miércoles, 14 de diciembre de 2022
Conferencia: UN EDIFICIO EMBLEMÁTICO: La iglesia Parroquial de San Juan Bautista de Malpartida de Plasencia.
martes, 8 de noviembre de 2022
LUIS LANDERO, Premio Nacional de las Letras Españolas 2022
Luis Landero fue galardonado ayer con el Premio Nacional de las Letras, y todos los medios difundían la noticia por la tarde, sobre todo en las ediciones digitales de los periódicos y en las cadenas de radio y televisión. Hoy ya llena páginas de la prensa escrita. Como hablantes de una lengua universal, en la que él escribe; como lectores de la literatura de cualquier procedencia; como extremeños y paisanos suyos, hemos de sentirnos honrados con este reconocimiento a una obra narrativa extraordinaria. Desde Juegos de la edad tardía, Luis Landero no ha dejado de entregar a los lectores obras que han colmado todas las expectativas, tanto por las ficciones que se cuentan como por la lisura de una lengua y un estilo de raigambre cervantinas.
Felicitamos a LUIS LANDERO rememorando, con esta fotografía, el XII Encuentro de Clubes de Lectura de Extremadura (Plasencia, 23 de noviembre de 2019). En ella, junto al novelista, aparecen algunos componentes del club de lectura de la Biblioteca José Canelo de Malpartida de Plasencia (Cáceres).
miércoles, 26 de octubre de 2022
FALLO DEL PRIMER PREMIO DE POESÍA "WETONIA" DE MALPARTIDA DE PLASENCIA
El pueblo de Malpartida de Plasencia, patria chica de este cronista, vivió anoche uno de esos momentos que, por su importancia, se incorporan sin discusión a la historia local: el fallo y entrega del I Premio de Poesía Wetonia. La convocatoria del certamen se había abierto a finales de enero de 2022, y el plazo de recepción de originales se cerró el 15 de junio. La culminación del proceso fue el acto público en la Casa de la Cultura Maestra Josefa Canales, con muy buena asistencia de público, en el que estaban presentes las autoridades locales, los miembros del jurado y el ganador del concurso. El señor alcalde presidente del Ayuntamiento y Corporación Municipal del pueblo chinato, don Raúl Barrado Módenes, como anfitrión del acontecimiento, abrió el acto y, en su intervención, destacó la importancia del mismo para Malpartida de Plasencia y para la promoción, fomento y difusión de la cultura mediante la creación literaria, al tiempo que felicitaba al ganador, cuya identidad descubría enseguida el acta y las consideraciones del jurado recogidas en ella, y que reproducimos.
ACTA DEL FALLO DEL I PREMIO DE POESÍA “WETONIA”
CONVOCADO POR EL AYUNTAMIENTO DE MALPARTIDA DE PLASENCIA (CÁCERES)”.
Con objeto de proceder al fallo del I PREMIO DE POESÍA “WETONIA” convocado por el Ayuntamiento de Malpartida de Plasencia (Cáceres)” en Resolución Presidencial de fecha de 27 de junio de 2022, el viernes, día 21de octubre, se reunió el jurado nombrado al efecto para proceder a la deliberación y fallo correspondiente.
El jurado ha estado compuesto por:
D. Basilio Sánchez González (Presidente)
Dña. Emilia Oliva García ( Secretaria)
Dña. Ana María Reviriego Rosado
D. José Luis Bernal Salgado y
D. Florentino Rodríguez Oliva, representante del Ayuntamiento, en su condición de Cronista Oficial de la Villa
A esta primera convocatoria del PREMIO DE POESÍA “WETONIA” se han presentado un total de 80 libros de poesía precedentes de diferentes puntos de España e incluso de Hispanoamérica. Tras un largo proceso de lectura de la totalidad de los libros presentados a concurso, los miembros del jurado coincidimos en reconocer y valorar la calidad de los textos recibidos, y seleccionamos para la deliberación final 7 de estas obras, cuyos seudónimos son: El paraíso perdido / Surem Cicala / Cartuja / Nikos Kazantzakis / Belle de jour / Zhu / y Ángel Leal.
Una vez realizadas las deliberaciones oportunas, el Jurado, por la coherencia del libro, la creatividad y la originalidad de la propuesta, así como por su calidad formal, decide por mayoría otorgar el I PREMIO DE POESÍA “WETONIA” 2022 al libro titulado Alondras, presentado con el seudónimo Belle de jour, cuyo autor, tras la apertura de la plica correspondiente, resultó ser D. Antonio San Miguel Roldán.
