jueves, 6 de febrero de 2020

Teatro chinato en los años veinte (S. XX)


Un árbol de historias
Pasión de teatro
(Malpartida de Plasencia, años veinte)*
                                                                      
                         Florentino Rodríguez Oliva
                                                                                                         Cronista oficial

Me ocupaba hace unos años, en Aires Chinatos, de la fecunda actividad teatral de los felices años veinte en nuestro pueblo, de cuyos éxitos y aventuras daba buena noticia El Gladiador. Según las crónicas, reseñas y otros testimonios de aquellas páginas, había representaciones en todas las épocas del año, tanto de producción autóctona de aficionados como de compañías profesionales foráneas, en algunas de las cuales figuraban actrices y galanes de renombre a nivel nacional. Por lo que se refiere al elenco local, este abarcaba a pequeños y a mayores, y las funciones se llevaban a cabo los domingos y días de fiesta como Pascua de Resurrección, Ferias, Epifanía, Inmaculada, Navidad, San Blas, San Fulgencio, la Ascensión, San Pedro, Santiago, etc. Las infantiles, a cargo de escolares, solían estar comandadas por el párroco con la colaboración de alguna maestra. El escenario más frecuente era el del Salón Alegría, pero el arte de Talía pisó también las tablas del salón Moderno y las baldosas del salón parroquial para los cuadros interpretados por los niños. De aquel copioso contingente de artistas dramáticos me ocupo hoy con el fin de reunir sus nombres en estas líneas, completando así la mirada sobre el quehacer teatral chinato en el primer tercio del siglo pasado.
 “Algunas encantadoras niñas del pueblo” fueron, precisamente, las protagonistas de una muy aplaudida velada que da pie a la primera noticia teatral en El Gladiador, cuando este adalid de la información y de la cultura salió a la arena el 8 de diciembre de 1927.  El día de la Inmaculada, en el salón adosado entonces al templo, representaron varias piezas cortas, entre las que destacó “el número del Pañolón”. El periódico felicita a las promesas de actrices, a las profesoras doña Dolores Cid y señorita Ángeles Gutiérrez y al organizador del evento, don Manuel Cuesta (párroco). Idéntico éxito cosecharon el día de Navidad con varias obritas algunos jóvenes y niños, dirigidos por el cura. “Obritas, sainetes, números líricos, piececitas, dramitas, veladitas”, tales como A freír espárragos, Las antipáticas del segundo, Las hormiguitas, La hija del mar, La hechicera, El mercadero, Las dos niñas y otras más dieron gloria y aplauso a Matilde Paredes, Julia Tomé, Jacinta Díaz, Matilde y Margarita Carlos, Carmen Lozano, Margarita Muñoz, Carmen y Maruja Sánchez, Rosa Clemente, María Recio, Severiana Pereira, Ángeles Mateos, Liberta y Antonia Fernández, María Oliva, Máxima Tejeda, Asunción Mirón, Carmen Real, Leonor Martín, Segunda Serrano, Asunción Sáez, Argelia Manzano, Isabel Canelo, Asunción Martín, Marciala Pereira,  Pastora Fernández, Inés García, Luisa Tomé, Rosa Clemente. Sin duda, un abundante plantel de niñas y jovencitas, indicador del protagonismo femenino en las tablas y de la presencia de incipientes actrices en la mayoría de los hogares. Los muchachos se entreveraban en las representaciones de los mayores, y obras hubo en que trabajaron hasta tres actores de la misma familia, como ocurrió con los hermanos Manolo, Antonio y Pifi (Epifanio) Fernández Rodríguez en Marianela.
A la rica cosecha infantil, escolar y juvenil ha de añadirse, en el terreno de los adultos, una larga relación de obras, actrices y actores; todo lo cual denota una llamativa efervescencia del hecho teatral en los años anteriores a la República.  El esquema de las funciones era siempre el mismo: un drama (obra mayor) y un sainete (o juguete cómico), y las veladas proliferaron, de manera especial, en el periodo 1927-1929; o al menos así se deduce de las noticias y reseñas del periódico local.
 Sin agotar el repertorio de piezas llevadas al escenario, encontramos los siguientes dramas u “obras mayores”: El soldado de San Marcial, La vuelta del veterano, El idiota, Los sargentos, Mal año de lobos, Marianela, Malvaloca, Más fuerte que el amor. Entre las obras cortas (sainetes, juguetes cómicos) aparecen Por peteneras, Los rancheros. El asistente del coronel, Crimen misterioso, La afición, Retortijones. 
