jueves, 13 de febrero de 2025

Obituario. In memoriam: María Herminia Aranda Canales y Juan Fernández Vivas

Con el otoño, y, como es costumbre, caen las hojas de la vida igual que se desprenden, también frágiles y fugaces, las de los árboles. Nos invade la tristeza. Así ha ocurrido en unos cuantos días de noviembre, el mes de la memoria y el recuerdo en el corazón para todos los seres queridos y próximos en los afectos que se nos fueron para siempre. En la edad provecta son ya incontables los desgarrones sufridos. Así, con Todos los Santos, emprendió el viaje definitivo María Herminia Aranda Canales, y diez días después iniciaba la travesía hacia la otra orilla Juan Fernández Vivas. A ambos me unían profundos y añejos lazos de amistad y de cariño. Los dos son los destinatarios hoy de esta breve semblanza melancólica por su ausencia.

Compartían Herminia y Juan la experiencia profesional del Magisterio, es decir, habían sido en la vida laboral guías de niños y adolescentes. Ella, en tierras gallegas y extremeñas; él, en el terruño natal. Una y otro fueron entre sus discípulos, sin duda, alma, esencia vivificadora, luz para la vida. No caben en estas sucintas líneas todas las sensaciones y sentimientos motivados por la desaparición de estas dos entrañables y buenas personas que fueron, ni el reconocimiento debido a sus respectivas trayectorias profesionales. Por ello, me limito a dejar correr la pluma, brevemente, por las galerías de la tristeza y el dolorido sentir de la separación.

María Herminia (“Chiqui”), tras varias semanas de lucha e incertidumbre, que hemos vivido de cerca, y una aceleración inesperada de la enfermedad, aceptó lo inevitable serena, entera y sobre todo, con mucho amor, con mucho cariño (conyugal, maternal): abandonó este mundo rodeada de sus seres más queridos (esposo, hijos, nietos), y emprendió así el viaje hacia otros espacios ajenos a los dolores, a las preocupaciones y a los afanes de esta ribera donde ha dejado tantos huérfanos de su amorosa tutela. Creo no equivocarme si escribo que Chiqui Aranda Canales, en su propia e insustituible personalidad, proyectaba, irradiaba y  prolongaba el espíritu, el talante, la peculiar forma de ser y el buen estar en el mundo de su querida madre, doña Josefa. Es decir, bondad, discreción, respeto a los demás. Dedicación a los suyos y a su trabajo. Suscribo, pues, en todo su alcance las palabras de uno de los hijos, cuando en el velatorio de sus restos mortales corroboraba lo manifestado por una amable vecina: “En efecto, nadie que conociera a mi madre podrá decir que no era una buena persona”. Quedémonos con tan certera caracterización, también resaltada en las palabras de otro de sus hijos y de una de sus nietas al finalizar el funeral de despedida. Y como Chiqui era una devota de las plantas y de las flores, que cuidaba con primor y delicadeza su pequeño jardín de arriates y macetas en el patio de su hogar, traigo estos versos de Juan Ramón Jiménez para ella:

 …Y yo me iré […] /y en el rincón aquel / de mi huerto florido y encalado, / mi espíritu errará nostálgico…/Y yo me iré; / […] sin hogar, sin árbol verde, /sin pozo blanco, sin cielo azul y plácido… /Y se quedarán los pájaros cantando.

El otro desgarrón de este tiempo melancólico proviene de la muerte de Juan Fernández Vivas. Un maestro que ha ejercido la docencia en el terruño natal con todos los riesgos que ello implica, y que, a pesar de todo, llevó a cabo con efectividad, rigor, sabiduría y acierto, ganándose el aprecio, el reconocimiento y la buena fama entre sus paisanos, las gentes chinatas, pero, de manera especial, entre sus discípulos: las generaciones de adolescentes que pasaron por sus aulas y recibieron su magisterio. En el ámbito personal y experiencias de la amistad, he compartido con Juan numerosos y agradables momentos, de manera especial aquellos de contacto directo con la naturaleza, con el paisaje, con los hermosos parajes de nuestra tierra extremeña. Siempre, recibiendo de él, a más de su bonhomía, informaciones precisas sobre animales, plantas, lugares; es decir, muestras de su insaciable curiosidad y abundante saber, y, sobre todo, de la sencillez y asombrosa efectividad con que lo transmitía, compartiéndolo, a quienes le acompañábamos. Ir con él a coger espárragos y setas, a recolectar almendras o “amboas” suponía llenar la jornada de un contenido complementario muy gratificante. Precisamente, días antes de su muerte, en llamada telefónica me animaba a ir, esta vez solo, (porque él no podría acompañarme) a por las almendras y los membrillos de su viña… Y se me fue también el amigo Juan. Recupero algunos versos del poema (de Antonio Machado) leído en el momento de la inhumación de sus restos mortales en el camposanto de nuestro pueblo:

Y hacia otra luz más pura

partió el hermano de la luz del alba, […]

Su corazón repose

bajo una encina casta,

en tierra de tomillos, donde juegan

mariposas doradas...

 

Descansen en paz en una tierra madre, acogedora y amorosa, María Herminia Aranda Canales y Juan Fernández Vivas, hijos de este pueblo, que, en vida, nos regalaron el tesoro de su amistad.  

BREVES NOTAS HISTÓRICAS ACERCA DE LAS FERIAS DE MALPARTIDA DE PLASENCIA

Las ferias de Malpartida, breves notas históricas*

                    Hace pocas semanas, las tradicionales ferias del verano de este pueblo contaron con gran asistencia de público, local y forastero, a la mayoría de las actividades y actuaciones programadas. En general, de un tiempo acá, el centro neurálgico de la diversión es la zona aledaña al parque, es decir, la explanada multiusos y el entorno integrado en el Ejido Grande. Así, salvo exposiciones y concursos en la Casa de la Cultura Maestra Josefa Canales, ningún otro elemento ferial podrá encontrarse desde el inicio de las “casas protegidas” hacia el interior del pueblo.  Además, a nuevos tiempos, nuevas costumbres: ahora, en el Ejido (Grande), durante las ferias, no encontramos ni una sola cabeza animal de vacuno, caballar, ovino, caprino o porcino, protagonistas otrora de un ferial animado, además, por chalanes, ganaderos, gitanos y otras gentes de diversa laya y condición.

