lunes, 23 de septiembre de 2024

EL EXILIO REPUBLICANO DE LA GUERRA CIVIL: AGUSTÍN MATEOS MUÑOZ


AGUSTÍN MATEOS MUÑOZ, 1908-1997

Un intelectual chinato del transtierro español en México

Agustín Mateos Muñoz ocupa un lugar destacado entre las figuras relevantes de la intelectualidad de procedencia chinata en el siglo XX, aunque muchos de sus paisanos tengan escasas referencias de él y para otros tantos sea del todo desconocido.  Ello quizás se deba a las difíciles circunstancias de su vida desde la infancia, las cuales le obligaron a ausentarse del pueblo por la muerte de sus padres y, luego, a salir de su país, camino del exilio a México, como consecuencia de la Guerra Civil. De este catedrático de instituto y profesor universitario me he ocupado en extenso al escribir su biografía: Agustín Materos Muñoz. Una peripecia editorial del exilio republicano en México (2010, ERE, Mérida-Esfinge, México), en España, hasta 1939, y en México, hasta 1997, año de su muerte. Asimismo, varias síntesis de dicha obra han visto la luz en revistas y periódicos. A esa difusión más cercana e inmediata del profesor exiliado en nuestra Crónica responden estas páginas.

                                          

  
El matrimonio Mateos-Gay, en 1940 (Archivo familiar AMM)

Nació en Malpartida de Plasencia, provincia de Cáceres, el 28 de agosto de 1908, en el seno de una humilde familia de labradores. Su temprana orfandad (perdió a su padre a los seis años, y a su madre a los ocho) le lleva a ser acogido por uno de sus tíos, ferroviario en la estación de Villaverde (Madrid). Allí, mientras convalecía en el hospital a causa de un accidente sufrido mientras jugaba entre las vías del tren, una señora de posibles le becó para que estudiase en el seminario de Madrid, donde permaneció de 1920 a 1927; este último año, fue enviado a Roma para cursar Teología y Filosofía en el Colegio Pontificio Español “San José”. Sus calificaciones, en uno y otro centro, fueron brillantes.

En septiembre de 1929 abandonó los estudios eclesiásticos y se incorporó a la enseñanza laica en el Instituto de Segunda Enseñanza “Cardenal Cisneros” de Madrid, centro en el que, en 1930, se examina de Ingreso y de las pruebas de conjunto de la Reválida del Bachiller Elemental y, enseguida, del Bachiller Universitario, con la calificación de Sobresaliente y Matrícula de Honor. Durante el curso académico de 1930-1931 superó, en la Universidad Central, todas las materias de la licenciatura de Filosofía. Tras participar en los Cursillos de 1933, quedaría ligado como Profesor Encargado de Filosofía al Instituto “Quevedo” de Madrid. En 1934 consigue por oposición libre la cátedra de Filosofía del Instituto de Segunda Enseñanza de Zafra, ciudad a la que nunca se incorporó, ya que continuó dando clases en el instituto madrileño, compatibilizándolas con las obligaciones de Profesor Ayudante de Filosofía en la Facultad de Letras de Madrid en el curso 1934-1935.

 Agustín Mateos formó parte del Consejo Superior de Cultura de la República Española, que había sido creado en septiembre de 1938 en sustitución del antiguo Consejo Nacional de Cultura. En dicho organismo coincidió con el poeta Antonio Machado, entonces miembro honorario del Consejo. Socio del Ateneo de Madrid, desempeñó el cargo de secretario de la sección de Filosofía en aquella prestigiosa institución. Políticamente, militó en Izquierda Republicana, el partido de Azaña, donde fue vocal del Secretariado Técnico de Instrucción Pública.

Durante la guerra civil, le tocó recorrer el itinerario de los intelectuales españoles republicanos: desde Madrid a Valencia y después a Barcelona, ciudad en la que ejerció la cátedra y en la que desempeñó las funciones de director en el Instituto de Segunda Enseñanza “Balmes”. A principios de febrero de 1939, cuando la derrota de los ejércitos republicanos era inminente y Cataluña cayó en manos de las tropas franquistas, pasó la frontera francesa y comienza el desgarrón del exilio. En el país vecino, vivió la durísima experiencia de los campos de refugiados o campos de concentración, y en mayo embarcó, en el puerto de Séte, próximo a Marsella, hacia México, en una travesía ya mítica, la del “Sinaia”, barco en el que casi dos mil españoles se dirigían a un país que los acogió con generosidad, como luego haría con otras expediciones posteriores.

