miércoles, 26 de octubre de 2022

FALLO DEL PRIMER PREMIO DE POESÍA "WETONIA" DE MALPARTIDA DE PLASENCIA


El pueblo de Malpartida de Plasencia, patria chica de este cronista, vivió anoche uno de esos momentos que, por su importancia, se incorporan sin discusión a la historia local: el fallo y entrega del I Premio de Poesía Wetonia. La convocatoria del certamen se había abierto  a finales de enero de 2022, y el plazo de recepción de originales se cerró el 15 de junio. La culminación del proceso fue el acto público en la Casa de la Cultura Maestra Josefa Canales, con muy buena asistencia de público, en el que estaban presentes las autoridades locales, los miembros del jurado y el ganador del concurso. El señor alcalde  presidente del Ayuntamiento y Corporación Municipal del pueblo chinato, don Raúl Barrado Módenes,  como anfitrión del acontecimiento, abrió el acto y, en su intervención, destacó la importancia del mismo para Malpartida de Plasencia y para la promoción, fomento y difusión de la cultura mediante la creación literaria, al tiempo que felicitaba al ganador, cuya identidad  descubría enseguida el acta y las consideraciones del jurado recogidas en ella, y que reproducimos. 

ACTA DEL FALLO DEL I PREMIO DE POESÍA “WETONIA” 

CONVOCADO POR EL AYUNTAMIENTO DE MALPARTIDA DE PLASENCIA (CÁCERES)”.

Con objeto de proceder al fallo del I PREMIO DE POESÍA “WETONIA” convocado por el Ayuntamiento de Malpartida de Plasencia (Cáceres)” en Resolución Presidencial de fecha de 27 de junio de 2022, el viernes, día 21de octubre, se reunió el jurado nombrado al efecto para proceder a la deliberación y fallo correspondiente.

El jurado ha estado compuesto por:

D. Basilio Sánchez González (Presidente)

Dña. Emilia Oliva García ( Secretaria)

Dña. Ana María Reviriego Rosado

D. José Luis Bernal Salgado y

D. Florentino Rodríguez Oliva, representante del Ayuntamiento, en su condición de Cronista Oficial de la Villa

 A esta primera convocatoria del PREMIO DE POESÍA “WETONIA” se han presentado un total de 80 libros de poesía precedentes de diferentes puntos de España e incluso de Hispanoamérica. Tras un largo proceso de lectura de la totalidad de los libros presentados a concurso, los miembros del jurado coincidimos en reconocer y valorar la calidad de los textos recibidos, y seleccionamos para la deliberación final 7 de estas obras, cuyos seudónimos son:  El paraíso perdido / Surem Cicala / Cartuja / Nikos Kazantzakis / Belle de jour / Zhu / y  Ángel Leal.

Una vez realizadas las deliberaciones oportunas, el Jurado, por la coherencia del libro, la creatividad y la originalidad de la propuesta, así como por su calidad formal, decide por mayoría otorgar el I PREMIO DE POESÍA “WETONIA” 2022 al libro titulado Alondras, presentado con el seudónimo Belle de jour, cuyo autor, tras la apertura de la plica correspondiente, resultó ser D. Antonio San Miguel Roldán.

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Antonio San Miguel nació en Madrid en 1976, si bien en 1989 se trasladó a Talavera de la Reina, ciudad en la que vive actualmente. Es graduado en Trabajo Social por la Universidad de Castilla-La Mancha y desempeña sus funciones en un Centro Ocupacional para personas con discapacidad intelectual. También ha realizado estudios de Filosofía en la UNED y es docente de interpretación actoral, dramaturgia y director de teatro.