La feria de junio

Las ferias ganaderas (porque hubo más de una) comenzaron en Malpartida de Plasencia en el último tercio del siglo XIX. La primera, la de junio (actualmente, en julio), siempre fue la más importante, y tiene ya casi un siglo y medio de existencia. Surgió del pleno extraordinario de la Corporación del día 27 de abril de 1882, siendo alcalde Donato Pereira. En aquella sesión confluían los ediles, la Junta Municipal y un grupo de vecinos bajo la denominación de Asociados. El punto de partida fue la consideración de que en el mes de junio se llevaban a cabo numerosas transacciones de ganado en la localidad con motivo de la feria de San Pedro de Coria. Ello era debido a que el enclave de nuestro municipio, cruce de cordeles y cañadas ganaderas, constituía paso obligado de ida y vuelta de gran parte de los ganados de la feria cauriense. De ahí que las gentes de Malpartida aprovechaban esa circunstancia para llevar a cabo compraventas de animales.  Los reunidos comentaron también que en el pueblo siempre se había tendido a establecer una feria, pues el vecindario y su corporación la consideraban muy útil y trascendental.

Con tales supuestos, se adoptaron varias disposiciones para sentar las bases de una feria de ganados de gran pujanza durante casi un siglo. Los días 15, 16 y 17 de junio, “habría feria todos los años en el Ejido de este pueblo para toda clase de ganados con la debida separación de ellos”. Para los animales, se garantizaba agua abundante y gratis del Pozón y otros abrevaderos; y a los vendedores no se les cobraría nada por derecho de parada y puesto de venta. Por lo que respecta a los industriales y comerciantes, podrían colocar sus tenderetes con géneros y productos en los extremos superior (oeste) e inferior (este) del Ejido. El municipio adoptaría las medidas necesarias para garantizar el orden y todo lo necesario para bien “de quienes nos favorezcan con su asistencia”.

La feria comenzó ese mismo año 1882, y, a principios de junio, el Ayuntamiento encargó a Telesforo Díaz Maroto contratar en Talavera de la Reina bombas para sacar agua del Pozón destinada al ganado concurrente. Se hallaba este pozo en una construcción abovedada, que conocimos de niños, abierta con dos grandes arcadas, y que servía de descanso para vaqueros y pastores trashumantes y también de albergue para mendigos y vagabundos.

                                                
                                                         


Aquella primera feria ha sido descrita y evocada en múltiples ocasiones. En el aspecto festivo, para los niños estaban las confituras, los turrones, el jolgorio, la cucaña, las carreras de sacos y los vendedores de baratijas y chucherías. Para los jóvenes, el paseo y el baile. Los mayores, tertulia en el casino, café y puro…, y, además, la asistencia al rodeo para la venta de ganado, la compra de la jaca o el cerdo para el engorde y la matanza del invierno; y por la tarde, a los toros. No faltaba la verbena, abierta a todos los públicos, la cual hoy echamos de menos los mayores… Era, sin duda, una feria de ganado de gran importancia en la comarca. El Ejido Grande, convertido en rodeo, aparecía como un zoo multicolor de vacas, terneras y terneros; jacas, caballos, yeguas y potros; ovejas y cabras, y cerdos. También los prados aledaños acogían ganados de sus propietarios o de forasteros arrendatarios. Múltiples eran los tratos con chalanes y gitanos. Completaban este animado mundo multicolor las cantinas, bajo toldos de sábanas de carros, en las que se servían dulces del lugar con aguardiente casero, vino de pitarra chinato, cervezas y refrescos, tapas de queso y chorizo… El aspecto festivo y lúdico de la feria de junio iría en aumento al tiempo que se iban modernizando las atracciones (coches eléctricos, norias descomunales, grandes tómbolas, puestos de comida rápida) y desaparecían las típicas barcas de los “llanos” de las Escuelas y de san Gregorio; también “el mayor espectáculo del mundo” con la presencia de algún circo de renombre dejó en el olvido a los titiriteros sin carpa al aire libre, aquellos de la ene de palo para los trapecistas, la cabra de la escalera y la bandeja de la voluntad. Además, fueron incorporándose los contenidos culturales y deportivos, que, enseguida adquirirían gran protagonismo en las ferias. En 1975, se añadió la innovación del pregón de ferias.

Feria de septiembre

 Si la estela de san Pedro guía al mundo agropecuario en pleno verano, la de san Miguel toma el testigo de este santo en el mes de septiembre. Con la cosecha de cereales en las trojes, se recogen los membrillos y se da salida a excedentes de ganados. Era necesario algún encuentro más entre vendedores, compradores e intermediarios en nuestro municipio. Procedía, pues, crear otra feria. Siendo alcalde Manuel García Díaz (don Manolo, maestro), en julio de 1946, la Corporación hizo suya la propuesta del secretario de la Junta Local de Fomento Pecuario (inspector veterinario) de establecer una nueva feria de ganados en la localidad, situándola entre los días 15 y 20 de septiembre, o entre la última decena de septiembre y la primera de octubre. En el pleno del 8 de febrero de 1946, el Ayuntamiento reitera la aceptación de la propuesta del inspector veterinario, y el alcalde, cuando tramite el expediente, señalará los días el 12 y 13 de septiembre a tal fin. Tras la preceptiva autorización del Gobernador Civil de la provincia, en 1946 se celebró la primera feria de ganados de septiembre en Malpartida de Plasencia. El segundo día hubo pleno de la Corporación, que, en asuntos pendientes, declaraba como fiesta oficial del pueblo los días 12 y 13 para la recién creada feria comarcal de ganados, pero, además, se marcaba también como festivo el día 11, la víspera. Si hubiera que destacar algún contenido de los festejos programados, este sería la relevancia asignada al imprescindible acontecimiento taurino, esto es, la novillada. En ocasiones, como ocurrió en septiembre de 1947, se suprimieron los fuegos artificiales, pero no la novillada, que siempre fue lo más importante “porque daba más concurrencia” a las ferias, tanto a las de junio como a las de septiembre.

