Reproduce el cronista el artículo acerca de un joven chinato que fue víctima del nazismo en un campo de concentración. Continúa así con la tarea divulgadora de contenidos de la historia, la cultura y la tradición del pueblo de Malpartida de Plasencia.
Un
árbol de historias
De Malpartida a Mauthausen-Gusen
Bernabé Tomé Ovejero, 1917-1941
Florentino Rodríguez Oliva
Cronista
oficial
El Holocausto nazi, perpetrado contra el pueblo judío y otras etnias consideradas inferiores por la barbarie germana, generó numerosas ramificaciones de aquel diabólico y mortífero plan, cuya inhumanidad alcanzó a ciudadanos de distintas nacionalidades; entre ellos, a varios miles de españoles, muchos de los cuales perdieron la vida en los campos de concentración. Tan ello es así, que uno de aquellos recintos infernales es llamado “el campo de los españoles”. Mauthausen. Nombre (uno más) cuya sola mención, ochenta años después del exterminio de millones de seres humanos, produce escalofríos porque está escrito con indeleble sangre inocente. Añádase el complemento de Gusen, un subcampo a escasos cinco km del anterior, conocido como “el matadero de Mauthausen”. Ambos escenarios de la ignominia, ubicados cerca de la ciudad de Linz, en Austria, testimoniaron la presencia de un paisano nuestro, Bernabé Tomé Ovejero, quien tras varios meses durísimos de esclavitud en las canteras de granito y en aquellos inhóspitos barracones donde se enseñoreaban el hambre, el frío, la enfermedad, la falta de cuidados y la violencia ejercida sobre los allí confinados, murió cuando contaba con solo 24 años. Aunque desconocemos las circunstancias precisas, el motivo de su muerte, ningún consuelo aporta saber cómo exterminaban a los encerrados en Gusen: los fusilaban, los apaleaban, los ahorcaban, los gaseaban; y la mayor parte de ellos, morían extenuados por el hambre y el trabajo de esclavos en condiciones sanitarias deplorables. De Gusen era imposible salir, y entre aquellas alambradas la supervivencia se cifraba en tres meses, dado que la finalidad del campo consistía en el exterminio por el trabajo.
Breve fue la vida del joven chinato Bernabé, a
quien, sin embargo, le fue pródiga en adversidad y escasa en fortuna. El servicio militar lo cumplió en plena
Guerra Civil, en el ejército republicano, y cuando la derrota del
constitucionalismo era inminente, formó parte de aquella riada de españoles que
en febrero de 1939 huyeron a Francia. Allí sufriría las calamidades de los
campos de refugiados en las playas francesas del sur, pero de inmediato quedó
integrado en una de las CTE del Ejército francés (Compañía de Trabajadores
Extranjeros), unidades militarizadas y dirigidas por oficiales, muchas de las
cuales estaban destinadas a la defensa de ciudades francesas próximas a la
frontera con Alemania. Fue uno más de los miles de españoles que, con uniforme
francés, intervinieron en la Segunda Guerra Mundial como combatientes en la
Legión Extranjera o en las CTE. En su
mayoría, fueron capturados por los nazis en 1940 y llevados, en un primer
momento, desde la Francia ocupada a los campos de prisioneros o stalags
en territorio alemán.
Bernabé Tomé Ovejero formaba parte de una de las
seis compañías (unos 1500 hombres) que construían fortificaciones en la zona de
los departamentos franceses de los Vosgos y Territorio de Belfort cuando fue
capturado y recluido en el campo de prisioneros de guerra en el frente (frontstalag)
140-Belfort. Desde allí, con el número de preso 86638 colgado del cuello, lo
llevaron al stalag XI-B/357, en la ciudad de Fallingbostel, del
estado de Baja Sajonia. Iniciado ya el recorrido de los trenes de la muerte,
salió el 25 de enero de 1941 en un
convoy que transportaba 1472 españoles con destino a Mauthausen, donde ingresó
dos días después, y le fue asignado el número 5779; además, le señalaron, como
a todos sus compatriotas, mediante un triángulo azul en el “pijama de rayas” con
una S en el centro (Spanien), símbolo de los considerados
apátridas, es decir, los españoles cuya
existencia había sido negada ante los alemanes por Serrano Suñer, ministro de
la Gobernación. En efecto, requerido el Gobierno de Franco sobre el destino de
los prisioneros de guerra españoles, la mano derecha del dictador certificó la
inhibición oficial, en septiembre de 1940, afirmando que no había españoles
fuera de nuestras fronteras. Esta circunstancia les privaba del estatus propio
de los prisioneros de guerra, los condenaba sin remisión a los lager
(campos de trabajo) o campos de concentración y en ellos se acrecentaría el
odio y el maltrato hacia quienes estaban mal vistos por ser considerados
comunistas.
Mauthausen fue solo una breve escala en el itinerario
hacia la muerte para aquel chinato atrapado en la angustiosa deriva de dos derrotas
inmediatas: la de la Guerra Civil en su
patria y la del ejército francés ante Hitler; víctima, pues, de guerras en las
que no había participado por propia voluntad. A mediados de febrero de 1941
Bernabé traspasó la puerta del “matadero de Mauthausen”, Gusen, campo que había
empezado a funcionar en los primeros meses de 1940, el cual llegó a albergar
más prisioneros que el principal y pronto se convertiría en una inmensa tumba
común para los deportados españoles. Iniciaba
nuestro paisano, ahora identificado con el número 10165, un macabro viacrucis
individual y coral, cuyo Gólgota fue la muerte de la mayoría de los prisioneros
de guerra españoles que allí habían sido llevados desde mediados de 1940 a
finales de 1941; el exterminio de 3959 republicanos encerrados en Gusen se
consumó a lo largo de 1941 y 1942, sobre todo en el durísimo invierno entre
ambos años. Bernabé Tomé Ovejero murió el 25 de noviembre de 1941.

