi monástica, lejos de pompas, honores, fanfarrias… Apartado de brillos y truenos, pero sin desligarse de la realidad ni del espacio en que ha vivido siempre atento al devenir histórico, social y cultural de su tiempo. Bien puede representarse su vida con unos versos de León Felipe, uno de los poetas de su devoción:



Así es mi vida, /piedra, /como tú. Como tú, /piedra pequeña;/como tú, /piedra ligera;/como tú, /canto que ruedas/por las calzadas/y por las veredas; /como tú, /guijarro humilde de las carreteras;/como tú, /que en días de tormenta/te hundes/en el cieno de la tierra/y luego/centelleas/bajo los cascos/y bajo las ruedas;/como tú, que no has servido/para ser ni piedra /de una lonja, /ni piedra de una audiencia, /ni piedra de un palacio, /ni piedra de una iglesia… Como tú, / piedra pequeña…

    Por eso, no quiero repetir ideas, valoraciones, sentimientos ya expresados, por respeto a él y a su memoria. Los sentimientos se guardan en el corazón. Es momento de dar fe y recalcar los merecimientos motivadores de los actos de esta mañana: perpetuar su nombre en las realidades tangibles del terruño, de la patria chica, que albergan una muestra de su arte, de sus inquietudes culturales, de su generosidad hacia el pueblo de nacimiento y en el que ha transcurrido la mayor parte de la existencia una vez superada la etapa de formación académica. Si en la Casa de la Cultura Maestra Josefa Canales nos dejó -donada al pueblo chinato a través del Ayuntamiento- una amplia serie de cuadros de escritores, artistas, pensadores… (figuras relevantes de la historia), entre los que también están presentes mujeres y hombres de Extremadura, ahora, aquí, en el vestíbulo-sala de exposiciones del Espacio Matadero Arte permanecerá el conjunto de cuadros, “Bailarinas”, donado también en vida para este centro (y digamos, en honor a la verdad, que esa entrega, gratuita y altruista como la anterior, la decidió antes de que se supiera cuál iba a ser el nombre de este espacio). Esta generosidad y desprendimiento de Vicente le llevaba, además, a colaborar con las instituciones, grupos, asociaciones, en actividades culturales y ciudadanas, mediante ilustraciones (dibujos, pinturas) para carteles, folletos y otros documentos divulgativos, y siempre estuvo dispuesto a ayudar con su buen hacer en ese sentido.

  Con el EMA VMG, el pueblo de Malpartida de Plasencia contribuye a apuntalar la pervivencia, y si se me permite, la inmortalidad del artista chinato que le da nombre, Vicente, cuya amplia obra artística y la calidad de la misma se la garantizan por sí mismas. Quienes le hemos tratado desde la cercanía de los afectos, la familia, los amigos, los paisanos, sabemos que él vivirá mientras nosotros vivamos. Pero también nos iremos. Y él permanecerá en los cuadros que pintó; en la luz de las ceras; en los cromatismos intensos de los ocres,  marrones, negros, amarillos; en los contrastes que surgían de su diálogo silencioso con el mundo; en los iconos preferidos como la iglesia y el pueblo, los prados y las callejas; en los innumerables personajes históricos que plasmó en interpretaciones originalísimas y a veces impactantes, merced a su visión crítica, intensa y profunda de la realidad, en que se encuentran los contrarios (la espiritualidad y el más crudo realismo, la paz y el desasosiego, la dulzura y la inquietud, la rabia y el amor), como lo describe con acierto y más ampliamente María Jesús Manzanares Serrano. Esta grande y reconocida artista de nuestro pueblo, que hoy nos acompaña, amiga de Vicente y buena conocedora de su arte, me presta un par de expresiones definitorias: Vicente Manzano “pintaba por placer, sin importar el destino de su obra. Era un animal pictórico”. Y su destino, ya lo apuntaba antes, la inmortalidad. Él vive en su obra, y si como decía el poeta Antonio Machado a la muerte de don Francisco Giner de los Ríos “lleva quien deja, y deja el que ha vivido”, V. Manzano García lleva mucho porque nos ha dejado un abundante bagaje en este mundo, sobre todo en su pueblo.

    Muchas gracias.