Feria de marzo: las primeras ferias

Como no hay dos sin tres, a las ferias del verano y del otoño chinatos se unieron las de primavera en el mes de marzo. Así, el 25 de enero de 1952, el entonces alcalde, Francisco Rodríguez Barrado, propuso a la Corporación el fomento de otra feria por necesidades agropecuarias. En consecuencia, se acordó solicitar al gobernador civil la creación de una feria de ganados de todas clases para los días 24 y 25 de marzo. La máxima autoridad provincial, en escrito leído en el pleno de 25 de febrero, autorizaba la nueva feria anual, que se inauguró ese mismo año, y el Concejo acordaba fomentarla. De hecho, el encuentro ganadero contó, igual que el de septiembre, con un concurso de ganado para premiar los mejores ejemplares en estas modalidades: pareja de bueyes (400 pesetas), novillo (200 ptas.), caballo entero (300 ptas.), carnero (100 ptas.) y macho cabrío (100 ptas.).  

Lo que nos queda

En la actualidad, pervive la feria del verano, que, desde 2002, se trasladó al primer fin de semana del mes de julio. Así, se alejaba en el tiempo (cerca de un mes) de la feria de Plasencia. Como ya se ha apuntado, no quedan vestigios de la tradicional feria de ganados. La feria de septiembre se celebró por última vez en el año 1974, y, según los indicios documentales consultados, la feria de marzo quizás no llegara a los años sesenta. (Tenemos constancia del acostumbrado programa institucional hasta 1958). Apuntada ha quedado la orientación lúdica, cultural y deportiva de las ferias y fiestas actuales, cuyos contenidos se complementan a lo largo del año con los programas “Otoño Cultural” y “Verano Cultural y Deportivo” organizados por el Ayuntamiento. Recientemente, se han celebrado varias ediciones de la FIGAEX (Feria Internacional Gastrocinegética Extremeña) en el mes de septiembre, que este año de 2024 se presenta como I Feria de la Berrea de Extremadura para los días 20,21 y 22 de dicho mes.

(*) Este texto ha sido publicado en (El Periódico) Crónica de Malpartida de Plasencia y en Aires Chinatos , en noviembre y diciembre (respectivamente) de 2024. 

 

         

lunes, 23 de septiembre de 2024

EL EXILIO REPUBLICANO DE LA GUERRA CIVIL: AGUSTÍN MATEOS MUÑOZ


AGUSTÍN MATEOS MUÑOZ, 1908-1997

Un intelectual chinato del transtierro español en México

Agustín Mateos Muñoz ocupa un lugar destacado entre las figuras relevantes de la intelectualidad de procedencia chinata en el siglo XX, aunque muchos de sus paisanos tengan escasas referencias de él y para otros tantos sea del todo desconocido.  Ello quizás se deba a las difíciles circunstancias de su vida desde la infancia, las cuales le obligaron a ausentarse del pueblo por la muerte de sus padres y, luego, a salir de su país, camino del exilio a México, como consecuencia de la Guerra Civil. De este catedrático de instituto y profesor universitario me he ocupado en extenso al escribir su biografía: Agustín Materos Muñoz. Una peripecia editorial del exilio republicano en México (2010, ERE, Mérida-Esfinge, México), en España, hasta 1939, y en México, hasta 1997, año de su muerte. Asimismo, varias síntesis de dicha obra han visto la luz en revistas y periódicos. A esa difusión más cercana e inmediata del profesor exiliado en nuestra Crónica responden estas páginas.

                                          

  
El matrimonio Mateos-Gay, en 1940 (Archivo familiar AMM)

Nació en Malpartida de Plasencia, provincia de Cáceres, el 28 de agosto de 1908, en el seno de una humilde familia de labradores. Su temprana orfandad (perdió a su padre a los seis años, y a su madre a los ocho) le lleva a ser acogido por uno de sus tíos, ferroviario en la estación de Villaverde (Madrid). Allí, mientras convalecía en el hospital a causa de un accidente sufrido mientras jugaba entre las vías del tren, una señora de posibles le becó para que estudiase en el seminario de Madrid, donde permaneció de 1920 a 1927; este último año, fue enviado a Roma para cursar Teología y Filosofía en el Colegio Pontificio Español “San José”. Sus calificaciones, en uno y otro centro, fueron brillantes.

En septiembre de 1929 abandonó los estudios eclesiásticos y se incorporó a la enseñanza laica en el Instituto de Segunda Enseñanza “Cardenal Cisneros” de Madrid, centro en el que, en 1930, se examina de Ingreso y de las pruebas de conjunto de la Reválida del Bachiller Elemental y, enseguida, del Bachiller Universitario, con la calificación de Sobresaliente y Matrícula de Honor. Durante el curso académico de 1930-1931 superó, en la Universidad Central, todas las materias de la licenciatura de Filosofía. Tras participar en los Cursillos de 1933, quedaría ligado como Profesor Encargado de Filosofía al Instituto “Quevedo” de Madrid. En 1934 consigue por oposición libre la cátedra de Filosofía del Instituto de Segunda Enseñanza de Zafra, ciudad a la que nunca se incorporó, ya que continuó dando clases en el instituto madrileño, compatibilizándolas con las obligaciones de Profesor Ayudante de Filosofía en la Facultad de Letras de Madrid en el curso 1934-1935.

 Agustín Mateos formó parte del Consejo Superior de Cultura de la República Española, que había sido creado en septiembre de 1938 en sustitución del antiguo Consejo Nacional de Cultura. En dicho organismo coincidió con el poeta Antonio Machado, entonces miembro honorario del Consejo. Socio del Ateneo de Madrid, desempeñó el cargo de secretario de la sección de Filosofía en aquella prestigiosa institución. Políticamente, militó en Izquierda Republicana, el partido de Azaña, donde fue vocal del Secretariado Técnico de Instrucción Pública.

Durante la guerra civil, le tocó recorrer el itinerario de los intelectuales españoles republicanos: desde Madrid a Valencia y después a Barcelona, ciudad en la que ejerció la cátedra y en la que desempeñó las funciones de director en el Instituto de Segunda Enseñanza “Balmes”. A principios de febrero de 1939, cuando la derrota de los ejércitos republicanos era inminente y Cataluña cayó en manos de las tropas franquistas, pasó la frontera francesa y comienza el desgarrón del exilio. En el país vecino, vivió la durísima experiencia de los campos de refugiados o campos de concentración, y en mayo embarcó, en el puerto de Séte, próximo a Marsella, hacia México, en una travesía ya mítica, la del “Sinaia”, barco en el que casi dos mil españoles se dirigían a un país que los acogió con generosidad, como luego haría con otras expediciones posteriores.