***
Antonio San Miguel nació en Madrid en 1976, si bien en 1989 se trasladó a Talavera de la Reina, ciudad en la que vive actualmente. Es graduado en Trabajo Social por la Universidad de Castilla-La Mancha y desempeña sus funciones en un Centro Ocupacional para personas con discapacidad intelectual. También ha realizado estudios de Filosofía en la UNED y es docente de interpretación actoral, dramaturgia y director de teatro.
Inició su actividad literaria en la década de los 90, y ha publicado hasta la fecha alrededor de una decena de libros de poesía que han merecido importantes reconocimientos literarios. El primero de ellos, La canción del agua, fue publicado en 2008 y resultó Finalista del Premio Adonáis de poesía, a este le han seguido, de manera ininterrumpida, los siguientes libros:
La muerte de Rómulo, Premio Nacional Joaquín Benito de Lucas (2012)
Minúsculos desastres, Accésit del Certamen Internacional de Poesía Creadores para la Libertad y la Paz (2015)
Raíles, Premio Internacional de Poesía Joaquín Lobato (2016)
26 formas parecidas de coger un tren hacia Lisboa, Premio Ateneo de Alicante (2018)
Llegar a Portugal en un ferrocarril que ya no existe, Premio José Hierro (2018)
A riesgo de ser niño, Premio Internacional de Poesía Juan Alcaide (2019)
Crematorio del Mar, Premio Internacional de Poesía Balanceo (2019)
Donde el mar nos duele, Premio Villa de Iniesta (2020)
Cartografía en la piel de los vencidos, Premio Internacional de Poesía Avant Ciudad de Ceuta (2020)
La mano fugitiva, Premio Certamen Internacional de Poesía Jara Carrillo (2021)
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ALONDRAS
A juicio de los miembros del jurado, Alondras, el libro ganador (que lleva como subtítulo Consagración de la altura) es un espléndido y original libro de poesía, concebido de manera unitaria y que muestra en lo formal un dominio evidente del ritmo y de los tiempos poéticos.
Un libro que, a través de un conjunto equilibrado de poemas, es capaz de desarrollar alrededor de un único elemento simbólico, la alondra común –uno de los pájaros que sobrevuelan los cielos de nuestros campos y de nuestras ciudades–, una poesía hondamente evocativa y celebratoria.
A juicio del jurado, hay en este libro una especie de realismo trascendido, la descripción pormenorizada, con imágenes muy hermosas y de gran nitidez, de los diversos elementos que constituyen las costumbres y hábitat de estas aves (el vuelo, su canto, sus formas de anidamiento, su manera de posarse en las ramas, etc.), pero trascendiéndolos y sublimándolos.
También nos ha llamado la atención la capacidad del poeta para desplegar con estos mínimos recursos temáticos un universo completo, lleno de resonancias, que consigue transmitir a los lectores, más allá de los aspectos puramente descriptivos, una visión esperanzada y hondamente humanista de la existencia entroncada con la naturaleza y la vida sencilla.
Una poesía de raigambre clásica que consigue sortear con éxito el escollo de lo tradicionalmente poético –un riesgo aún mayor cuando se trata de un pájaro como la alondra, proverbialmente asociado a la poesía romántica y simbolista– porque en estos poemas, y este es uno de los grandes méritos del libro, su vuelo simbólico no pierde en ningún momento, como el hilo de la cometa que un niño lleva atada a su mano, el contacto con la tierra y la vida cotidiana.
viernes, 21 de octubre de 2022
EL POZUELO
Las Jornadas del Emigrante, que organizaba el Colectivo Cultural Chinato, incluyeron en sus actividades, hace ya varios años, la “ruta de los pozos”, esto es, un recorrido pedestre por callejas y parajes cercanos al pueblo donde se encuentran fuentes y pozos muy antiguos. En general, estos medios de aprovisionamiento de agua estaban ubicados en encrucijadas de caminos, ejidos y pasiles; todos ellos, espacios abiertos, comunes, de titularidad municipal y uso público. Tenían que ver con abrevaderos de ganados, lavados de la ropa familiar y, algunos, con la provisión de agua potable para consumo humano. Depósitos de agua, pues, muy necesarios, en tiempos en que la red de agua corriente general estaba aún muy lejana. Además, en los patios o corrales de numerosas viviendas, había también pozos o aljibes. Las fuentes y los pozos estaban excavados en manantiales o corrientes acuíferos de las capas freáticas. Los pozos grandes de cercanas lejanías, o los más recogidos de los corrales de las casas, nos hablan también de profundas soledades ahogadas en la quietud de esas aguas. Otrora, en nuestro pueblo había cierta preferencia de los suicidas por los pozos, en cuyos brocales dejaban alguna pertenencia identificadora: la petaca y otros útiles de fumar, el sombrero, un pañuelo de la cabeza, un cántaro de barro y la rodilla… Y como en la tradición de otros lugares, también la memoria oral ha tejido historias, leyendas y anécdotas en torno a las fuentes; y la literatura lírica, sobre todo, encuentra un escenario aparente en asuntos de amores junto a las aguas claras de cristalinas fontanas.