El Gladiador cubrió con gran detalle la información teatral de aquellos años haciéndose eco de los debuts exitosos de artistas noveles, de las interpretaciones brillantes, de las carencias de alguna obra y de las anécdotas. Así, la consagración del joven Vicente Manzano (“actorazo que bordó su papel a la perfección”) ocurrió en el día de la Ascensión de 1928 en el Salón Alegría, compartiendo reparto con Carmen Pereira (“superior”) y con Jeremías Martínez (“muy bien, pero abusó de la morcilla”), cuando pusieron en escena El idiota y El asistente del coronel; con ellos actuaban aquella noche Tomasa Martínez, Narcisa Mellado, Fausto Pérez, Celestino García y otros con fama de actores ya consagrados en el pueblo. Unos meses antes, el día de Reyes, Pedro Canelo, en el papel estelar del drama El soldado de san Marcial, había alcanzado tal verismo que hizo brotar lágrimas entre el público. Cómo silenciar la pericia de las actrices Tomasa Martínez, Venancia González y María García, quienes, en la función de la feria de junio (Mal año de lobos y La afición), recibieron los respectivos papeles solo un día antes de la representación, lo cual, parafraseando al clásico, supuso que “en horas veinticuatro / pasara de los papeles al teatro”. Tampoco faltaron situaciones embarazosas e hilarantes al mismo tiempo, como cuando a Eduardo Maíllo, en el papel de juez del sainete Crimen misterioso, se le cayó la perilla postiza a punto de terminar su intervención escénica. Gajes de la farándula.
En definitiva, aquellas luchadoras páginas quincenales fueron un testigo privilegiado de la inquietud del pueblo de Malpartida de Plasencia por el teatro como vehículo de cultura, diversión y aprovechamiento. Así lo reconocen los redactores cuando en enero de 1928, tras felicitar a los responsables de una brillante representación, los anima a “que sigan amenizando a la vez que instruyendo al pueblo con sus grandes veladas”.
Recogida la nómina de niñas y jovencitas, también recopilamos los nombres de muchachillos, mozas y mozos, hombres y mujeres, escritos en El Gladiador por sus aficiones interpretativas. Ellas (varias ya citadas): Tomasa Martínez, Venancia González, Asunción Sáez, Carmen Pereira, Julia Tomé, Jacinta Díaz, Emilia Pereira, Catalina Canelo, Narcisa Mellado, Ana María Mateos, Asunción Rubio… Ellos (algunos ya nombrados): Manuel Sanz, Carlos Manzano, Antonio Vivas, Vicente Fernández Reyes, Manuel Morales, Jesús Fernández, Guillermo González, Luciano F. Pajares, Ramón Módenes, Vicente Manzano, Pedro Canelo, Fausto Pérez, Celestino García, Juan Fernández, Jeremías Martínez, Jacinto Fernández, Manuel, Lorenzo, Antonio y Epifanio Fdez. Rguez., Fernando Lancho, Felipe González, Isidoro Llorente, Narciso Canelo, Juan Jesús Casatorre, Maximiano Fernández…
Aun siendo conscientes de omisiones involuntarias, hemos de reconocer que las relaciones precedentes y lo que ellas significan nos impresionan. En un tiempo en que los atractivos para la diversión eran escasos, encontrarse con las musas de la literatura dramática en los austeros salones Alegría, Moderno y Parroquial, dice mucho en favor de aquellos antepasados nuestros. Como apuntaba en el artículo aludido al principio, a la voraz producción teatral autóctona y aficionada se añadían, además, las actuaciones de compañías profesionales venidas de fuera. La de Luis Moreno Carreras y Margarita Carrasco, durante una semana (del 11 al 16) de diciembre de 1928, puso en escena cinco dramas y tres sainetes. Por las ferias de junio de 1929, en el Salón Alegría, la compañía Lemos-Vela llevó al escenario seis dramas y varios entremeses. La troupe Cueto-Salazar, a cuya cabeza estaba Carlos Cueto, ya conocido en la localidad, arrendó el Alegría para dar varias funciones en la feria de 1930. En diciembre del mismo año sería la de Agustín González, actor y director natural de Malpartida, cuyos componentes representaron varias obras con gran éxito.
Quede aquí el testimonio de reconocimiento y admiración hacia las gentes chinatas de hace casi un siglo que vibraron con el arte dramático, unas sobre el escenario y otras desde los asientos del público; unas veces, con las actuaciones de artistas locales aficionados y otras con las compañías profesionales que llegaban de fuera. Pero siempre con la pasión por el teatro.
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* Publicado en El Periódico de Malpartida de Plasencia, enero 2020

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