                                                      (Docs. Expte. AMM, Archivo UNAM)

En aquella nueva patria, que desde la llegada concedió sin trabas burocráticas la nacionalidad mexicana a los refugiados republicanos españoles, Agustín Mateos Muñoz desarrolló una dilatada y fecunda labor profesional ligada a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la que, además de profesor, desempeñó las tareas de Supervisor e Inspector de Cátedra. A su prestigio de catedrático (Maestro, con mayúsculas, que es la denominación que asignan los mexicanos a sus profesores destacados), une el de ser autor de obras didácticas (libros de texto, sobre todo) de gran acogida y difusión, que aún siguen editándose. En 1957 fundó la Editorial Esfinge, dedicada a los libros de texto y otros materiales de clase.                                   

En la capital mexicana, había contraído matrimonio en 1940 con Teresa Gay Buchón (hija del también exiliado y prestigioso catedrático en la Facultad de Farmacia de la Universidad de Valencia, Enrique Gay Méndez), a la que había conocido en Barcelona y con la que había compartido la experiencia de los campos de refugiados y la travesía atlántica. Del matrimonio nacieron tres hijos (María Teresa, Agustín y Eduardo). A todos ellos los conoció el autor de estas líneas en 2005, cuando viajó a México con el fin de recabar datos para su investigación, tanto de la familia del profesor Mateos como de los centros educativos donde impartió su magisterio.  Agustín Mateos Muñoz volvería repatriado a España en 1964, pero no para quedarse, pues las raíces del transtierro eran ya más abundantes y vigorosas que las del terruño. Desde entonces, visitaba anualmente el pueblo natal para verse con su hermana Benita y familia.  Murió en junio de 1997 en la ciudad de México.

De otras peripecias vitales del Maestro Mateos (expediente incoado por el Tribunal para la represión de la Masonería y el Comunismo -TERMYC-; de la labor educativa en tierras mejicanas, incluidos los llamados “colegios del exilio”; de la repatriación en 1964; de jubilaciones, premios, homenajes o reconocimientos, y de otros aconteceres de su biografía queda constancia en forma de libro, ya citado.

 

AQUELLO QUE SE NOS FUE: EL COTO ESCOLAR


El Coto Escolar

Campos de experimentación agrícola en la escuela

                                

La salida de Malpartida de Plasencia hacia lo que fue la estación de ferrocarril de Palazuelo Empalme (hoy, Monfragüe), nos ofrecía hasta hace poco (se derrumbó en diciembre 2022), rebasadas las últimas casas, una especie de portal, que vemos en las imágenes, entrada en desuso a una finca rústica que, años ha, se denominaba el Coto Escolar, y, en la actualidad, algunos seguimos llamándola, como siempre, el Coto.  Es un paraje aledaño a la Cruz de Recibir, en la unión del camino de Fuentidueña con la carretera. La construcción (jambas y dintel con ligera cornisa, en cuyo frontis figuraba el rótulo (ilegible hacía ya mucho tiempo) COTO ESCOLAR AGRÍCOLA-APÍCOLA GERMÁN GARCÍA FERNÁNDEZ) de mampostería de piedra y cal, llevaba varios años ruinosa, y, con el invierno, llegó el inevitable derrumbamiento como un síntoma más de la frecuente incuria con que tratamos algunas de las huellas de la tradición.

                                                                             



                            Entrada al Coto escolar en los últimos tiempos

El Coto Escolar fue una más de las obras (esta, menor en lo material, pero ambiciosa en las aspiraciones) llevadas a cabo en la posguerra y relacionadas con la enseñanza y las construcciones escolares. Creadas y recibidas las Escuelas Graduadas en 1943, cuyo edificio estaba ya terminado en 1939, e iniciada la edificación de las casas para los maestros, se dan los primeros pasos para la creación de un “campo de experimentación agrícola” a comienzos del curso escolar 1944-1945. Esta iniciativa indica que el coto escolar de Malpartida de Plasencia fue uno de los primeros que se crearon en el territorio español durante el régimen franquista, pues la reglamentación oficial de tales instituciones ligadas a la escuela es de primeros de mayo de 1944. Antes de describir cómo se inició el coto escolar de Malpartida, es necesario referirnos a otras entidades estrechamente relacionadas con aquellos campos de iniciación en faenas agrícolas, como fueron las Mutualidades Escolares, preexistentes a los cotos. Y ello fue así porque el Coto Escolar nacía como “una institución que, mediante el trabajo en común, incrementa los fondos de la Mutualidad, para que esta pueda cumplir mejor sus fines”. De tal manera, que era un complemento de la Mutualidad, y ambas instituciones constituirían una sola entidad inserta en la escuela primaria.

 

 


                                                      El Coto hacia 1960  (Reconstrucción fotográfica de HUESBAR  Creaciones)

Sintetizando al máximo, señalemos que las Mutualidades Escolares habían sido creadas a principios del siglo XX (RD en Gaceta de Madrid de 14-7-1911), y con ellas se sentaban las bases del ahorro escolar. Alcanzaban a todos los jóvenes, desde el inicio de la enseñanza hasta los 25 años, y era obligatoria su implantación en todo el territorio nacional. Las mutualidades tenían como objetivos el bien económico de los escolares, el fomento del ahorro y el arraigo en ellos de la previsión y el esfuerzo.  Mediante pequeñas cuotas a lo largo del proceso educativo, acumulaban un pequeño capital que les serviría en el fututo cuando iniciaran las actividades profesionales. Se abrían libretas de “dote infantil”, gestionadas y administradas por el Instituto Nacional de Previsión, y a la edad de 25 años los mutualistas percibían una cantidad (la Dote) resultante de los ingresos efectuados más los intereses, a los que se sumaban ciertas aportaciones del Estado o del municipio (bonificaciones como estímulo al estudio, la aplicación, el trabajo). Malpartida de Plasencia tuvo Mutualidad Escolar (denominada M. E. José Canelo en la graduada de niños, y Nuestra Señora de la Luz en la de niñas) y Coto Escolar (C.E. agrícola y apícola Germán García Fernández), perteneciente a la escuela graduada de niños, cuya unión de intereses se concretaba en la denominación de Coto Social de Previsión, mediante imposiciones en la cartilla de la Mutualidad, con vistas a aumentar la dote infantil como previsión de futuro. La Mutualidad Escolar José Canelo había sido fundada en 1920 y reorganizada en enero de 1944.