 

domingo, 18 de abril de 2021

GERARDO MUÑOZ

 

GERARDO MUÑOZ MUÑOZ (1894-1939)

Del anonimato de la fosa común a la rehabilitación de su buen nombre

                                                                     

“Es deber de los supervivientes rendir testimonio para que los muertos no sean olvidados ni los oscuros sacrificios sean desconocidos. Ojalá estas páginas puedan inspirar un pensamiento piadoso hacia aquellos que fueron silenciados para siempre, exhaustos por el camino o asesinados”. (Françoise Frenkel)

 

                                          

                                                 G. Muñoz (h. 1935), cedida por Celia Muñoz

 

    La fachada número 10 de la calle Real de Malpartida de Plasencia luce una austera y pequeña placa de metacrilato donde se lee: “Aquí nació D. GERARDO MUÑOZ MUÑOZ, Maestro Nacional, gran pedagogo que dio su vida por la libertad de pensamiento. 1894-1939. Excmo. Ayuntamiento de Malpartida de Plasencia. Mayo de 2006”.  Con su descubrimiento en acto público de autoridades y gentes chinatas, que acompañaban a los familiares de Gerardo Muñoz venidos de Madrid, culminaban los afanes de Graciela Ugarte Muñoz por conseguir de la Corporación del pueblo natal de su abuelo una cierta reparación que, al mismo tiempo, era una manifestación beligerante contra el olvido. Se trataba, pues, del reconocimiento público y sencillo homenaje a la vida, sin ocultar las circunstancias de la muerte, de una persona ejemplar tanto en lo privado como en lo público, y no solo en la actividad profesional docente sino también en la acción política en la localidad madrileña de Móstoles. Celia Muñoz y Graciela Ugarte han luchado durante muchos años para rehabilitar el buen nombre del padre y del abuelo, respectivamente.

    Al alba del 24 de junio de 1939, Gerardo Muñoz fue ejecutado junto a las tapias del cementerio de la Almudena de Madrid por un piquete de fusilamiento, que acabó con la vida de otros 28 presos como él de la cárcel de Porlier, los cuales engrosaron la cifra de más de “dos mil personas enterradas en una fosa común y a las que nadie ha podido localizar e identificar”. De aquella Prisión Provincial de Hombres número 1 salían los condenados a morir fusilados. En esa fecha, su mujer, María Unzúe Ortiz, se hallaba también encarcelada y había sido condenada a 30 años de prisión por haber defendido ante el tribunal la trayectoria profesional y política de su esposo. Gerardo, que ya conocía la situación penal de su esposa, escribió por última vez a a los seres más queridos:  una carta a su hermana Isabel en la que iba el poema “El pañuelo” para su hija pequeña, Marilí, incluido en dicha misiva de fecha 22 de junio de 1939, y la composición “Siempre en ti (A mi esposa María Unzúe)”. Son escritos de quien se sabe ya, con serenidad, cerca de la otra orilla y cuya lectura suscita una emoción difícil de expresar con palabras. Faltaban poco más de 24 horas para su ejecución en la onomástica de san Juan, día en que la familia confiaba verlo dentro de la cárcel a la hora de visitas, según les había concertado un conocido de sentimientos humanitarios. Gritos y llantos de dolor llenarían aquella mañana aciaga los aledaños de la cárcel, una vez recibidas las escasas pertenencias de Gerardo por quienes anhelaban abrazarse con él.

Había nacido Gerardo en una familia humilde de Malpartida de Plasencia y era el cuarto de los hijos de Bruno Muñoz Garzón, jornalero del campo, y de Tomasa Muñoz Canelo, ambos chinatos como los demás ascendientes familiares. Otros cuatro hijos, Julio, Vicente, Eulalia y Domingo completaban la familia numerosa. La muerte temprana de Bruno (¿1905?) determinó que Tomasa, falta de recursos económicos, ingresara a sus dos hijos mayores, Gerardo y Julio, en el Colegio de San Calixto de Plasencia, internado para niños huérfanos pobres. Cursado el bachiller en el orfanato, estudió Magisterio en la modalidad libre en la Escuela Superior de Maestros de Salamanca (1911-1913), y en septiembre de 1913 superó la Reválida y obtuvo el Título de Maestro de Primera Enseñanza. Recién titulado y con 19 años, hubo de cumplir los deberes para con la patria y el rey en Madrid, durante los preceptivos tres años de milicia de entonces. Allí conoció a María Unzúe, y entre ellos nació un amor para toda la vida, un amor de los que “trascienden al tiempo y al espacio”, es decir, un amor más allá de la muerte, como explicitan testimonios escritos de quien, tan pronto, sería luego su viuda.