Muchas de las personas
participantes en el recorrido de los pozos y fuentes en aquel mes de agosto de
2011 desconocían los lugares que estaban visitando, y desde la organización se
les proporcionaba, in situ, sucinta información al respecto.
Desaparecidos los pozos de la Plaza Mayor, del Concejo, el Pozón del Ejido
Grande,; ocultas la Fuente y la Charca…, perviven aún el pozo del Teniente, el
del camino de la Luz, el de los Guijos, el pozo de Teodora, las Higuerillas, la
Fuente Santa, el Pozuelo. En los últimos tiempos, han sido reparados y
protegidos con cierres de rejillas de hierro. Forman parte, pues, de un patrimonio tradicional importante, que
debe ser preservado por el municipio.
Ligeros retoques no han alterado
el aspecto ni la fábrica del Pozuelo, el más grande de ellos, tal como
quedó en la reconstrucción de 1892. Se trata de una obra llamativa por las dimensiones,
la robustez de los materiales empleados en bóvedas y brocales, por sus dos
bocas simétricas de gran tamaño: enormes planchas de granito en los brocales y grandes
dovelas de la misma piedra en las bóvedas, combinadas con ladrillo y piedras de
pizarra en las paredes de contención. Tal es la estructura, rayana en la
monumentalidad, de este pozo singular.
Situado en parajes cercanos al arroyo
Molinillo, por la zona del arroyo de la Cañaílla, tal como lo
encontramos en la actualidad, el Pozuelo (también, la Pozuela en algunas
denominaciones) es una obra más que centenaria (130 años), según atestigua el
año grabado en dos de las paredes de sus brocales:1892, en una de las cuales
aparece además la filiación del cantero: F. Osorio. Antes de esa fecha, y sin
que podamos determinar cuándo fue construido en su origen, existía un pozo en
el mismo lugar y con idéntico nombre, cuya bóveda y paredes se habían hundido a
principios de 1891, siendo alcalde Donato Pereira. Entonces se levantó
alrededor una pared de piedra seca como cierre con el fin de evitar peligros a
personas y animales, trabajos que realizó Laureano Garzón, por un coste de 30
pesetas, correspondientes a diez peonadas de albañil y cuatro de peón. También
se ensanchó el hueco y se dio más profundidad al pozo. Pero sería al verano
siguiente, debido a la escasez de agua y a los fuertes calores, cuando urgiera
restaurar el Pozuelo, o lo que es lo mismo, reconstruirlo casi de nuevo cuño.
Elaborado el presupuesto y el
pliego de condiciones por la Comisión de Obras del ayuntamiento, el maestro
albañil Dionisio Vivas remató la subasta en 1800 pesetas. La reconstrucción
afectaba a brocales, paredes y bóvedas. El alcalde nombró vigilante de los
trabajos a Francisco Pereira, y en el transcurso de los mismos se produjeron
derrumbes de tierra y escombros. Sacarlos, rozar las paredes, reforzarlas y
ensanchar la cavidad 1,5 metros por la parte del saliente, supuso un aumento de
obra, que le sería reconocido y abonado al rematante Dionisio Vivas. Este percibiría
al finalizar la reconstrucción en septiembre de 1892, por un lado, 1800 pesetas
como importe de la subasta licitación y, por otro, 699 pesetas por los trabajos
añadidos de desescombro y ensanche. Así, pues, rehabilitar el Pozuelo le supuso
al erario municipal un gasto de 2.500 pesetas.