Volviendo al coto de Malpartida de Plasencia, a finales de agosto de 1944, el director de las escuelas graduadas, Germán García Fernández, solicitaba por escrito al Ayuntamiento se proveyera a la sección de niños de un campo de experimentación agrícola, de una hectárea de terreno rústico; asimismo, añadía, se necesitaba subvención para los trabajos preliminares del proyecto. Benito Mirón Sánchez presidía la corporación, y, al mes siguiente, tras el correspondiente pleno, la Alcaldía accedía a lo solicitado. El 17 de diciembre del mismo año, don Joaquín Alcalde, por carta, cede una parcela de una hectárea de la finca El Carrascal, por tiempo indefinido y sin renta para el Coto Escolar. La Corporación municipal acordó nombrarlo Presidente Honorario del Coto, que llevaría el nombre de “Coto Escolar Germán García Fernández”. Esa misma fecha (17-12-1944) fue la de constitución y reglamento del coto, según figura en el acta que firman el alcalde, Manuel García Díaz, y el director de las graduadas de niños, Antonio Fernández Rodríguez. La Inspección de Enseñanza Primaria de Cáceres aprobó la documentación el 22 de diciembre. Dos días antes, había dado su aprobación la Comisión de Mutualidades y Cotos Escolares. Unos meses después, eran adjudicados los trabajos de la pared de su cierre a Jesús Rodríguez Mateos por 7.800 ptas. Y el día 3 de febrero de 1946 (festividad de San Blas) sería inaugurado solemnemente con presencia de autoridades locales y provinciales encabezadas por el Gobernador Civil. Aquel día también estaba prevista la inauguración del cuartel de la Guardia Civil, pero unos trámites previos no resueltos retrasarían aquel acontecimiento.          

                                                               

Bonifacio Cruz Rebosa, director de las graduadas de niños en 1947, proporciona información fidedigna de las características del campo de experimentación agrícola, o coto escolar, de Malpartida de Plasencia. Lo hace al cumplimentar el cuestionario que, a través del Servicio Agropecuario de la Diputación provincial de Cáceres, plantea la Dirección Técnica de Cotos Escolares de Previsión.  Dicho documento recoge el croquis que reproducimos, así como las actividades agrícolas y apícolas de los años 1947 y 1948, con las producciones y beneficios correspondientes.

Muchas y variadas actividades se llevaron a cabo en ambas instituciones, quedando reflejadas en sus propios Libros de Actas y Contabilidad aún existentes. Hasta que, con fecha 26 de octubre de 1966, el Sr. Gobernador Civil comunica que “apareciendo de los antecedentes que obran en el expediente del Coto Escolar Agrícola Apícola” Germán García Fernández”, que no funciona actualmente, he acordado darle de baja en los Registros de Asociaciones…”

El archivo histórico de las Escuelas Graduadas, ahora CEIP Fray Alonso Fernández, guarda una abundante y valiosa información referida a la enseñanza en nuestro pueblo, y en ella destacan los documentos relativos a las dos instituciones que hemos visto, la Mutualidad y el Coto. Por iniciativa del cronista oficial, entre cuyas competencias sobresale la de velar por los archivos públicos locales, el fondo documental de los centros de enseñanza va a integrarse en el Archivo Municipal de Malpartida de Plasencia (AMMLP). Los primeros pasos para ello ya se han dado entre el Ayuntamiento, con el alcalde en primera línea, y  a su lado la dirección del CEIP Fray Alonso Fernández.   

 

 

 

 

 

lunes, 15 de abril de 2024

TELESFORO DÍAZ MAROTO (y 2)


TELESFORO DÍAZ MAROTO (1842-1919), y II*

 

                                   

La primera parte de este trabajo nos dejaba a Telesforo Díaz Maroto a principios de la última década del siglo XIX, en la que sería elegido alcalde para el primero de sus mandatos. Recordemos: nacido en Villa de don Fadrique (Toledo), este manchego, vendedor ambulante en sus años mozos, casó con una joven de Malpartida de Plasencia -Sandalia González Silva-, se integró plenamente en el pueblo chinato, aprendió el oficio de albañil, fue maestro de obras y contratista, realizó importantes construcciones tanto públicas como privadas dentro y fuera del lugar y se convirtió en el tronco de un árbol familiar cuyas abundantes y frondosas ramas proliferarían a lo largo del siglo pasado.

Chinato

Díaz Maroto, “se hizo chinato enseguida” y, como tal, estuvo desde el principio implicado en los asuntos importantes del pueblo, entre ellos los relativos a la escuela y a la educación. Así, por ejemplo,  en junio de 1892 fue nombrado vocal de la Junta Local de Instrucción Primaria “en concepto de padres de familia”; y unos años después, estaba en la comisión organizadora de la fiesta escolar, celebrada el 30 de septiembre de 1908, junto a Manuela Márquez, la “Gallega”, Máximo Maíllo, y José Canelo, el “Pintol”, cuñado suyo, ya que las mujeres de ambos, María “la Portela” y Sandalia, eran hermanas.

Comisionado por el Ayuntamiento para asuntos institucionales, como ya había hecho en los años ochenta, en 1893 y en 1903, gestionó en organismos oficiales la construcción de la carretera de Plasencia, de la que, en la parte chinata, fue contratista y encargado de las obras. A Maroto  se debe también un pozo al lado de la carretera, a unos 3 km del pueblo, subiendo hacia la “Llanada de los Molineros”,  que sigue en uso  y se ha denominado siempre “Fuente de los Tres Árboles”.

Telesforo Díaz Maroto vivió, como protagonista destacado, el crecimiento urbanístico de Malpartida de Plasencia participando en la construcción de viviendas y otros inmuebles, unos de titularidad municipal y otros particulares. El pueblo se extendió entonces hacia el sur y, sobre todo, hacia el suroeste: los terrenos delimitados por la Fuente Vieja y las actuales calle Escuelas, Felipe Tomé y Felipe Trigo (“donde solo había huertos”, nos decía una voz anónima), configuraron un espacio muy querido por Díaz Maroto; y también estaba la zona del Ejido Chico, en el entorno de la ermita de San Gregorio, cuyos solares eran vendidos por el Ayuntamiento a los vecinos para construir casas familiares.

