El chinato era el habla, ya desaparecida,
de Malpartida de Plasencia, y “chinato” es también el gentilicio de los nacidos
en dicho lugar. Sus peculiaridades
(sobre todo las fonéticas) atrajeron la atención de filólogos, dialectólogos e
historiadores de la lengua. Así, el
humanista y gramático extremeño (impulsor de una ortografía fonética) GONZALO
CORREAS ÍÑIGO (Jaraíz 1571-Salamanca 1631) ya se ocupó del chinato en su Ortografía
kastellana nueva i perfecta (1630). Varios siglos después, los rasgos más
destacados de esta habla local fueron estudiados con criterios científicos por
Diego Catalán en la Revista de
Dialectología y Tradiciones Populares (1954), en un trabajo muy citado,
“Concepto lingüístico del dialecto chinato en una chinato-hablante”, del que
arranca la mayor parte de la investigación posterior acerca de esta peculiar
habla del norte de Extremadura. Catalán alabó en dicho estudio la conciencia
que de la “lengua chinata” mostraba doña Gregoria Canelo de Paredes, (casada
con el farmacéutico del lugar) excepcional chinatohablante, capaz de escribir
el habla que usaban sus paisanos.
Diego Catalán presentaba y analizaba sistemáticamente los materiales
recogidos por su abuelo, don Ramón Menéndez Pidal, y proporcionados por la citada Gregoria Canelo, con la que
mantuvo correspondencia a principios del siglo XX (1904) y que los había
incluido en el trabajo “El dialecto leonés” en 1906. Muy en síntesis, se
trata(ba) de un islote dialectal ceceante de la región extremeña (en la que había-hay
otros: serreillano o serradillano,
por ejemplo). Se integraría el chinato en la variante del altoextremeño,
asentada en el noroccidente de la región, y en el centro-norte de la provincia
de Cáceres y el suroccidente de Salamanca; en ella coexistían hablas de
transición asturleonesa con las formas meridionales del castellano.
Para hablar de la situación
actual de aquella forma peculiar de expresarse que tenían los chinatos (que percibíamos en nuestros abuelos y
algunos restos en nuestros padres), hemos de recurrir, aparte la propia
experiencia y la constatación de la realidad, al testimonio de los
especialistas. Hace más de 20 años, a principios de los 90 del siglo pasado,
Manuel Ariza, a quien hemos de sumar además
las aportaciones de Antonio Salvador Plans, su colega, amigo y compañero de
investigaciones dialectales y de historia de la lengua, escribía: “Mientras que
el habla de Serradilla sigue viva, la de Malpartida de Plasencia fue perdiendo
vitalidad por los años 40 [atentos a la fecha] y hoy [es decir, antes de 1995] nadie habla el dialecto, aunque los más
viejos recuerdan lo que antes se decía”. Y añade que lo dicho para el chinato
sirve para el resto del norte cacereño. Con respecto a sus pesquisas en visitas
a la localidad, asevera: “No conseguimos encontrar en Malpartida ningún
hablante del viejo dialecto”. Conocedor de los escritos “en chinato” de José Recio, a quien elogia, precisa: “Dudo que
este u otros intentos sirvan para que el chinato reviva”, y añade: “Es
difícil reinventar el chinato por quien
no lo haya hablado”, y además: “… para
escribirlo hace falta conocer los sonidos del español medieval, cuáles eran
sordos y cuáles sonoros…, hay que tener conocimientos fonéticos, etimológicos,
etc.”
Como universitario que estudió filología románica, historia
de la lengua y dialectología con prestigiosos especialistas en la Universidad
de Salamanca en los inicios de los 70 del pasado siglo; como profesional de la enseñanza de la lengua
española durante varias décadas; como compañero y asistente a cursos y
conferencias de los profesores Ariza Viguera y Salvador Plans, con quienes
hablé en más de una ocasión acerca del habla de mi patria chica, y como chinato
que ha mantenido un contacto ininterrumpido con el pueblo y sus paisanos, que
ha vivido en él con asiduidad, que está implicado en el devenir cultural y que
conoce la realidad observable, ratifico lo dicho por los doctores Ariza y
Salvador: el dialecto chinato ha desaparecido. En Malpartida de Plasencia nadie
habla ya el chinato.
Es cierto que existe una
asociación de “Amigos del habla chinata”, cuyos fundadores han publicado un
libro sobre el antiguo dialecto. Cuentan también con un blog en que se difunden
las características de lo que fue nuestra habla local. También es cierto que en
las redes sociales encontramos a personas de Malpartida que “escriben en
chinato”. Podría pensarse fuera de
nuestro pueblo que el chinato sigue “vivo”. Sin intención de polemizar ni de
querer enmendar la plana a nadie, me remito a lo escrito antes.
Nos queda, no obstante, y en esa tarea participamos, comentar,
difundir, preservar del olvido, inventariar palabras, expresiones,
peculiaridades que recordamos o que están en los libros. Intentar que algo que
fue tan nuestro no desaparezca definitivamente. De ahí a afirmar que “el chinato es la lengua o el
dialecto que se habla en Malpartida y que es “un habla que sigue viva”, (o intentar revivirlo, reconstruirlo artificial y
artificiosamente) hay un abismo insalvable: el que separa la realidad de la
ficción. Y por decir esto no amamos menos lo nuestro, no somos descastados ni
derrotistas. Quien de estas líneas es autor, no es sospechoso de menospreciar
la tradición o la idiosincrasia chinatas. Pero la verdad es la verdad, dígala
Agamenón o su porquero.