Había nacido en Malpartida de Plasencia, en la
casa familiar sita en la calle Ancha núm. 9; era uno de los cuatro hijos del
matrimonio formado por Leandro Tomé Fernández, jornalero del campo, y Valentina
Ovejero Talaván, ama de casa; ambos, naturales y vecinos del pueblo. También
los abuelos paternos (Juan y Juana Leonor) y la abuela materna (Dorotea) eran
chinatos; el abuelo materno (Andrés) procedía de Serrejón. De muchacho, debió de incorporarse a las
tareas del campo, y el paso de la adolescencia a la juventud le coincidió con
el advenimiento de la Segunda República. A buen seguro, el nuevo régimen
democrático alimentaría las ilusiones de una edad llena de proyectos, y en una
zona rural, los referidos a la redención del campo extremeño, cuando esperanzas
y frustraciones se sucedieron con la Reforma Agraria y las expectativas de
redistribución y mejoras en el cultivo de la tierra. Testigo fue de los
intentos de ocupación de latifundios en el término municipal de Malpartida y de
los enfrentamientos que se saldaron con una víctima mortal.
Sonaron tambores de guerra cuando Bernabé llegaba
a la edad de entrar en quintas. La memoria oral, teniendo en cuenta el tiempo
transcurrido y la posterior dispersión familiar, aporta escasos datos acerca de
este joven soldado que combatió en las filas republicanas, lo cual no ofrece
dudas teniendo en cuenta su devenir posterior tras el paso a Francia en 1939. Desconocemos la circunstancia de su
alistamiento, pues por la situación de la provincia de Cáceres al producirse la
sublevación militar, Bernabé Tomé Ovejero debería haberse incorporado al
ejército franquista. Cabe la posibilidad de que desde estas trincheras se
pasara a las de quienes combatían por el orden constitucional. Lo cierto es que
desde su marcha a la milicia la familia no volvió a tener noticias del soldado.
Las fuentes
documentales testimonian que, a principios de los cincuenta del siglo pasado,
el Gobierno francés envió al español los certificados de defunción de los
soldados españoles combatientes contra los nazis en el ejército galo. El
Gobierno de Franco, por su parte, silenció estos informes con el fin de que las
familias no pudieran reclamar a Alemania. Sin embargo, a pesar de las
restricciones y ocultamientos de la dictadura, se produjeron ciertas acciones
reparadoras y compensatorias por parte de los gobiernos alemán y francés. Así,
viudas y otros familiares de fallecidos en los campos de concentración que
figuraban en los registros militares franceses recibieron ayudas económicas. En
el caso de Bernabé Tomé, cuentan familiares de Malpartida que en los años
sesenta, a través del puesto de la Guardia Civil, le llegó a Julia, hermana del
soldado desaparecido, una cierta cantidad de dinero y un documento “escrito en
extranjero” (posiblemente en francés). Al no poder descifrar su contenido,
ignoraban la procedencia y la finalidad del envío recibido. Por ello, mantuvieron
en secreto el asunto durante años e incluso llegaron a temer que alguien les
reclamara el dinero. Aquellos documentos, que hubieran aportado hoy una valiosa
información, se perdieron. La familia hasta imaginó que el remitente podía ser
el propio Bernabé desde algún lejano lugar donde se ocultara huido. Hoy sabemos
que tales elucubraciones carecían de fundamento. Bernabé Tomé Ovejero era desde
hacía años una de las víctimas del nazismo en los campos de exterminio, cuyas
referencias identificadoras fueron ocultadas por la dictadura.
El 9 de agosto de 2019, el Gobierno español ha
publicado en el BOE un “Listado de españoles fallecidos en los campos de
concentración de Mauthausen y Gusen”. Entre aquellos miles de víctimas figuran
178 extremeños: 135 pacenses y 43 cacereños. De estos, uno era chinato: Bernabé
Tomé Ovejero.
Hoy, continuando los pasos de otros investigadores
locales y admirados (así Dionisio Clemente Fernández) actualiza este cronista
las informaciones, aún incompletas, referidas a aquel joven paisano cuya
desgraciada peripecia vital une al pueblo de Malpartida de Plasencia con el
Holocausto. La memoria histórica particular y con minúsculas de nuestros
mártires merece ser conocida y publicada. No es otra que esa la intencionalidad
de este trabajo. Quedan aún muchos peldaños que subir en la escalera del
homenaje a las víctimas españolas de Mauthausen-Gusen y de otros campos. Ni
siquiera esa ascensión, si algún día concluye, podrá borrar las huellas de
Bernabé ni las de miles de compatriotas en el martirizante subir y bajar de los
186 peldaños, tristemente famosos, de la macabra escalera de granito de Mauthausen.
Dentro de poco, Bernabé Tomé Ovejero alcanzará en
el Registro Civil de su pueblo natal el estatus de fallecido. Gozará, para la
memoria, de personalidad jurídica plena. Nació y murió. Sabemos dónde y cuándo.
Así figurará siempre en los documentos oficiales. Pero entre esas dos fechas
vitales, 11/6/1917 y 25/11/1941, hay mucho más, parte de lo cual ha sido
recogido aquí. Es, por ahora, la aportación del cronista de la villa a la causa
de preservar del olvido a Bernabé Tomé Ovejero para la memoria colectiva de
Malpartida de Plasencia.