Maroto, afrontó como alcalde la gestión del hospital o asilo de los pobres y del Corral de Concejo, el primero por ruinoso y el segundo porque ya no se utilizaba para la acogida de ganados y, además, había devenido en un estercolero. El Corral de Concejo fue vendido para construir casas, las cuales se levantaron formando un amplio espacio, con un gran pozo en el centro, que ha llegado hasta nuestros días como “el Corralón”. Trasladadas ambas entidades al Ejido Chico, allí permanecieron hasta los primeros años cincuenta del siglo pasado, en que la llamada “casa de los pobres u hospitalillo” fue eliminada definitivamente; y el nuevo corral de Concejo se ubicó al final del Ejido Grande, por el Este, en 1952.  Hoy es un almacén municipal.

A Díaz Maroto se le atribuye haber levantado el cuartel viejo de la Guardia Civil. En realidad, aquel “cuartel” funcional eran dos casas contiguas (en lo que hoy es esquina entre las calles Felipe tomé y Escuelas) construidas ad hoc a finales de 1900, comunicadas por la medianía y ofrecidas en alquiler al Ayuntamiento para alojamiento de la Benemérita por los vecinos Telesforo Díaz Maroto y Andrés Fernández Pastor. Antes de acceder a la alcaldía por segunda vez, aparece ya como propietario de la fábrica de harinas Díaz Maroto y Compañía, mencionada como obra importante en los dos testimonios citados en el primero de estos artículos, y que estaba ubicada en terrenos hoy delimitados por las calles Felipe Tomé y Felipe Trigo, es decir, solares procedentes del Corral de Concejo y huertos colindantes. La familia Maroto fue titular de dicha industria harinera hasta noviembre de 1931, en que sería  vendida por Luis Díaz González, hijo mayor de Telesforo, a Felipe Tomé Fernández

En septiembre de 1910, queda de manifiesto una vez más la reconocida autoridad de Telesforo Díaz en lo profesional cuando la corporación presidida por Teófilo Manzano Oliva lo nombró maestro de obras de la localidad.  Urgía construir dos salas en las escuelas públicas como complemento de las existentes, y, dado que ni el municipio ni el pueblo tenían arquitecto, Maroto debería elaborar, en breve plazo, el plano de la obra, formular el presupuesto y redactar el pliego general de condiciones facultativas. La edificación venía motivada porque, hacía poco, la Subsecretaría de Instrucción Pública había concedido las graduadas para la escuela elemental de niños, con tres secciones, a cargo del maestro Abelardo Martín Chamorro. El contratista local Faustino Martín Martín construyó el inmueble por importe de 3.230 pesetas.  El centro escolar se ubicaba entonces en el edificio donde hoy está el consultorio médico; allí, después de las escuelas, se establecieron el Juzgado de Paz, en la planta alta, y la centralita de teléfonos en la baja.


    

                                         (Reproducción del alzado y planta de las escuelas de 1910 en dibujos manuscritos de T.D.M.)

 

Las sucesivas fases de arreglos y reparaciones del hospital de los pobres, presente en los dos mandatos del alcalde Maroto, culminarían en octubre de 1912. También fue relevante entonces la construcción de un puente sobre el arroyo Tamujoso, que se hizo muy necesario tras las abundantes lluvias del mes de mayo. El Ayuntamiento, de donde partió la iniciativa, aportaría 1400 pesetas, e invitó a los afectados, propietarios de las fincas aledañas, a coadyuvar con otro tanto entre todos ellos.

En los meses de noviembre y diciembre se concretó una de las realizaciones más importantes para el pueblo llevadas a cabo por Telesforo Díaz Maroto: la aprobación del alumbrado público por electricidad, que contaba con un presupuesto de 3750 ptas.; se instalaría en 1913,  y el contrato con la empresa adjudicataria tendría una duración inicial de 10 años. Recayó  provisionalmente en Juan Torres Fernández, de Plasencia, en nombre de la Sociedad Anónima Electro-Hidráulica del Jerte, establecida en Madrid. La central eléctrica se ubicó al lado de la Fuente Vieja, en dirección a la cercana ermita de San Blas.

Se renovó el tejado de la escuela de niñas, que se había derrumbado (sin daños personales), y se arreglaron también algunas deficiencias en el de niños. Existentes ya las graduadas de niños, se acordó gestionar ante el Ministerio de Instrucción Pública también las graduadas para las unitarias de niñas con tres secciones, una de párvulos y dos para las niñas de 6 a 12 años. Reparaciones en el matadero municipal, limpieza de las fuentes públicas, arriendo de un campo de experimentación agrícola, etc., fueron otras de las numerosas actuaciones de la corporación presidida por él.

 

Construcciones externas más relevantes

Recordemos sus trabajos de cantero y maestro de obra en tierras de Béjar, en Baños de Montemayor, en los ferrocarriles de Portugal, etc. en los años ochenta del siglo XIX, y en los de Gandía y Alcoy a finales de los noventa. En los primeros años del siglo XX, Maroto deja otras dos muestras señeras de su quehacer profesional. Así, construyó un puente sobre el río Ambroz en Zarza de Granadilla,  cuyo presupuesto firmaba en la primavera de 1901.

 El Colegio de San Calixto

Con todo, quizá la obra más ambiciosa debida a Telesforo Díaz Maroto como contratista fue la ejecución de una fase importante del que iba a ser Colegio de San Calixto de Plasencia, destinado a albergar y educar a niños huérfanos. Las obras, continuadoras de lo construido del edificio hasta 1900, en proyecto y presupuesto del arquitecto Emilio María Rodríguez, consistían en “trabajos de albañilería, cantería, colocación de vigas de hierro y forjados de bovedillas, construcción de la armadura del tejado y terminación del depósito de aguas”. El rematante en  la subasta fue Telesforo Díaz Maroto por 364.125 pesetas. Iniciada en agosto de 1901, la obra finalizó un año después, y la recepción definitiva fue en septiembre de 1903. Problemas económicos impedirían la terminación del Colegio de San Calixto por parte del patronato responsable. Entonces, el Ministerio de la Guerra compró y concluyó el edificio para acoger la guarnición militar destinada en Plasencia. En consecuencia, este “Colegio de San Calixto” nunca funcionaría como tal, sino como centro militar denominado Cuartel y Regimiento Marqués de la Constancia. En la actualidad, es el bello y robusto  recinto universitario de la UNEX en la ciudad del Jerte. 