                                                      (Docs. Expte. AMM, Archivo UNAM)

En aquella nueva patria, que desde la llegada concedió sin trabas burocráticas la nacionalidad mexicana a los refugiados republicanos españoles, Agustín Mateos Muñoz desarrolló una dilatada y fecunda labor profesional ligada a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la que, además de profesor, desempeñó las tareas de Supervisor e Inspector de Cátedra. A su prestigio de catedrático (Maestro, con mayúsculas, que es la denominación que asignan los mexicanos a sus profesores destacados), une el de ser autor de obras didácticas (libros de texto, sobre todo) de gran acogida y difusión, que aún siguen editándose. En 1957 fundó la Editorial Esfinge, dedicada a los libros de texto y otros materiales de clase.                                   

En la capital mexicana, había contraído matrimonio en 1940 con Teresa Gay Buchón (hija del también exiliado y prestigioso catedrático en la Facultad de Farmacia de la Universidad de Valencia, Enrique Gay Méndez), a la que había conocido en Barcelona y con la que había compartido la experiencia de los campos de refugiados y la travesía atlántica. Del matrimonio nacieron tres hijos (María Teresa, Agustín y Eduardo). A todos ellos los conoció el autor de estas líneas en 2005, cuando viajó a México con el fin de recabar datos para su investigación, tanto de la familia del profesor Mateos como de los centros educativos donde impartió su magisterio.  Agustín Mateos Muñoz volvería repatriado a España en 1964, pero no para quedarse, pues las raíces del transtierro eran ya más abundantes y vigorosas que las del terruño. Desde entonces, visitaba anualmente el pueblo natal para verse con su hermana Benita y familia.  Murió en junio de 1997 en la ciudad de México.

De otras peripecias vitales del Maestro Mateos (expediente incoado por el Tribunal para la represión de la Masonería y el Comunismo -TERMYC-; de la labor educativa en tierras mejicanas, incluidos los llamados “colegios del exilio”; de la repatriación en 1964; de jubilaciones, premios, homenajes o reconocimientos, y de otros aconteceres de su biografía queda constancia en forma de libro, ya citado.

 

AQUELLO QUE SE NOS FUE: EL COTO ESCOLAR


El Coto Escolar

Campos de experimentación agrícola en la escuela

                                

La salida de Malpartida de Plasencia hacia lo que fue la estación de ferrocarril de Palazuelo Empalme (hoy, Monfragüe), nos ofrecía hasta hace poco (se derrumbó en diciembre 2022), rebasadas las últimas casas, una especie de portal, que vemos en las imágenes, entrada en desuso a una finca rústica que, años ha, se denominaba el Coto Escolar, y, en la actualidad, algunos seguimos llamándola, como siempre, el Coto.  Es un paraje aledaño a la Cruz de Recibir, en la unión del camino de Fuentidueña con la carretera. La construcción (jambas y dintel con ligera cornisa, en cuyo frontis figuraba el rótulo (ilegible hacía ya mucho tiempo) COTO ESCOLAR AGRÍCOLA-APÍCOLA GERMÁN GARCÍA FERNÁNDEZ) de mampostería de piedra y cal, llevaba varios años ruinosa, y, con el invierno, llegó el inevitable derrumbamiento como un síntoma más de la frecuente incuria con que tratamos algunas de las huellas de la tradición.

                                                                             



                            Entrada al Coto escolar en los últimos tiempos

El Coto Escolar fue una más de las obras (esta, menor en lo material, pero ambiciosa en las aspiraciones) llevadas a cabo en la posguerra y relacionadas con la enseñanza y las construcciones escolares. Creadas y recibidas las Escuelas Graduadas en 1943, cuyo edificio estaba ya terminado en 1939, e iniciada la edificación de las casas para los maestros, se dan los primeros pasos para la creación de un “campo de experimentación agrícola” a comienzos del curso escolar 1944-1945. Esta iniciativa indica que el coto escolar de Malpartida de Plasencia fue uno de los primeros que se crearon en el territorio español durante el régimen franquista, pues la reglamentación oficial de tales instituciones ligadas a la escuela es de primeros de mayo de 1944. Antes de describir cómo se inició el coto escolar de Malpartida, es necesario referirnos a otras entidades estrechamente relacionadas con aquellos campos de iniciación en faenas agrícolas, como fueron las Mutualidades Escolares, preexistentes a los cotos. Y ello fue así porque el Coto Escolar nacía como “una institución que, mediante el trabajo en común, incrementa los fondos de la Mutualidad, para que esta pueda cumplir mejor sus fines”. De tal manera, que era un complemento de la Mutualidad, y ambas instituciones constituirían una sola entidad inserta en la escuela primaria.