María y Gerardo se casaron en noviembre de 1921 y se instalaron en Móstoles, donde él había sido destinado como maestro. Bien puede afirmarse que el matrimonio vivió una etapa de “felices años veinte” particulares, década en que les nacieron sus cinco hijos (Mª Pilar, Celia, Gerardo, Rafael y Mª Eulalia); establecieron relaciones sociales en el lugar: contaron con la amistad de los representantes de las fuerzas vivas (alcalde, cura, médico), con quienes Gerardo echaba la partida de mus, aunque después estos mostoleños serían los Judas del maestro. Se mantuvo vinculado al pueblo natal mediante colaboraciones para el periódico El Gladiador. Suscrito al diario El Sol y a la Revista de Occidente, se adscribía así a la orientación intelectual orteguiana del momento. En la profesión, estaba catalogado como un buen maestro, de talante humanitario, propenso a ayudar siempre a los más necesitados de sus alumnos. En estos primeros años de la década, sus cuatro hermanos y su madre, Tomasa Muñoz, habían emigrado a la Argentina, donde Eulalia casaría con el pintor José Canelo, paisano afincado hacía varios años en Buenos Aires.

    En Móstoles, aparte la docencia y la vida familiar, Gerardo Muñoz se implicaría enseguida en la actividad política y sindical desde la afiliación a la FETE (Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza) y la militancia en Izquierda Republicana de Manuel Azaña. Llegada la República, participaba en las actividades de la Casa del Pueblo, en la difusión institucional de la cultura y creación de bibliotecas escolares; ello le llevó a relacionarse con Alejandro Casona, a la sazón inspector del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, quien le proporcionó libros, incluidas todas sus obras, para la escuela de Móstoles. El inicio de la guerra provoca la interrupción de las clases, y la familia se traslada a Madrid a casa de Lucía Ortiz, madre de María, dejando todas sus pertenencias en Móstoles, y que nunca ya recuperarían.

    Gerardo Muñoz formó parte de las Milicias de la Cultura del Frente del Centro, prestó servicios de inspector de Contabilidad del MIP y BA, enseñaba a los milicianos en una especie de clases de trinchera. Era la guerra. Los hijos de Gerardo y María, excepto la mayor, Pilar, que permaneció junto a los padres en casa de la abuela, fueron enviados a la colonia escolar “Luis Monreal” en Cuenca. Cuando se colegía la derrota de la República, Gerardo no creyó conveniente salir de España como le había propuesto su primo Agustín Mateos Muñoz, catedrático de Filosofía, quien cruzaría la frontera francesa en febrero de 1939 para después embarcar en el Sinaia hacia el exilio en México. Prefirió ir al frente alistado en el Batallón de Ingenieros, donde estuvo hasta marzo de 1939. Entonces, cuando quiso contactar con Agustín, ya no lo encontró y fue imposible la huida. En Alicante fue detenido y encerrado en los campos de concentración de Los Almendros y de Albatera, dos de aquellos inhumanos recintos de reclusión y tortura para miles de republicanos, los cuales habían ido llegando al puerto alicantino con la intención de embarcar y escapar de la represión de los vencedores. Hay correspondencia con su mujer de esas fechas.  Ella fue detenida en Madrid en abril y encerrada en la prisión de mujeres de Ventas el 2 de mayo 1939, acusada de pertenecer al Comité Rojo.

    A instancias del hermano del cura de Móstoles, Gerardo fue trasladado desde Albatera a Madrid en un ataúd y, por las calles de Móstoles, sometido a todo tipo de insultos y humillaciones. Acusado del delito de auxilio a la rebelión, ingresó en la cárcel de Yeserías el 18 de mayo de 1939, y enseguida fue trasladado a la prisión Porlier, donde recibe la visita de la familia en dos o tres ocasiones. El 24 de mayo fue sometido a juicio sumarísimo y condenado a pena de muerte, a pesar de reconocérsele ajeno a cualquier delito de sangre, pero considerando que “una persona como él puede abrir los ojos a otros y no conviene al régimen”. Al mismo tiempo, la esposa, continuaba en la cárcel de Ventas, y en consejo de guerra a primeros de junio fue condenada a 30 años de reclusión mayor. Sería trasladada a Santander, a un convento prisión, tres días después de la ejecución de su marido. A María Unzúe se le conmutó la pena de 30 años por la de 8 en 1940.

