Las escuelas, una obra ambiciosa y duradera
Muchos pueblos, así el nuestro,
cuentan con edificios emblemáticos, orgullo de los vecinos, quienes los
consideran muy suyos por tratarse de obras para el bien común, y que son
consideradas logros de la colectividad. En este sentido, ajena la localidad
desde antiguo a linajes nobles o hidalgos, huérfana está de mansiones
señoriales como las que hermosean y dan lustre a otros lugares, porque en
Malpartida de Plasencia todos los lugareños eran pecheros y satisfacían los
impuestos como dios mandaba, el rey exigía y los recaudadores acopiaban. A
falta, pues, de casas solariegas y palacios nobiliarios, los chinatos
concentran su orgullo arquitectónico en dos construcciones de uso colectivo y
separadas por cuatro siglos en el nacimiento: una religiosa, la iglesia
parroquial de san Juan Bautista, cuyos inicios son de mediados del siglo XVI;
otra, laica, las Escuelas Graduadas, obra de los años de la Segunda República.
El templo, dado su valor artístico y monumental, figura desde antiguo en libros
y tratados de especialistas y hace unos años fue declarado Bien de Interés
Cultural (BIC), en calidad de Monumento, por la Junta de Extremadura. Por su parte, el hermoso y sólido edificio
escolar, desde hace años CP Fray Alonso Fernández, es una obra señera de la
arquitectura civil de nuestro pueblo en la primera mitad del siglo XX.
(Las Escuelas en 1960, parte sur, entrada de los niños y campo escolar) *
Los primeros pasos para la construcción de las escuelas
graduadas se dieron cuando solo habían transcurrido cuatro meses del
advenimiento del régimen republicano. Era entonces alcalde Miguel Romero
Almendral, quien en pleno del Concejo del día 4 de septiembre quedó facultado
para gestionar, en nombre y representación del Ayuntamiento, la construcción de
un edificio escolar con seis grados para niños y seis para niñas; ello
implicaba también la solicitud de la correspondiente subvención estatal. La
iniciativa respondía a la necesidad perentoria de ampliar los puestos escolares
debido al aumento de población y a la insuficiencia del recinto escolar
existente. Se había elegido para su ubicación el Pago de las Cabras, terreno del
que habrían de adquirirse unos cinco mil metros cuadrados para solar.
En julio de 1932, junto a la solicitud a la Dirección General de primera Enseñanza de cien mil pesetas de subvención, Romero Almendral adjuntó el proyecto del arquitecto Manuel Vías Sáenz-Díez, así como el informe favorable del Consejo Provincial de Primera Enseñanza, cuyo secretario era Abelardo Martín Chamorro (maestro que había sido en el lugar desde principios de siglo hasta 1913). En octubre, con Teodoro Heras García de alcalde, el Ministerio dio el visto bueno. Siguieron gestiones y demoras, viajes de comisiones municipales a organismos oficiales de Cáceres y de Madrid, que constataban cómo la urgencia del municipio era frenada en los despachos ministeriales. Por fin, a finales de julio de 1934, el Ministerio de Instrucción Pública aprueba el proyecto y concede una subvención de 144.000 Ptas.
(Escuelas, fachada norte, entrada de las niñas)*
El año 1935 se inicia con las escuelas en primer plano de las
preocupaciones del Concejo,
y el ritmo institucional se acelera. Se compró el solar de los huertos que daban
a la calle de la Fuente y otros terrenos interiores, en lo que se denominaba
Pago de las Cabras, por un importe de 13.005,58 pesetas. Aprobados por el
Ministerio tanto proyecto y presupuesto, como la subvención de 144.000 pesetas
(Orden de 31 de julio de 1933, Gaceta de Madrid de 17 de septiembre), se
publicita el pliego de condiciones para la subasta de unas Escuelas Graduadas
de 12 secciones o clases. Cumplidos los trámites y plazos legales fue elegida
la propuesta de Pedro Sánchez Marcos, contratista de Navalmoral de la Mata, por
un importe de 147.413,10 pesetas. Las obras comenzaron de inmediato. Por las
ferias de junio, fue nombrado maestro encargado de supervisarlas y vigilarlas
el vecino Faustino Martín Martín, a fin de que se llevaran a cabo conforme a
plano y con materiales de calidad. Con cargo al Presupuesto Extraordinario del
Ayuntamiento, percibiría 6 pesetas al día mientras durase la construcción. Las
obras debieron de ir ejecutándose a buen ritmo. La primavera marca un momento
importante en el devenir de las escuelas nuevas, pues según informa el alcalde
en la sesión extraordinaria del Concejo el día 25 las obras están a punto de
concluir. En los primeros días de mayo
(pleno del día 10), la presidencia reitera que está casi terminado el Grupo Escolar
y, en vista de ello, debe finalizar la función de Faustino Martín, técnico
municipal vigilante de las obras. Eran los umbrales de la Guerra Civil. En
algún momento del conflicto, el inmueble serviría de albergue para fuerzas
militares.
Al finalizar la contienda, el edificio de las nuevas escuelas
graduadas llevaba meses terminado Así lo acreditan la liquidación de obra
presentada en febrero de 1939 y después, el informe de 18 de octubre del mismo
año, donde el arquitecto lo certifica. Sin embargo, circunstancias varias
retrasarían el traslado de escolares y maestros desde las escuelas viejas a las
nuevas, cuya utilización comenzó a finales de abril de 1941, y ello sin que aún
hubiesen sido creadas oficialmente ni recibidas por el Ayuntamiento. Ello se
concretaría en agosto de 1943, con Antonio Fernández Rodríguez de director y
Benito Mirón Sánchez de alcalde. A finales de ese año, el Ministerio de
Educación Nacional autorizó la denominación de Grupo Escolar Nuestra Señora de
la Luz para las escuelas, las cuales, en diciembre de 1959, pasaron a llamarse
Grupos Escolares de Niños y Niñas Fray Alonso Fernández. Del dilatado y
complejo proceso de edificación, creación y recepción nos ocupamos en otro
artículo.
(* Las
fotografías proceden del Archivo Municipal de M. de P.)
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