Inició su actividad literaria en la década de los 90, y ha publicado hasta la fecha alrededor de una decena de libros de poesía que han merecido importantes reconocimientos literarios. El primero de ellos, La canción del agua, fue publicado en 2008 y resultó Finalista del Premio Adonáis de poesía, a este le han seguido, de manera ininterrumpida, los siguientes libros:

La muerte de Rómulo, Premio Nacional Joaquín Benito de Lucas (2012)

Minúsculos desastres, Accésit del Certamen Internacional de Poesía Creadores para la Libertad y la Paz (2015)

Raíles, Premio Internacional de Poesía Joaquín Lobato (2016)

26 formas parecidas de coger un tren hacia Lisboa, Premio Ateneo de Alicante (2018)

Llegar a Portugal en un ferrocarril que ya no existe, Premio José Hierro (2018)

A riesgo de ser niño, Premio Internacional de Poesía Juan Alcaide (2019)

Crematorio del Mar, Premio Internacional de Poesía Balanceo (2019)

Donde el mar nos duele, Premio Villa de Iniesta (2020)

Cartografía en la piel de los vencidos, Premio Internacional de Poesía Avant Ciudad de Ceuta (2020)

La mano fugitiva, Premio Certamen Internacional de Poesía Jara Carrillo (2021)

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ALONDRAS

A juicio de los miembros del jurado, Alondras, el libro ganador (que lleva como subtítulo Consagración de la altura) es un espléndido y original libro de poesía, concebido de manera unitaria y que muestra en lo formal un dominio evidente del ritmo y de los tiempos poéticos. 

Un libro que, a través de un conjunto equilibrado de poemas, es capaz de desarrollar alrededor de un único elemento simbólico, la alondra común –uno de los pájaros que sobrevuelan los cielos de nuestros campos y de  nuestras ciudades–, una poesía hondamente evocativa y celebratoria.

A juicio del jurado, hay en este libro una especie de realismo trascendido, la descripción pormenorizada, con imágenes muy hermosas y de gran nitidez, de los diversos elementos que constituyen las costumbres y hábitat de estas aves (el vuelo, su canto, sus formas de anidamiento, su manera de posarse en las ramas, etc.), pero trascendiéndolos y sublimándolos.

También nos ha llamado la atención la capacidad del poeta para desplegar con estos mínimos recursos temáticos un universo completo, lleno de resonancias, que consigue transmitir a los lectores, más allá de los aspectos puramente descriptivos, una visión esperanzada y hondamente humanista de la existencia entroncada con la naturaleza y la vida sencilla. 

Una poesía de raigambre clásica que consigue sortear con éxito el escollo de lo tradicionalmente poético –un riesgo aún mayor cuando se trata de un pájaro como la alondra, proverbialmente asociado a la poesía romántica y simbolista– porque en estos poemas, y este es uno de los grandes méritos del libro, su vuelo simbólico no pierde en ningún momento, como el hilo de la cometa que un niño lleva atada a su mano, el contacto con la tierra y la vida cotidiana.





 

 



viernes, 21 de octubre de 2022

EL POZUELO

 Las Jornadas del Emigrante, que organizaba el Colectivo Cultural Chinato, incluyeron en sus actividades, hace ya varios años, la “ruta de los pozos”, esto es, un recorrido pedestre por callejas y parajes cercanos al pueblo donde se encuentran fuentes y pozos muy antiguos. En general, estos medios de aprovisionamiento de agua estaban ubicados en encrucijadas de caminos, ejidos y pasiles; todos ellos, espacios abiertos, comunes, de titularidad municipal y uso público. Tenían que ver con abrevaderos de ganados, lavados de la ropa familiar y, algunos, con la provisión de agua potable para consumo humano. Depósitos de agua, pues, muy necesarios, en tiempos en que la red de agua corriente general estaba aún muy lejana. Además, en los patios o corrales de numerosas viviendas, había también pozos o aljibes. Las fuentes y los pozos estaban excavados en manantiales o corrientes acuíferos de las capas freáticas.  Los pozos grandes de cercanas lejanías, o los más recogidos de los corrales de las casas, nos hablan también de profundas soledades ahogadas en la quietud de esas aguas. Otrora, en nuestro pueblo había cierta preferencia de los suicidas por los pozos, en cuyos brocales dejaban alguna pertenencia identificadora: la petaca y otros útiles de fumar, el sombrero, un pañuelo de la cabeza, un cántaro de barro y la rodilla… Y como en la tradición de otros lugares, también la memoria oral ha tejido historias, leyendas y anécdotas en torno a las fuentes; y la literatura lírica, sobre todo, encuentra un escenario aparente en asuntos de amores junto a las aguas claras de cristalinas fontanas.