                                                               C. San Calixto/Marqués de la Constancia, h. 1920

Final

Telesforo Díaz Maroto se nos presenta como un hombre emprendedor, inquieto y preocupado por el bienestar de la comunidad en lo material y en lo espiritual. Es decir, se afanaba en el progreso mediante la educación y la cultura de las personas, y la mejora de los servicios públicos con la realización de obras fundamentales para el municipio sin olvidarse del bienestar individual o de las familias. Un culto laico, librepensador y autodidacto.

Telesforo Díaz Maroto fue masón y perteneció a la “Benemérita y Respetable Logia de los Hijos de la Viuda”, N.º 25, de la ciudad de Alcoy (Alicante). En ella, figura con el nombre de Demófilo, y contratista de profesión,  Grado 1 (Grande Oriente Español). También lo encontramos, junto a sus hermanos, en las adhesiones que a principios de 1907 se produjeron en España con motivo del 307 aniversario de la ejecución de Giordano Bruno; en la lista de Villa de don Fadrique, figuran entre los firmantes Cándido, Telesforo, Adrián y Sotero DÍAZ MAROTO, según recoge Los Dominicales. Semanario librepensador, en su Núm. 314, de 1-3-1907.

Telesforo Díaz Maroto, aunque de origen foráneo, fue una de las figuras señeras y pioneras en el desarrollo de Malpartida de Plasencia en el periodo comprendido en las dos últimas décadas del siglo XIX y las dos primeras del XX. Encabezó una familia de gran relevancia y protagonismo en la localidad tanto antes de la guerra civil como durante la dictadura y último cuarto de la centuria. Por espigar los casos más notables, el hijo mayor, Luis Díaz González, fue también alcalde del lugar y juez de paz; mediano terrateniente dueño de la finca El Ternezuelo, cuyo último propietario en la familia fue el nieto mayor, Telesforo Díaz Muñoz, “Teles”, abogado, secretario del Ayuntamiento, representante del municipio en Cáceres y protagonista destacado de la memoria histórica (fue perseguido, sometido a juicios sumarísimos, condenado a muerte en tres ocasiones, conmutadas por cadena perpetua, etc.). De Telesforo Díaz Maroto se originó un entramado familiar muy amplio, con numerosas ramificaciones y parentescos en el pueblo de Malpartida de Plasencia, donde el apellido Díaz se unió a los Vivas, Fernández, García, Canelo, Ceballos, Muñoz y otros durante varias generaciones.  Este pueblo, donde proliferaron albañiles y contratistas prestigiosos en la segunda mitad del siglo XX, bien puede considerar un dignísimo precursor de ellos a Telesforo Díaz Maroto.


(*) Publicado en Aires Chinatos, Núm. 60, 3ª Etapa, Enero-Marzo 2024.

 

jueves, 18 de enero de 2024

Chinatos destacados: TELESFORO DÍAZ MAROTO

 TELESFORO DÍAZ MAROTO (1842-1919), I*

Telesforo Díaz Maroto es una de esas personas destacadas que, habiendo alcanzado en su tiempo el reconocimiento del pueblo chinato, es en la actualidad un desconocido para la mayoría de los vecinos de Malpartida de Plasencia. Sin embargo,  en el acta de la sesión extraordinaria de pleno de la Corporación del día 25 de octubre de 1926, (siete años después de su muerte), se acordó “Que, interpretando los deseos de este vecindario, siempre agradecido a la íntegra, constante y enérgica actuación social y administrativa en favor de este pueblo, que desarrolló el difunto D. Telesforo Díaz Maroto, se dé el nombre de dicho señor a la calle de Mendizábal de este pueblo, colocando en ella alto la inscripción de lápida de mármol […].” Por cierto, al igual que ha sucedido en otros casos (los de Abelardo Martín Chamorro y José Canelo son llamativos), desde hace años se ignora el paradero de ese mármol honorífico, y la calle Díaz Maroto pasó a llamarse Capitán Cortés después de la Guerra Civil y ahora se denomina Escuelas.

                           

Telesforo Díaz Maroto,  con barba,  junto al hijo mayor y dos de sus nietos. (Foto  cedida por Cristina Díaz Vaillagou )

Antes de indagar en los archivos municipales y en otras fuentes, al cronista le habían llegado un par de informaciones escritas acerca de nuestro personajeLa primera es un manifiesto de Justo Vivas Recio, impreso en hoja suelta, titulado “Queridos paisanos”, con fecha 1 de mayo de 1927.  El escrito trata del homenaje tributado entonces al eximio maestro Abelardo Martín Chamorro, pero también honra con sus palabras la memoria de Telesforo Díaz Maroto, “otro hombre de virtud y honradez, que sin ser hijo del pueblo trabajó para engrandecerle”, leemos. Vivas Recio se refiere, asimismo, a la lápida colocada en uno de los edificios construidos por el contratista fomentando la vivienda, “tan escasa en todas partes”, y menciona, además, dos importantes obras suyas en el pueblo: la fábrica de harinas y la central eléctrica, “de incalculables beneficios para la localidad”.

Por otra parte, un folio manuscrito, anónimo y sin fecha, guardado en el Archivo Carlos Manzano Canelo/Colectivo Cultural Chinato, proporciona valiosa información acerca de Telesforo Díaz Maroto. Aunque escrito, este texto, laudatorio, es en realidad un excelente testimonio de la memoria oral y debió de escribirse hacia 1950, según se deduce de ciertas referencias incluidas en él (la calle Díaz Maroto ya había sido cambiada a Capitán Cortés; estaba construido el nuevo cuartel de la Guardia Civil, el de 1946, luego demolido en 2021). El desconocido autor transmite datos coincidentes con los de Justo Vivas (Maroto era forastero, contratista, construyó casas, algunas dedicadas a cuartel, la fábrica de harinas), pero añade algunas pinceladas interesantes: venía por los pueblos vendiendo lienzos y otros artículos, casó con mujer de Malpartida y desde entonces se hizo chinato, le nombraron alcalde dos veces; por ello, dieron su nombre a la calle de las casas construidas “donde antes solo había huertos”. Y nos deja una coplilla que, intuimos, debían de cantarle algunos vecinos, quizás en los carnavales y en las ferias, cuando el regidor se pusiera riguroso con los vendedores ambulantes en la aplicación de las ordenanzas municipales:

 

Señor alcalde mayor,

no detenga a los lienceros,

que usted también ha vendido

lienzo, ligas y fajeros.