Aquella obra, salvo ligeros arreglos
en alguna de las pilas de las esquinas de los amplios brocales, ha llegado
hasta hoy, y nada indica que pueda venirse abajo. En cambio, sí han desaparecido la
funcionalidad como abrevadero para el ganado y el trajín de las mujeres que iban
a lavar la ropa o a acarrear agua para el hogar con los botijos de barro en las
típicas aguaderas en los burros, o bien con un cántaro al cuadril y otro a la
cabeza con la rodilla. La pervivencia del Pozuelo testimonia, una vez más, el
buen hacer de los alarifes chinatos, cuya fama se ha extendido por muchos
territorios de nuestro país.
Publicado también en Aires Chinatos, N.º 54, 3ª Etapa (julio-septiembre, 2022)
viernes, 17 de junio de 2022
LA CASA DE TÍA FELICIANA ( 2)
La casa de tía Feliciana (y 2)*
Escribía en un número anterior
de Aires Chinatos acerca de la llamativa vivienda que, hasta comienzos
de los años sesenta del siglo pasado, ocupaba el centro del entonces llano de
san Gregorio. Habitada en la década de los años cincuenta por Feliciana
Llorente Fernández y su hija Cecilia, era conocida como la “casa de tía
Feliciana”, la cual tanto por la situación, privilegiada, como por el aspecto
constructivo sobresalía entre las demás del Ejido (Lejío) Chico. Hasta
1953, cuando fue inaugurada la airosa y bella ermita actual, a dicha vivienda
solo le hacía sombra el enorme crucero de San Gregorio, situado entonces en el
flanco sur del teso (el “tedo”, en dialecto chinato), delante de la
pequeña morada del santo. La antigua ermita más bien parecía una caseta de cercado,
la cual, sin la orientación propia de los templos cristianos, se hallaba
semiabandonada y había devenido en un anexo del aledaño hospital-asilo de
mendigos y vagabundos, junto al taller de tío Antonio el Carretero.
Sin duda alguna, la casa de tía Feliciana era un edificio señero en aquel entorno donde el pueblo quedaba flanqueado al sureste por la prolongación de la salida hacia Navalmoral y hacia la Vera. Por lo demás, madre e hija tenían abierta pensión, donde solían albergar a viajantes, orives, representantes de comercio, vendedores ambulantes y, en las ferias, chalanes y otros forasteros de diversa laya y procedencia. El plano de la localidad (en detalle, fig. 1), debido a la esmerada pluma de don Guillermo Gómez de la Rúa y publicado en El Gladiador (28/02/1930), evidencia cuán llamativa es una construcción particular en un espacio público, al lado de una vía principal y del que arrancan varias calles importantes. Aparece señalado con la letra G, que en la leyenda corresponde a la Plaza de Primo de Rivera.
Precisamente, fue durante la dictadura de este general golpista cuando se le dio su nombre “a la plaza nueva en el sitio del Alto de San Gregorio”, por acuerdo unánime de la Corporación el día 5 de junio de 1927 a propuesta del concejal Eleuterio Tomé Barrado. Este edil era el propietario de la casa que nos ocupa, la cual debió de ser construida en 1925 o 1926 según se deduce de dos actuaciones suyas relacionadas con la vivienda (siendo ya concejal, solicitó una parcela de terreno en la calle de San Gregorio para construir una casa, solar que le fue concedido por unanimidad en el pleno del 12 de febrero de 1925; y a finales de diciembre de 1928, formuló petición para añadir una terraza en la casa de su propiedad en la Plaza de Primo de Rivera, añadido que, según escribía en la instancia, “suscriben y ven bien otros vecinos”).
La fotografía aérea de 1963 (fig.2)
muestra aún (en detalle) la casa de tía Feliciana ruinosa y sin techumbre,
pronta a ser demolida. En la imagen destacan la nueva ermita de San Gregorio con
la orientación tradicional y la airosa cruz, ubicada en distinto emplazamiento
al originario.
Al iniciarse el expediente de
demolición por estado ruinoso de la vivienda en el verano de 1960, Feliciana
Llorente era moradora usufructuaria, y los hermanos Félix y Nazario Tomé
Martín, hijos y herederos de Eleuterio Tomé Barrado, figuraban como
propietarios. Una y otros admitían la situación dictaminada en el mes de marzo
por el maestro alarife capataz de obras del Ayuntamiento y certificada en junio
por el aparejador municipal, al tiempo que no oponían objeciones a la destrucción
de la casa.