Muchas de las personas participantes en el recorrido de los pozos y fuentes en aquel mes de agosto de 2011 desconocían los lugares que estaban visitando, y desde la organización se les proporcionaba, in situ, sucinta información al respecto. Desaparecidos los pozos de la Plaza Mayor, del Concejo, el Pozón del Ejido Grande,; ocultas la Fuente y la Charca…, perviven aún el pozo del Teniente, el del camino de la Luz, el de los Guijos, el pozo de Teodora, las Higuerillas, la Fuente Santa, el Pozuelo. En los últimos tiempos, han sido reparados y protegidos con cierres de rejillas de hierro. Forman parte, pues,  de un patrimonio tradicional importante, que debe ser preservado por el municipio.

Ligeros retoques no han alterado el aspecto ni la fábrica del Pozuelo, el más grande de ellos, tal como quedó en la reconstrucción de 1892. Se trata de una obra llamativa por las dimensiones, la robustez de los materiales empleados en bóvedas y brocales, por sus dos bocas simétricas de gran tamaño: enormes planchas de granito en los brocales y grandes dovelas de la misma piedra en las bóvedas, combinadas con ladrillo y piedras de pizarra en las paredes de contención. Tal es la estructura, rayana en la monumentalidad, de este pozo singular.

Situado en parajes cercanos al arroyo Molinillo, por la zona del arroyo de la Cañaílla, tal como lo encontramos en la actualidad, el Pozuelo (también, la Pozuela en algunas denominaciones) es una obra más que centenaria (130 años), según atestigua el año grabado en dos de las paredes de sus brocales:1892, en una de las cuales aparece además la filiación del cantero: F. Osorio. Antes de esa fecha, y sin que podamos determinar cuándo fue construido en su origen, existía un pozo en el mismo lugar y con idéntico nombre, cuya bóveda y paredes se habían hundido a principios de 1891, siendo alcalde Donato Pereira. Entonces se levantó alrededor una pared de piedra seca como cierre con el fin de evitar peligros a personas y animales, trabajos que realizó Laureano Garzón, por un coste de 30 pesetas, correspondientes a diez peonadas de albañil y cuatro de peón. También se ensanchó el hueco y se dio más profundidad al pozo. Pero sería al verano siguiente, debido a la escasez de agua y a los fuertes calores, cuando urgiera restaurar el Pozuelo, o lo que es lo mismo, reconstruirlo casi de nuevo cuño. 


Elaborado el presupuesto y el pliego de condiciones por la Comisión de Obras del ayuntamiento, el maestro albañil Dionisio Vivas remató la subasta en 1800 pesetas. La reconstrucción afectaba a brocales, paredes y bóvedas. El alcalde nombró vigilante de los trabajos a Francisco Pereira, y en el transcurso de los mismos se produjeron derrumbes de tierra y escombros. Sacarlos, rozar las paredes, reforzarlas y ensanchar la cavidad 1,5 metros por la parte del saliente, supuso un aumento de obra, que le sería reconocido y abonado al rematante Dionisio Vivas. Este percibiría al finalizar la reconstrucción en septiembre de 1892, por un lado, 1800 pesetas como importe de la subasta licitación y, por otro, 699 pesetas por los trabajos añadidos de desescombro y ensanche. Así, pues, rehabilitar el Pozuelo le supuso al erario municipal un gasto de 2.500 pesetas.

Aquella obra, salvo ligeros arreglos en alguna de las pilas de las esquinas de los amplios brocales, ha llegado hasta hoy, y nada indica que pueda venirse abajo.  En cambio, sí han desaparecido la funcionalidad como abrevadero para el ganado y el trajín de las mujeres que iban a lavar la ropa o a acarrear agua para el hogar con los botijos de barro en las típicas aguaderas en los burros, o bien con un cántaro al cuadril y otro a la cabeza con la rodilla. La pervivencia del Pozuelo testimonia, una vez más, el buen hacer de los alarifes chinatos, cuya fama se ha extendido por muchos territorios de nuestro país.  

                                                                                                                          Publicado también en Aires Chinatos, N.º 54, 3ª Etapa (julio-septiembre, 2022)