    La mañana del 24 de junio de 1939, como veíamos al principio, permanecería imborrable en la memoria de los hijos y demás familiares de Gerardo Muñoz. Pero la voracidad vengativa y represora del nuevo régimen no quedaba saciada con los muertos de junto a las tapias de los cementerios, ya que al baldón de la condena y de la muerte inicuas había de añadirse el de la depuración a la que, así Gerardo, fueron sometidos miles de maestros. La tramitación del expediente depurador contra el maestro Gerardo Muñoz Muñoz, a cargo de la Comisión Depuradora del Magisterio de Madrid número 4, contó con los deplorables y devastadores informes de varios ciudadanos mostoleños, quienes unos años antes figuraban en el círculo de amistades del matrimonio Muñoz-Unzúe. Así, el alcalde, el párroco y el médico, unidos al de la Guardia Civil y al jefe local de la Falange, manifestaron con ensañamiento falsedades gravemente inculpatorias contra el maestro. Todos aquellos caínes figuran en sendas declaraciones con nombres y apellidos rubricados por ellos mismos.

    La resolución del expediente depurador, esperable incluso sin el aporte de declaraciones tan tendenciosas y condenatorias, fue la consabida para tantos maestros como la sufrieron, vivos o muertos: separación definitiva del servicio, baja en el escalafón y pérdida de todos los derechos que pudieran haberse adquirido durante el ejercicio del magisterio. De esta forma, el castigo alcanzaba a la familia del depurado, pues ningún derecho ni asistencia le correspondería en el futuro. El 19 de mayo de 1941, casi dos años después de la ejecución de Gerardo Muñoz, era publicada en el BOE su depuración “por irreligiosidad y ateísmo”, resultado de un expediente iniciado un año después de su muerte y en una tramitación llena de imprecisiones, desconocimientos y mentiras. 

    Para comprender en toda su magnitud el sentido de lo expuesto acerca del maestro y paisano Gerardo Muñoz, sería necesario empaparse del informe citado de Graziela Ugarte, su nieta, y de las aportaciones orales de Celia Muñoz, su hija. De ambas soy deudor. Ellas han proporcionado documentación y vivencias abundantes para publicaciones y actos públicos de memoria y homenaje a los maestros mártires, promovidos por instituciones estatales, organizaciones privadas e investigadores enfrentados a la desmemoria y al olvido. A ese fin, a pesar de su limitado alcance, se suma este artículo.

LECTURA EN TIEMPO DE TEMPESTAD

 Pandemia y literatura *

                                                                                                                                              

La pandemia del nefasto bisiesto 2020 ha provocado reacciones de todo tipo en la ciudadanía, unas espontáneas y otras inducidas. Consejos y hasta consignas por doquier; mecanismos individuales de defensa, también. Entre las múltiples respuestas a la agresión y al miedo consecuente, caben escribir y leer, por ejemplo. En mi caso, confieso que he leído alternando esos momentos con otras actividades, al igual que están haciendo otras muchas personas.  Continúo leyendo en un tiempo amenazante e incierto, como la vida misma, ahora aumentado el desconcierto a causa del virus. Pero vayamos a los libros.

El denso bagaje de reflexión filosófica existencial de La montaña mágica, en una relectura tan intensa como la primera ya lejana, se vio complementado por la carga social, redentora y romántica de Los miserables, con todo el cúmulo de datos históricos acerca de batallas napoleónicas, conventos españoles, cloacas parisienses, etc., que ralentizan una acción atractiva y llena de peripecias. Rescatada de las estanterías, he leído esta obra de Hugo con idéntico afán con que hace ya mucho tiempo encontré a Quasimodo en el incomparable escenario de Nôtre Dame, donde el deforme campanero sufría de amor por la gitana Esmeralda. Obligados son este año los textos galdosianos y, leídas y releídas hace tiempo algunas de sus imprescindibles novelas, tocaba ahora volver a entrar en los Episodios, dada la perenne admiración que don Benito muestra en ellos por Cervantes. Reconocida como la más lograda y atractiva, he completado, pues, la primera serie compartiendo penas y alegrías con Gabriel Araceli en El 19 de marzo y el 2 de mayo, La corte de Carlos IV, Napoleón en Chamartín, Juan Martín el Empecinado y La batalla de los Arapiles. A última hora, El doctor Centeno me ha vuelto a llevar callejeando a los barrios madrileños, tan galdosianos, acompañado de personajes inolvidables (Felipe Centeno, Alejandro Miquis, Ido del Sagrario, Pedro Polo), entre los cuales la conmovedora relación de Centeno y  Miquis, criado y amo, me remitía en muchos aspectos a los personajes centrales de Misericordia.