 

Conocidos hace años, los testimonios apuntados han movido ahora al cronista a completar y perfilar la figura de Telesforo Díaz Maroto rescatándola del olvido, tarea ya emprendida en conferencia sobre la memoria histórica, dictada en la vecina ciudad de Plasencia en la primavera de 2023 y adaptada para trabajo de investigación publicable en libro impreso, cuya síntesis de contenido se divulga ahora en este artículo y su continuación.

Los inicios

Debió de ser hacia 1865 cuando el joven vendedor ambulante Telesforo Díaz Maroto, oriundo de tierras manchegas, tuviera los primeros contactos con el pueblo de Malpartida de Plasencia, uno más de los que en sus años mozos recorría vendiendo lienzos, paños y otras mercancías. Había nacido en un lugar de la Mancha llamado Puebla o Villa de don Fadrique, provincia de Toledo, el 5 de enero de 1842. En una de sus visitas, conocería a la moza Sandalia Manuela González Silva, con quien contrajo matrimonio el 17 de octubre de 1869, en la iglesia del pueblo. Enseguida les irían llegando los hijos (5), de los cuales sobrevivieron tres: Luis, Claudia y Guillermo; (murieron al poco tiempo de nacer dos niñas: Emilia Agripina y Guadalupe Adelaida María).

Aunque en septiembre de 1880 le fue concedida la vecindad en el pueblo y, en consecuencia, fue incluido en el padrón por cumplir el requisito de haber residido más de seis meses en él, y a pesar de que también al año siguiente se había construido vivienda propia en 1881 en el barrio de la Solana, los hechos nos sitúan a Telesforo Díaz Maroto fuera de Malpartida en largas temporadas durante las décadas de los años setenta y ochenta del ochocientos. Ello se debió a los trabajos relacionados con la construcción (cantero, maestro de obras, contratista) por la zona de Béjar, en Baños de Montemayor, en tierras portuguesas…, sin que falten en ese periodo actividades y gestiones importantes en Malpartida. Con todo, en los treinta últimos años de su vida se consolida la residencia continuada en el pueblo, la realización de obras importantes, la gestión pública y el crecimiento de un entramado familiar plenamente chinato. En este sentido, los tres hijos del matrimonio (Luis, Claudia y Guillermo) formaron sus propias familias en el lugar, de cuyas ramas aún perviven descendientes.

No cabe duda de que la presencia continuada en el pueblo y la participación activa en la vida pública, en los asuntos sociales, económicos, culturales y, sobre todo, en el desarrollo urbanístico, lo convirtieron en un referente para los convecinos. “Prohombre”, “benefactor”, “virtuoso”, “honrado” …, Telesforo Díaz debió de estar adornado de buenas cualidades para el trato personal y la fácil integración social, es decir, poseía el don de gentes. La sociabilidad y el buen hacer como maestro albañil o contratista de obras y como gestor público (concejal, juez de paz, alcalde), cimentarían su prestigio y su buena fama entre los lugareños, ya que desde el principio se implicó en los asuntos de la comunidad. Como miembro pleno de esta, la cultura y la instrucción de sus paisanos, unidas a las actividades profesionales en el municipio (creación de viviendas, realización de obras públicas) fueron sus grandes inquietudes.

                                     

En marzo de 1881, le fue concedido por el Ayuntamiento el arriendo de un local, (construido, en principio, para escuelas) con el fin de crear un teatro y centro de recreo, a la vez que serviría “para la educación e instrucción de los socios y del vecindario”. No parece aventurado considerar esta iniciativa como el antecedente inmediato del Círculo Chinato, fundado en 1927, unos años después de su muerte. Muy pronto lo encontramos colaborando con el Ayuntamiento en diversos asuntos y llevando a cabo obras públicas e iniciativas de representación vecinal. Así, con Donato Pereira de alcalde, Maroto construyó un lavadero y un abrevadero en el Pozón del Ejido Grande. Y a primeros de junio de 1882, próxima a celebrarse la primera feria de ganados, que había sido creada en el mes de abril inmediato anterior, la Corporación encargó entonces a “don Telesforo Maroto” (sic) alquilar en Talavera de la Reina las bombas con que sacar agua del Pozón para el ganado del rodeo. En el mes de octubre de ese mismo año, junto al también contratista Dionisio Vivas, presentaba un escrito a la Corporación (“al señor presidente y demás individuos del ayuntamiento de Malpartida de Plasencia”) en el que señalaban las importantes carencias de espacio y salubridad de la escuela de párvulos, y pedían se tomaran medidas urgentes para subsanarlas.

Demediada la década de los ochenta, el contratista Díaz Maroto edificó la estación de ferrocarril de Leiria (Portugal), y debido a ello la familia Maroto residió en Figueira da Foz el tiempo de duración de aquella obra.   La estación se integraba en el tramo de la línea férrea del Oeste entre Torres Vedras y Leiria, que fue inaugurado en agosto de 1887. El trazado del ferrocarril continuaría hasta Figueira da Foz, donde se daba por concluida la línea del Oeste un año después. También a principios de los 90 encontramos a nuestro hombre, contratista y masón, en las obras de la vía férrea Alcoy-Gandía. Pero fueron estos unos tiempos en los que Telesforo Díaz Maroto ancló la vida definitivamente en el que ya era su pueblo hacía bastantes años.

Abordaremos la etapa de consolidación personal e institucional, en la que sobresalen importantes obras tanto públicas como privadas; la pertenencia a la masonería y el talante librepensador; la gestión como alcalde en dos mandatos (1895-1897 y 1912-1013), y otros aspectos de la andadura vital de Maroto en la otra entrada del blog. 

                               (*) Texto publicado en Aires Chinatos, 3ª Etapa, Octubre-Diciembre 2023, Número 59. Malpartida de Plasencia (Cáceres)