 

 


                                                      El Coto hacia 1960  (Reconstrucción fotográfica de HUESBAR  Creaciones)

Sintetizando al máximo, señalemos que las Mutualidades Escolares habían sido creadas a principios del siglo XX (RD en Gaceta de Madrid de 14-7-1911), y con ellas se sentaban las bases del ahorro escolar. Alcanzaban a todos los jóvenes, desde el inicio de la enseñanza hasta los 25 años, y era obligatoria su implantación en todo el territorio nacional. Las mutualidades tenían como objetivos el bien económico de los escolares, el fomento del ahorro y el arraigo en ellos de la previsión y el esfuerzo.  Mediante pequeñas cuotas a lo largo del proceso educativo, acumulaban un pequeño capital que les serviría en el fututo cuando iniciaran las actividades profesionales. Se abrían libretas de “dote infantil”, gestionadas y administradas por el Instituto Nacional de Previsión, y a la edad de 25 años los mutualistas percibían una cantidad (la Dote) resultante de los ingresos efectuados más los intereses, a los que se sumaban ciertas aportaciones del Estado o del municipio (bonificaciones como estímulo al estudio, la aplicación, el trabajo). Malpartida de Plasencia tuvo Mutualidad Escolar (denominada M. E. José Canelo en la graduada de niños, y Nuestra Señora de la Luz en la de niñas) y Coto Escolar (C.E. agrícola y apícola Germán García Fernández), perteneciente a la escuela graduada de niños, cuya unión de intereses se concretaba en la denominación de Coto Social de Previsión, mediante imposiciones en la cartilla de la Mutualidad, con vistas a aumentar la dote infantil como previsión de futuro. La Mutualidad Escolar José Canelo había sido fundada en 1920 y reorganizada en enero de 1944.

Volviendo al coto de Malpartida de Plasencia, a finales de agosto de 1944, el director de las escuelas graduadas, Germán García Fernández, solicitaba por escrito al Ayuntamiento se proveyera a la sección de niños de un campo de experimentación agrícola, de una hectárea de terreno rústico; asimismo, añadía, se necesitaba subvención para los trabajos preliminares del proyecto. Benito Mirón Sánchez presidía la corporación, y, al mes siguiente, tras el correspondiente pleno, la Alcaldía accedía a lo solicitado. El 17 de diciembre del mismo año, don Joaquín Alcalde, por carta, cede una parcela de una hectárea de la finca El Carrascal, por tiempo indefinido y sin renta para el Coto Escolar. La Corporación municipal acordó nombrarlo Presidente Honorario del Coto, que llevaría el nombre de “Coto Escolar Germán García Fernández”. Esa misma fecha (17-12-1944) fue la de constitución y reglamento del coto, según figura en el acta que firman el alcalde, Manuel García Díaz, y el director de las graduadas de niños, Antonio Fernández Rodríguez. La Inspección de Enseñanza Primaria de Cáceres aprobó la documentación el 22 de diciembre. Dos días antes, había dado su aprobación la Comisión de Mutualidades y Cotos Escolares. Unos meses después, eran adjudicados los trabajos de la pared de su cierre a Jesús Rodríguez Mateos por 7.800 ptas. Y el día 3 de febrero de 1946 (festividad de San Blas) sería inaugurado solemnemente con presencia de autoridades locales y provinciales encabezadas por el Gobernador Civil. Aquel día también estaba prevista la inauguración del cuartel de la Guardia Civil, pero unos trámites previos no resueltos retrasarían aquel acontecimiento.          

                                                               

Bonifacio Cruz Rebosa, director de las graduadas de niños en 1947, proporciona información fidedigna de las características del campo de experimentación agrícola, o coto escolar, de Malpartida de Plasencia. Lo hace al cumplimentar el cuestionario que, a través del Servicio Agropecuario de la Diputación provincial de Cáceres, plantea la Dirección Técnica de Cotos Escolares de Previsión.  Dicho documento recoge el croquis que reproducimos, así como las actividades agrícolas y apícolas de los años 1947 y 1948, con las producciones y beneficios correspondientes.

Muchas y variadas actividades se llevaron a cabo en ambas instituciones, quedando reflejadas en sus propios Libros de Actas y Contabilidad aún existentes. Hasta que, con fecha 26 de octubre de 1966, el Sr. Gobernador Civil comunica que “apareciendo de los antecedentes que obran en el expediente del Coto Escolar Agrícola Apícola” Germán García Fernández”, que no funciona actualmente, he acordado darle de baja en los Registros de Asociaciones…”

El archivo histórico de las Escuelas Graduadas, ahora CEIP Fray Alonso Fernández, guarda una abundante y valiosa información referida a la enseñanza en nuestro pueblo, y en ella destacan los documentos relativos a las dos instituciones que hemos visto, la Mutualidad y el Coto. Por iniciativa del cronista oficial, entre cuyas competencias sobresale la de velar por los archivos públicos locales, el fondo documental de los centros de enseñanza va a integrarse en el Archivo Municipal de Malpartida de Plasencia (AMMLP). Los primeros pasos para ello ya se han dado entre el Ayuntamiento, con el alcalde en primera línea, y  a su lado la dirección del CEIP Fray Alonso Fernández.