Era un deber el contacto con la orilla hispanoamericana. Bryce de Echenique, en La vida exagerada de Martín Romaña, aparte de llevarme otra vez al París que conocí en 1967, me recordó, irónico y escéptico, los grupos de izquierda, sobre todo los comunistas, y el mayo del 68. Es decir, el desencanto y la crítica hacia la deriva de aquellos jóvenes progres cuando regresaron a su país, Perú: olvidaron la lucha, cambiaron la indumentaria y ocuparon altos cargos en la administración. Círculos y células aquellos de los años sesenta de los que son herederos algunos más actuales, los cuales han confluido en su cuadratura, como los peruanos, en ministerios conyugales, imponentes mansiones, flota de carros oficiales y un largo etcétera de incongruencias éticas y estéticas en la orilla de acá.  De allá también, una vuelta a las siempre admiradas ramificaciones del realismo mágico a través de la sorprendente experiencia de El murmullo de las abejas, de la mexicana Sofía Segovia. El inolvidable personaje de Simonopio y sus abejas nos configuran, una vez más, el inefable mundo de la creación literaria, que, sin desligarse de la realidad, nos adentra en la maravillosa aventura de leer desde la imaginación, el sentimiento y la pasión por el ser humano. También en la orilla de allá, he vuelto a encontrarme con Los pasos perdidos, de Alejo Carpentier, una de las grandes creaciones que abrieron la puerta a la exitosa narrativa hispanoamericana del siglo pasado. París es un icono en mi vida, una atracción irresistible, un reiterado anhelo. Al hilo de las lecturas, vienen a cuento las palabras de Walter Benjamin citadas por George Steiner y Cécile Ladjali en Elogio de la transmisión: “Ninguna ciudad está tan íntimamente ligada a los libros como París […]. París es la gran sala de lectura de una biblioteca cruzada por el Sena”. El papel relevante de la Ciudad de la Luz me lo refuerza Edmund White, París, con quien he recorrido itinerarios desconocidos que se suman al París deslumbrante para mí por primera vez en los años sesenta. También Modiano, a quien cito más abajo, me ata a París. Quedaba aún perderse en los libros desde sus orígenes y acompañarlos en un periplo secular de civilizaciones, pueblos y bibliotecas, desde los tiempos remotos hasta los actuales: un viaje fascinante con Irene Vallejo en El infinito en un junco, reciente Premio Nacional de Ensayo.

Desgracia (Coetzee), El amor puro y Un recuerdo indecente (Agustina Izquierdo), El honor perdido de Katharina Blum (H. Boll),  Señorita (J. Eslava Galán), La peste (Camus), Paradero desconocido (K. Taylor), Alondra (D. Kosztolányi), El barón rampante (I. Calvino), Una comedia ligera (E. Mendoza), No te muevas (M. Manzzantini), La mina (López Salinas), El Danubio (C. Magris), City (A. Baricco), Fin de temporada (Martínez de Pisón), Corazón de Ulises (J. Pérez Reverte), Las ratas (M. Delibes), La peor parte. Memorias de amor (F. Savater), El cero y el infinito (A. Koestler), Yo, comandante de Auswitz (R.Höss), Homenaje a Cataluña (George Orwell), El proceso (F. Kafka), Los viajes extremeños de Miguel de Unamuno (A. Navarra Ordoño), Viaje a las escuelas de España. Extremadura (Luis Bello), El café de la juventud perdida (P. Modiano), Mi vida (M. Chagall), Bonjour tristesse (Françoise Sagan), El libro de Monelle (Marcel Schwob), Nadja (André Breton), Borges A/Z. La Biblioteca de Babel (J.L. Borges), Una nihilista (Sofia Kovalevskaia), El grito congelado (Vicente Rodríguez Lázaro).  En definitiva y a más de ciertas visitas a la poesía, lecturas y relecturas sin mucho orden ni concierto, esto es, sin un plan predeterminado; descubrimientos y reencuentros, sugerencias para seguir explorando horizontes literarios.