Con la declaración del estado de
ruina a mediados de agosto, el Ayuntamiento determina la demolición total,
señalando que los gastos irán a cargo del valor del edificio. De los trámites
legales, incluidos los económicos, se ocuparía el letrado Francisco García
Carrasco, asesor jurídico de la institución, quien debería conciliar a las
partes interesadas acerca del valor de la casa, así como de las cantidades para
los propietarios y la moradora usufructuaria vitalicia. Esta última no solo había
solicitado se la tuviera en cuenta a la hora de la expropiación, sino que
también más adelante pretendería, sin éxito, volver a habitar la casa ya
abandonada. Un año después (verano de 1962), la Corporación consideraba
insuficientes las 50 pesetas mensuales de indemnización asignadas a Feliciana
Llorente por haber abandonado la vivienda; como compensación, se acordó abonarle
la cantidad de 2.500 pesetas hasta 31 de agosto, descontando el importe
percibido hasta ese momento; y a partir del 1 de septiembre, recibiría 100
pesetas al mes hasta la ultimación del trámite de entendimiento en la compra
del edificio o en el de expropiación forzosa
El expediente de expropiación
forzosa del inmueble concluyó en el pleno de la Corporación del día 16 de
agosto de 1963. El alcalde informa a los asistentes de que los herederos de
Eleuterio Tomé Barrado muestran su conformidad con el precio de 88.395 pesetas notificado
por el Ayuntamiento, al tiempo que aceptan se descuente la cantidad de 4.350
pesetas (por la retirada de escombros); en consecuencia, les corresponden
84.045 pesetas. No obstante, el pago habrá de demorarse, pues aún no ha
mejorado la difícil situación económica de las arcas municipales. No sería
hasta finales de marzo de 1964 cuando el alcalde quedaba autorizado para
formalizar la escritura pública de compraventa con los hijos herederos y la
esposa usufructuaria de Eleuterio Tomé, quienes recibirían sin más demoras las
84.045 pesetas ya referenciadas. Culminaba así la liberación de un espacio
público, extrañamente enajenado para una construcción privada de los años
veinte del siglo pasado, el cual se integraba en la urbanización y ensanche de
la Plaza de San Gregorio a mediados de los años sesenta de la centuria.
(*)Nota. – Subsano
un yerro cometido en el escrito anterior: el titular de la fábrica de gaseosas
era Fermín Almendral (tío Fermín, el Municipal) y con él trabajaba Cesáreo
Sánchez (tío Cesáreo, el de las Gaseosas), que después regentaría el negocio en el Pozo Alto.
miércoles, 11 de mayo de 2022
CRÓNICA ANUAL (2021) DE LA VILLA DE MALPARTIDA DE PLASENCIA
Ya andan en letra impresa los anales del pueblo de los chinatos. Para quienes no accedan a ellos en la edición en papel, copiamos el enlace de descarga, y así pueden leer lo que sea de su interés.
CRÓNICA DE MALPARTIDA DE PLASENCIA AÑO 2021
ENLACE DE DESCARGA
lunes, 9 de mayo de 2022
EL POTRO DE HERRAR LOS BUEYES. Historia: Obras menores.
El potro de herrar los bueyes que decora, junto a otras figuras del campo (el carro, la trilla), la gran rotonda en que confluyen varias carreteras y que es encuentro secular de cañadas ganaderas en el paraje aledaño a la ermita de la Virgen de la Luz, estaba a principios del siglo pasado en el Ejido Chico. Se instalaría originariamente en espacios abiertos de los pagos próximos al teso (tedo) de la ermita de san Gregorio, en la costana de bajada hacia el Ejido Grande. (En los años cincuenta y sesenta, tenía plena actividad ahí mismo, en un amplio corralón, el más moderno y reciente banco de herrar de José Fernández, Pepe Peloto, donde se rebajaban los cascos y herraban caballerías preferentemente).
(3)
Cuando las casas fueron extendiéndose por esa zona, la propietaria por entonces del potro de herrar los bueyes, Catalina García Fernández, solicitó al Ayuntamiento cambiarlo de sitio, por entender que al encontrarse cerca de las viviendas podría haber peligro para las personas. Así, en sesión de pleno del Concejo del día 21 de abril de 1912, siendo alcalde Telesforo Díaz Maroto, se acordó su traslado a las Higuerillas. En aquel paraje, al lado del matadero, lo hemos conocido; estaba emplazado en la parte noroeste, como se aprecia en la fotografía (3).