Quiero terminar estas impresiones de lector con un breve apunte para resaltar dos aportaciones especialmente enriquecedoras. Por un lado, mi retorno el ensayo Las armas y las letras. Literatura y Guerra Civil 1936-1939, de Andrés Trapiello, cuya primera lectura cuando fue publicado, aparte descubrirme obras y autores de calidad, me confirmó algunas convicciones acerca de los dogmatismos ideológicos. Muy en síntesis: ni la verdad, ni la calidad, ni la bondad son patrimonio de la izquierda ni de la derecha; ni de los perdedores ni de los vencedores de una nefasta contienda fratricida. Deben erradicarse, pues, los sectarismos, las presuposiciones, la división maniquea de los españoles, sean escritores o ciudadanos del común, en “buenos y malos”, en “ellos y nosotros”. La otra línea, apetecible y encomiable, me llega de la literatura de viajes. En concreto, de artículos y ensayos referidos a Extremadura, algunos de cuyos títulos he citado. De nuevo, Miguel de Unamuno (Yuste, la Vera de Plasencia, Trujillo, las Hurdes…), y el hilo lleva al ovillo: Luis Bello, Ciro Bayo y otros. Un atractivo recorrido final, por ahora, ampliable en tanto que amenazas y confinamientos perduren.

                                                              (Publicado en Aires Chinatos, número de enero-marzo, 2021)              

PROLONGADO SILENCIO... SEGUIMOS ACTIVOS


                                           

Lamenta el cronista la apatía en que le ha sumido un tiempo convulso y extraño, una situación que ha alterado la vida "normal" en todos los países del planeta. El relato de lo acontecido en la villa de Malpartida de Plasencia a lo largo del bisiesto y nefasto 2020 está ya escrita, aunque no publicada. Las circunstancias imponen una forma diferente de afrontar el relato, que se explica brevemente en esta parte introductoria que transcribo:

"Una vez más, el cronista se enfrenta a la honrosa tarea de plasmar en unos folios el devenir local de Malpartida de Plasencia, su pueblo, y los avatares de sus paisanos a lo largo del año 2020. En esta ocasión, el usual planteamiento de otros años se ha visto alterado sustancialmente, y el relato de los acontecimientos propios de los anales habrá de interrumpirse, como se comprobará unas páginas más adelante, dado que desde un determinado momento los hechos reseñables cronológicamente (celebraciones, actos sociales, competiciones deportivas, días señalados, fiestas, ferias, actividades culturales, etc.) dejaron de producirse, fueron suspendiéndose o retrasándose sine die según dictaba la situación del momento.

A la villa del escriba, al igual que al resto del suelo español y lo mismo que a los demás países de Europa y de los otros continentes, había llegado una invasión inesperada, perturbadora y amenazante. Letal, en innumerables ocasiones. Un virus tan desconocido como agresivo, que había iniciado su poder devastador en China a finales de 2019 y cuya expansión por todo el orbe no se hizo esperar. El coronavirus o la COVID19, que así ha sido bautizado, a más del expresivo nombre común para el vulgo de “el bicho”, comenzó a ser una pesadilla entre los españoles, al menos de manera oficial, en la primera quincena de marzo. A partir de esas fechas, todo cambió, de tal manera que la vida cotidiana ya no fue ni siguió igual a como la habíamos vivido en los años anteriores al 2020. Por ello, ha sido modificada también la forma de llevar a cabo y presentar la narración referida a este año anómalo y difícil.

Teniendo en cuenta la realidad descrita en las líneas precedentes, considera el cronista que no procede un relato al modo de los que ha presentado en 2017, 2018 y 2019, cuyos contenidos han sido publicados en ediciones patrocinadas por el Ayuntamiento de Malpartida y ya ocupan estantes de biblioteca pública o de particulares. En ellos, con profusión de fotografías, se plasmaba un contar cronológico mensual del acontecer cotidiano en la villa de los chinatos. Todo lo cual daba como resultado un opúsculo o libro de más de cien páginas. Ahora el alcance es más limitado, más escueto, más austero si se quiere. En consecuencia, la crónica habrá de circunscribirse a una especie de informe que dará fe de lo más relevante acaecido en la localidad durante el año 2020 en un puñado de páginas que, aunque sometidas a un obligado orden cronológico, no se parcelarán en bloques mensuales como venía haciéndose otros años. Gran parte de los asuntos de anales anteriores no pueden figurar en texto resultante porque los hechos previstos no ocurrieron, es decir, las actividades no se llevaron a cabo".

No obstante el contenido de la cita precedente, en entradas anteriores han sido narrados algunos hechos del pasado año. Muy escasos, cierto es. Las siguientes aportaciones quieren tener más continuidad, y cabe también incluir entre ellas algunas referidas a ciertos aconteceres de 2020.